«Después de tantos años dirigiendo, ahora disfruto de la vida»
Se subirá al podio de la Sinfónica de Bilbao para el concierto con el que celebra su centenario. «Un honor para mí», asegura
Cuando era niño, a Leonard Slatkin (Los Ángeles, 1944) lo cogía de la mano el 'tío Frank' y le cantaba una canción para que se ... durmiera. El 'tío Frank', un gran amigo de la familia, era Frank Sinatra. Es un episodio más en la biografía de un director de orquesta que por la línea materna viene de cuatro generaciones de músicos (su tío abuelo creó la Orquesta Sinfónica de Moscú y había estrenado años antes el sexteto 'Souvenir de Florence' de Chaikovski) y cuyos padres formaban parte del célebre Hollywood Quartet. Mañana y el viernes se subirá al podio del Euskalduna para empuñar la batuta en una ocasión histórica: el concierto del centenario de la Sinfónica de Bilbao (BOS). Ante sí, 112 instrumentistas y un centenar de miembros de la Coral, además de las cantantes Miren Urbieta-Vega e Isabelle Druet. En los atriles, el 'Kaddish' de Ravel y a continuación -sin pausa alguna- la Sinfonía Nº 2 de Mahler 'Resurrección'. Una de las primeras partituras que Slatkin grabó y de la que guarda una verdadera reliquia: la batuta con la que el propio Mahler dirigió el estreno. Fue un regalo del millonario y melómano Gilbert Kaplan, que aprendió a dirigir solo para poder tocar y grabar esta sinfonía. Slatkin fue su profesor y Kaplan se lo agradeció de esa manera. El estadounidense es un gran director y todo un personaje.
- Con sus antecedentes familiares, usted ni se plantearía ser médico o abogado.
- La familia de mi madre procedía de Bielorrusia y llegó a Nueva York en 1893. La de mi padre, que era de Ucrania, se instaló en San Luis (Misuri) en 1912. En la familia de mi madre todos eran músicos, sobre todo chelistas. En la de mi padre, él fue el primer músico. Las dos familias se trasladaron a Los Ángeles y allí se conocieron ellos, en el famoso Hollywood Bowl. Él tocaba el violín y ella el chelo y crearon junto a otros dos compañeros el Hollywood Quartet. Pero hacían muchas más cosas.
- ¿Cuáles?
- Mi padre era el concertino de la orquesta de la 20th Century Fox y mi madre tocaba el chelo en la de la Warner, así que yo estaba influido por todas estas facetas, la de la música de cámara, el trabajo para el cine y los estudios de grabación. Mi padre además componía, hacía arreglos y producía. Murió con solo 47 años, cuando yo tenía 19 y atravesaba una crisis.
«Ya no soy titular de ninguna orquesta, así que dirijo si me interesan la orquesta, el programa y la ciudad»
- ¿Qué le sucedía?
- Que había dejado de interesarme la música. Había empezado a los tres años con el violín, a los ocho con el piano y luego con la viola. A los 16 tomé clases de dirección en la Juilliard School, pero durante un tiempo me alejé de todo eso. Cuando mi padre murió decidí volver, pero ya volcado en la dirección. Mi primer trabajo profesional fue en 1968 como director asistente de la Sinfónica de San Luis, y desde entonces no he parado. Ahora que no soy titular de ninguna orquesta vivo allí y allí nació también mi hijo.
- Y ha llegado a Bilbao a dirigir el concierto del centenario. ¿Eso proporciona una energía especial o solo hay que centrarse en la música?
- Es un honor dirigir la BOS en un día así. Y además con esta obra, una de las grandes del repertorio, con un primer movimiento que tiene un sentido de tragedia pero luego surge la esperanza y acaba de forma positiva. Cuando me lo propusieron, ya me pareció una obra oportuna, pero ahora, en este contexto de guerra, lo es más aún. Queremos honrar a los ucranianos que la padecen y a quienes sufren en general.
En Europa y América
- ¿Su origen ucraniano influye en su ánimo?
- Da igual el origen. La guerra es una tragedia para todos. No tenía que haber empezado porque es estúpida. Con la guerra, además, arrancar con el 'Kaddish' de Ravel, que es una oración, tiene una relevancia aún mayor. Es curioso que se trate de una oración pensada para la muerte de un judío, pero no se menciona la palabra 'muerte' en ningún momento, y en cambio se usa tres veces 'vida'.
«Honraremos a los ucranianos y en general a quienes sufren»
- Usted ha grabado muchas obras de Ravel y uno de sus primeros discos fue con la Segunda de Mahler.
- Sí, fue un trabajo para el sello Telarc, que cuidó muchísimo el sonido, y teníamos como soprano a Kathleen Battle.
- Después de muchos años dirigiendo en EE UU ha estado unos cuantos en Lyon. ¿Qué diferencias hay entre las orquestas americanas y europeas, al margen de su titularidad?
- En los 50 años que llevo dirigiendo todo ha cambiado mucho. Fíjese en lo que pasa en España. La primera vez que estuve aquí fue en 1975 y no resultó muy divertido: no eran buenos músicos ni estaban disciplinados. Hoy existen muchas orquestas y hacen un trabajo muy serio. Yo llegué el lunes a Bilbao y en el primer ensayo dirigí la sinfonía de un tirón, sin parar ni una sola vez. Y era una lectura muy buena la que hicieron. Hace 50 años eso habría sido impensable. Creo que, en la forma de trabajar, Europa y EE UU están ahora muy próximos. Y eso tiene también algún inconveniente.
- ¿Cuál?
- Hay muchas orquestas y dentro de cada una músicos de muchas nacionalidades y estilos. Hace medio siglo, como le decía, no eran buenos, pero la identidad del grupo era clara. Hoy todas las orquestas son buenas, pero se echa en falta una cierta individualidad en el sonido.
- ¿Y usted dónde prefiere dirigir?
- Soy muy afortunado de hacerlo donde quiero. Cuando comienzas debes coger todas las ofertas que tengas e ir construyendo tu repertorio. Ahora voy a cumplir 78 años, no soy titular de ninguna orquesta, he reducido el número de obras que quiero tocar y le he dicho a mi agente cuáles son los sitios a los que quiero ir. En un par de semanas estaré en Hiroshima para hacer la Sexta de Mahler. Disfruto de la vida y lo que me mueve es una orquesta interesante, un programa que me guste y una ciudad atractiva. Esas son las razones por las que estoy aquí. Añada otra: lo bien que se come.
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