Capercaillie para todos los públicos en el Getxo Folk
El histórico grupo celta escocés alternó gaélico e inglés, canciones e instrumentales, y baladas y reels durante un concierto levemente creciente que pecó de convencional y hasta de modernista
Viernes, tercera jornada del 41º Festival Internacional de Folk de Getxo, y el concierto principal, el del Muxikebarri, se llenó en más del 90 %. Unas ... 666 butacas de las 733 disponibles se ocuparon para ver a Capercaillie (Oban, Escocia, 1984), un nombre destacado del folk celta que en ochote dio un concierto de 16 temas en 106 minutos a tempo bastante lánguido, como si hubieran llegado cansados, digamos por su actitud escénica. Pero, menos mal también este día, la actuación se animó en el último tercio, igual que la víspera con la flamenca Estrella Morente.
Capercaillie, algo así como unos Milladoiro escoceses, seguros de su capacidad, marcharon a velocidad de crucero, muy modernistas (el buzuki con pedal wah wah, el bajo eléctrico, los esporádicos ritmos reggae, funk y pop…), pecando de convencionales (no diremos funcionariales) y casi de cansinos, y alternando instrumentales con temas cantados en gaélico e inglés por la vocecilla estilista de la cantante Karen Matheson, fundadora y matrimoniada con el otro fundador, el acordeonista Donald Shaw (fue director del importante festival Celtic Connections entre 2007 y 2018).
Casi como pasmarotes en escena, actuando con un nivel de volumen que se antojó escaso (al revés que la víspera con la Morente, que a menudo atronó), Capercaillie arrancaron modernistas o contemporáneos y para todos los públicos ('Hoireann O', un pop con voz suavita), en el primer instrumental subrayaron los estilismos que tan bien manejan ('Blackberry reels'), Karen Matheson se puso bucólica, boscosa y medieval en la balada afectada 'Nuair a Chi Thu Caileag Bhoidheach' (ella también tiene varios discos a su nombre y algún tema suyo suena en la película 'Rob Roy'), de lo más celebrado del largo principio (de los dos primeros tercios) fue una terna de temas de Bretaña enlazados y rematados con jigas, Capercaillie reivindicaron bondadosos la hermandad mundial al margen de lenguas, etc., antes de dedicar a Palestina su canción 'At the heart of it all', y como una frikada muy Nueva Orleáns y festera les quedó 'Port na Caillich', aunque ellos estuvieron todo el rato muy hieráticos, ya se ha dicho.
A partir de la décima pieza la cosa se animó y ellos también se implicaron más en la tarea. La evocadora balada en quinteto (sin percusiones ni bajo) 'Ma Theid Mise Tuilleagh' provocó que nuestra anónima vecina de butaca manifestara «ay, qué bonito» al acabarse, Capercaillie contrastaron tal lentitud con más reels instrumentales estilistas pero resultones, colaron un pop marcial con poso duduá como fue el también heterodoxo 'Alasdair Mhic Cholla Ghasda', el número verdaderamente más dinámico de todo el lote fue l instrumental 'Rory McLeod's farewell', una pelín yodeller pareció la cantante Karen en 'The tree', y a country crepuscular se asemejó la primera canción del bis doble, 'Coisich, a ruin'.
Al acabar este concierto, correcto, convencional, formal y para todos los públicos, comentó una mujer a una amiga: «han faltado las (cervezas) Guinness, y poder bailar». Sería a lo agarrado, porque los tempos lentos y medios fueron mayoría en el repertorio.
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