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Pese a la dilatada trayectoria y rico legado musical de Doctor Deseo durante casi 40 años, a Francis Díez (Bilbao, 1958) no le interesa demasiado ... detenerse en el pasado. El músico de Uribarri prefiere mirar al presente y a las corrientes actuales -sociales y musicales-, muestra de que la banda que encabeza está más viva que nunca y con ganas de seguir probando cosas nuevas. Así lo demostrarán este viernes y sábado en el Arriaga, citas para las que prometen un espectáculo innovador con algunas de sus mejores canciones.
- Dos tardes en el Arriaga con todo vendido. ¿Es un escenario fetiche para Doctor Deseo?
- Es la tercera vez que hacemos una gira que tiene como escenario el Arriaga y es emocionante poder tocar en casa y ver que está lleno, es una alegría. Recuerdo la primera vez que bajaba en el trapecio y se abría el telón y ver un Arriaga lleno, para mí fue un impacto muy potente, fue un subidón. Aquí grabamos además un disco en directo, 'Metamorfosis', hace ya 20 años.
- ¿Qué van a proponer al público bilbaíno?
- Queremos que sea diferente a lo que ha sido la gira natural de esta temporada, que ha sido cañera y potente. Nos apetecía retomar todas las canciones más teatrales y más cabareteras del grupo, las que no tienen cabida en salas. Van a ser canciones más lentas y elevadas a otro territorio, estamos jugando con la escenografía, que va a ser muy sorprendente y muy potente.
- Un escenario así da pie a innovar.
- Así es. Y tenemos a Jon Mentxaka, que es el encargado de luces y de la escenografía, un genio de estas cosas que ayuda a llevar la propuesta a otro territorio.
- Después de 30 y muchos años en la carretera, el público de sus conciertos será de lo más variado.
- Nos está haciendo mucha ilusión en esta gira ver que hay una historia intergeneracional. Tenemos a la generación X, a millenials, a la generación Z… lncluso a gente que viene con los hijos.
- No son sin embargo una banda dada a la nostalgia.
- Yo no soy nada dado a las nostalgias, no me interesan. No estoy ceñido a lo que se dice por ahí de 'música de mi época'. Mi época es la actual y esta es la única que contemplo. Como banda, seguimos queriendo aportar algo distinto. Podíamos haber acabado la gira como otros años en salas y continuando lo que ya empezamos hace un año, pero nos apetece jugárnosla y hacer algo nuevo.
- Lo que es evidente es que son de los pocos supervivientes de la hornada de los 80. ¿Doctor Deseo es un ejemplo de resistencia?
- Pues teniendo en cuenta lo frívolo que es nuestro oficio y lo fácil que es aparecer y desaparecer, la verdad es que es una gozada ver que nuestra trayectoria está siendo larga. En realidad siempre debería ser así, porque vas acumulando más experiencia, más tablas y más confianza en tu trabajo. Por lo tanto, puedes expresar algo mejor. Pero esto no suele darse en nuestro oficio, la verdad, así que estamos orgullosos y contentos.
- Su último trabajo, 'En el brillo de tus ojitos', consta solo de seis temas. ¿Se tiende a escuchar discos más breves?
- Hay que tener en cuenta la oferta tan brutal que hay, nunca ha habido tanta. Hay que seleccionar mucho y antes muchas veces los trabajos tenían como cinco o seis temas interesantes y luego tres o cuatro que iban de relleno. Nosotros siempre hemos mimado mucho ese tipo de cosas y ahora nos apetecía hacer seis canciones y para de contar.
- ¿Qué inspira a Francis hoy en día para seguir escribiendo estas canciones?
- Me pondré folclórica y te diré que la vida misma. No hay otra cosa que te pueda inspirar que la vida misma.
- Son tiempos complicados y cambiantes para la poesía.
- Pero el mundo está cambiando desde que yo lo conozco, es una cosa propia. Ya en los años 60 Dylan cantaba que los tiempos estaban cambiando. Y seguirán cambiando. La cuestión es adaptarnos a esos cambios y ofrecer soluciones a problemas distintos que van surgiendo en cada momento. Ahora vemos, en el ámbito político, una especie de vuelta atrás que está habiendo con toda una ultraderecha que va desde Estados Unidos a ciertas zonas europeas. Y hay temas como la migración o el feminismo que están en el punto de mira de toda la ultraderecha mundial. Estos temas no se me escapan a la hora de escribir.
- Hay una involución, por tanto.
- En este sentido, sí. Yo, como soy optimista por naturaleza, quiero pensar que son pequeños pasos atrás para luego dar pasos grandes adelante. En último término, ahora mismo hay que estar muy alerta y ser muy autocrítico.
- ¿Se ha perdido ese espíritu crítico en la música que era muy latente cuando ustedes empezaron?
- Eso que comentas es una nostalgia de los 80 (ríe). Yo no creo que ahora sea ni más ni menos que entonces. Yo veo que hay gente que reflexiona como siempre, lo que pasa es que lo que se reivindica ahora son cuestiones diferentes. En los 80 veníamos de una dictadura de 40 años y había una necesidad de abrirse al mundo, de expandirse, de disfrutar de un montón de cosas que no se conocían. Ahora estamos en otra fase un poquito más sofisticada, eso sí que es cierto, en la cual hay que afinar mucho más. Pero hay gente muy joven que ahora mismo está peleando por cosas muy potentes.
- ¿Cómo está hoy en día la industria musical?
- Siempre ha ido por detrás de la creatividad musical, en eso seguimos en las mismas. Si la industria ha mejorado algo es por que el panorama musical en Euskal Herria se ha ampliado una barbaridad, hay mogollón de músicos de calidad ejerciendo, más que nunca. Esta es la realidad y la industria intenta gestionar todo eso, pero siempre va por detrás. Se echa en falta un poco más de profesionalidad por su parte, pero es lo que hay.
- ¿Usted vive de la música?
- De los 40 años que llevo de carrera, vivo de la música desde hace unos 15. He sido panadero y músico durante muchos años, más de 25. Hace 15 años conseguí vivir de la música, pero también es cierto que a base de renunciar a muchas cosas.
- ¿Qué le parece que canciones como 'La chica del batzoki' o 'Corazón de tango' sean ya casi populares y suenen en cualquier verbena de pueblo?
- Pues es curioso, porque ese aspecto es el que hace que haya gente joven que se engancha a Doctor Deseo. Las escuchan en cualquier sitio, en cualquier fiesta, en cualquier verbena, y a partir de ello surge una curiosidad y empiezan a conectar con otras canciones nuestras. Nos sirve un poco de banderín de enganche para la gente joven, sin ellos hace tiempo que hubiéramos entrado en la nostalgia y terminado desapareciendo.
- El rock en general está saliendo de órbita y volviendo al underground en los últimos tiempos.
- A mí me gusta hablar de cultura pop, la que surge en los años 50 con Chuck Berry y el rock and roll y va evolucionando hasta la electrónica o el dance. Efectivamente, no es el mejor momento para las guitarras, la generación Z está generando trap o electrónica, pero estoy convencido de que las guitarras se irán añadiendo a eso de la forma más natural y el juego seguirá. El trap, por ejemplo, ya está atravesando y tocando el pop, el rock and roll e incluso el rock más cañero, de la misma manera que el hip hop interfirió en los 80 y 90 con el rock, o la música electrónica con las guitarras. Siempre ocurre en la cultura pop.
- ¿Cómo ve Bilbao, la ciudad sobre la que tanto ha escrito?
- Bilbao en los 80 era una ciudad súper sucia y muy dinámica. Lo que yo veo ahora mismo es una sociedad más limpia, con conflictos propios y derivados de las sociedades más limpias. Pero también sigue siendo dinámica y, sobre lo que hablamos, que es la múica, nunca ha generado tantos artistas como ahora. Pegas una patada bajo una piedra bilbaína y salen diez músicos, es algo impresionante. Este es el Bilbao que me interesa, con sus aciertos y con sus conflictos.
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