«El motor del mundo es el deseo»
Joaquín Berges presenta este jueves en la Feria del Libro de Bilbao 'Ganas de vivir', la historia de una familia de funerarios
Cosme duerme en un ataúd. Matías, su hijo, para tener relaciones sexuales con su esposa necesita que ella se haga la muerta. Y Tristán, el ... nieto, es un fetichista, obsesivo-compulsivo, enamorado de una chica que él dice que se parece a la actriz Maureen O'Sullivan, que hizo de Jane en 'Tarzán'. Le habla a esta joven como si él fuera un galán de cine clásico o un poeta antiguo, con frases muy rebuscadas. Los tres forman parte de una familia de funerarios, se ganan la vida con la muerte. Son, lo que se dice, raros. «En realidad no me interesa la gente normal, desde el punto de vista de la literatura es la gente que está un poco en los márgenes, con sus rarezas, sus filias y sus fobias, sus fetichismos, la que resulta original. Y sí, estos son extraños», reconoce el escritor zaragozano Joaquín Berges, el que ha imaginado la vida de esta saga familiar un tanto fúnebre en 'Ganas de vivir' (Tusquets). El libro se presenta el jueves por la tarde en Bidebarrieta, en el marco de la Feria del Libro.
La mayor rareza de los Llorente es que «no tienen ganas de vivir, eso es lo que los une», asegura su inventor. El abuelo está ya de vuelta de todo, pero ese rasgo compartido con Matías y Tristán es más difícil de entender en ellos, que parece que no tienen sangre en las venas... hasta que descubren el deseo. «Lo contrario de la vida no es la muerte, aunque hablamos de estos términos como si fueran opuestos, sino la indiferencia ante la vida y es, en su neurosis, lo que aqueja a estos personajes», explica Berges. Encontrarán «en el deseo su oportunidad de encaminarse hacia las ganas de vivir, porque el motor del mundo es el deseo».
-¿No era el amor?
-El amor es otra cosa. El deseo es lo primero, va mucho antes. Cuando conoces a alguien por quien te sientes atraído, primero sientes el deseo de pasar más tiempo con esa persona, el deseo de tocar y de rozar como sin querer, el deseo de besar, y el deseo sexual. Posteriormente ya sí que se plantea el amor...
Mientras avanzan en sus ganas de vivir, los personajes -los tres hombres y las mujeres con las que se cruzan, y también un terapeuta, el hermano de la doble de O'Sullivan y un antiguo amor platónico de la madre de Tristán- van descubriendo cosas como que «algunas parejas se sostienen porque los dos están enamorados de la misma persona, una que tiene una autoestima enorme que se quiere a sí misma y la otra que hace lo que puede por ella», se ríe Berges, que «enamorarse tiene algo de trastorno obsesivo-compulsivo» y que «la felicidad siempre es un recuerdo, siempre es algo de lo que en presente no somos conscientes, solo podemos verla a toro pasado».
En 'Ganas de vivir' se reúnen algunas reivindicaciones del autor. «Yo reivindico el amor platónico, el candor de personajes como Tristán frente a los canallas, la épica y la estética del cine clásico en blanco y negro, las cosas de las que nadie habla, los márgenes de los que hemos hablado al principio». Y asegura que «en la literatura hay tiempo todavía para el candor, porque es como si alguien nos estuviera contando un cuento».
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