«¿Tenéis 'La Celestina' en castellano normal?»
Llum Saumell reúneen un libro anécdotas vividas en librerías y bibliotecas de Bilbao
«No sé cómo pedirlo... Busco libros con títulos que tengan palabras esdrújulas. Me flipan las esdrújulas». Quienes llevan años trabajando en una librería han ... escuchado peticiones más extrañas que la de aquel cliente, que encontró varios títulos que le sonaban bien en el mostrador de novedades. Donde hay libros hay historias y su oficio se presta a los juegos de palabras, desde «'20.000 leguas de viaje sin marido'» hasta evocaciones más sutiles. El hombre que dijo «buenos días, estoy buscando tierra» no se había equivocado de tienda. «Es de un vasco». «¿'Patria', tal vez?»
Son algunas de las anécdotas que recoge 'Este es el libro de la portada verde' (Rubric), narradas por Llum Saumell e ilustradas por Nerea Landajo Gorroño (NeuetaNi) y José Miguel Sánchez. La mayoría han ocurrido en La Librería de Deusto, donde Saumell, periodista y autora de relatos y obras teatrales, ha impartido talleres de escritura creativa durante una década. Se sentaban al fondo de la tienda y se enfrascaban en las tramas de ficción hasta que la realidad se interponía. Un adolescente en busca de «libros como ilegales» sobre «plantar marihuana» y «falsificar pasaportes» o una joven que iba dos veces por semana, siempre a la misma hora, y daba vueltas sin comprar nada. Un día les contó que estaba en paro y disfrutaba escuchando los relatos que leían en voz alta.
«Apuntábamos en una libreta lo que nos llamaba la atención», dice Saumell, que ha recogido anécdotas en otras librerías (las de segunda mano tienen una antología de marcapáginas, incluso un billete de avión sin usar que su dueño recuperó) y bibliotecas. Hay quien no diferencia y pide a la librera que le preste un libro con la promesa de «cuidarlo bien». Pero es más común confundir las tiendas acogedoras con guarderías. «Es que en la plaza llueve y mi padre me ha dicho que entremos aquí». ¿Y él? «En el bar de al lado».
Una madre compró 'La Celestina' para su hijo y al día siguiente fue a cambiarlo. «¿No lo tenéis en castellano normal?». Como en toda biblioteca que se precie, aquí también hay clásicos. Pedir que bajen el precio porque «en el súper me hacen más descuento» y desconfiar de las ediciones de bolsillo. «El original es más gordo. ¿No faltan hojas?». La autora, que creció entre libros y rosas en Martorell y lleva quince años en Bilbao, aporta información sobre el origen de los best seller y los ejemplares de bolsillo, que en su versión moderna debemos al editor Allen Lane. Tuvo la idea en 1935 cuando viajaba en tren para visitar a Agatha Christie, a quien por cierto un admirador trató de resucitar. «Me gusta mucho, ¿ha publicado algo últimamente?».
El anecdotario refleja el paso del tiempo y las nuevas formas de consumo. «Era rara la semana que no entraba alguien preguntando si vendían paraguas, sobres o sellos». Y lo peor, gente que pide sin pudor referencias para comprar en Amazon o, como hicieron unos turistas franceses, saca fotos al plano de una guía. Un librero de San Ignacio era capaz de distinguir las editoriales por el olor de los libros, algo cada vez menos frecuente porque «la mayoría se hacen en las mismas imprentas».
Pero el gremio no ha perdido su olfato para tejer complicidades. «Todas las personas que amamos la lectura tenemos una librería de confianza, les confesamos pasiones, odios, debilidades...». Y quienes entran despistados, buscando un libro del que solo saben que «la portada es verde» y ha salido en televisión, encontrarán ayuda para localizarlo.
Un librero de San Ignacio identificabade qué editorial eranlos libros por el olor
de toda la vida
El oficio se presta a los juegos de palabras y hay quien pide '20.000 leguas de viaje sin marido'
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