La gran noche de Uri Geller
Saltó a la fama en España hace hoy 50 años por 'arreglar' relojes y doblar una cuchara con el poder de la mente en TVE ante más de 20 millones de espectadores
Aquel verano un tiburón de cine aterrorizó a los bañistas de las playas estadounidenses, las sondas Viking despegaron hacia Marte, la autopista Bilbao-Behobia llegó ... a Irún, una joven intentó asesinar al presidente Gerald Ford, Papúa Nueva Guinea se independizó de Australia, empezó la larga agonía de Franco y en las verbenas de España se bailó 'El bimbó' de Georgie Dann. Si usted vivió el verano de 1975, es muy probable que no se acuerde de algunas de estas cosas, pero sí del joven que se asomó una noche al salón de su casa y, con el poder de la mente, dobló cucharas e hizo que relojes parados volvieran a la vida.
Más de veinte millones de españoles vieron a Uri Geller (Tel Aviv, 1946) hacer esos y otros prodigios el sábado 6 de septiembre de 1975 en 'Directísimo', magacín que conducía José María Íñigo en la primera cadena de TVE, la única televisión de entonces. El periodista bilbaíno entrevistó al israelí, ya una celebridad en EE UU y otros países a sus 28 años. Según algunas crónicas, había asombrado a parapsicólogos europeos fundiendo con la mente los dientes de un tenedor, arreglando relojes que llevaban años parados y doblando llaves sin tocarlas. Así, Íñigo le pidió que demostrara sus poderes en directo.
«El metal se está fundiendo»
Geller cogió una cuchara. El presentador la sostuvo por la cazoleta. El joven empezó a frotar el cuello del cubierto con el índice y el pulgar de la mano derecha, al tiempo que con la izquierda lo agarraba por el extremo del mango, tirando hacia arriba y hacia abajo. «Dice que el metal se está fundiendo y que pronto se convertirá en algo así como plástico», tradujo Íñigo mientras el cubierto parecía doblarse ante la cámara. Con la cuchara en primer plano, el presentador explicó que era nueva. Su equipo la había comprado aquella mañana. Segundos después, Geller soltó el cubierto, Íñigo se quedó con la cazoleta en la mano, y el mango cayó sobre la mesa entre los aplausos del público. El israelí hizo también que varios despertadores supuestamente averiados volvieran a la vida tras agitarlos y frotarlos.
«Uri Geller echó a andar decenas de relojes en toda la región», tituló un reportaje de este periódico. Un chico de 15 años, Iñaki Ibarra, puso un viejo despertador, «sin cristal ni minutero», sobre una banqueta ante la tele cuando Geller lo pidió, «y al poco comenzó a oírse el tic-tac». Una vecina de Plentzia, Miren Ansoleaga, «rompía cucharas a voluntad», frotándolas suavemente, «hasta que decidió parar so pena de quedarse sin cubertería…». Hubo casos similares por toda España. Días después, Geller firmaba ejemplares de su libro 'Mi fantástica vida' en unos grandes almacenes madrileños. Diez mil personas hicieron cola para llevárselo dedicado y estuvo semanas en la lista de más vendidos.
Ilusionistas y parapsicólogos decían que todo eran trucos. Unos químicos publicaron en 'La Vanguardia' una carta en la que advertían de que el 'sensitivo' israelí nunca había demostrado sus poderes científicamente ni delante de magos: «El contenido de 'Directísimo' es una triste manifestación del subdesarrollo intelectual de nuestro país», dijeron. El 28 de octubre, el ilusionista José Luis Ballesteros hizo los mismos prodigios ante periodistas en una cafetería madrileña durante la presentación del libro 'Uri Geller al descubierto', de Ramos Perera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología.
Sin controles, éxito seguro
«Geller se negó a someterse a controles, rehuyendo contacto con parapsicólogos y científicos. Esta actitud invalida cualquier experiencia que pudiera haber realizado en condiciones tan idóneas para manipulaciones espúreas como es un plató de televisión», advierte Perera en el libro. Con Íñigo en TVE (1975) y en ETB (1987), con Concha Velasco en TVE (2001), con Ana García-Siñeriz y Boris Izaguirre en Cuatro (2007), con Pablo Motos en Antena 3 (2013)… En España, a Geller nunca le han puesto en la tele impedimentos para evitar trampas.
No tuvo tanta suerte en agosto de 1973 en 'The Tonight Show' de Johnny Carson, en la NBC. Carson sabía que el joven había actuado como mago en clubes nocturnos de Israel. Para evitar que hiciera pasar trucos de ilusionismo por superpoderes, pidió ayuda al mago y escapista James Randi. Veterano cazacharlatanes, Randi le aconsejó que toda la utilería -cucharillas, clavos, llaves, relojes y latas de película fotográfica- fuera nueva y que ni el 'psíquico' ni sus colaboradores tuvieran antes acceso a ella. Ya en antena, Geller no dobló nada y fue incapaz de identificar, sin tocarla, la única lata de película entre veinte que tenían agua, a pesar de que, decía, sus poderes le permitían hacer eso y detectar yacimientos petrolíferos y metalíferos. «Fallé delante de 40 millones de personas», lamentó después.
«El de la cucharilla doblada es un clásico entre los magos», afirmó Juan Tamariz en 'Abc' días después de la exhibición de Geller en TVE. Y explicó cómo se hace: antes del espectáculo, se dobla varias veces el cubierto hasta conseguir que el metal se agriete por la parte más estrecha; en escena, se tapa ese punto con dos dedos -como hizo Geller en 'Directísimo'- y se deja que otra persona coja el cubierto por la cazoleta; cuando, moviendo la cuchara arriba y abajo, se nota que ya se ha roto, se suelta y… ¡el mango cae! Que algunos relojes mecánicos parados -no averiados- echen a andar tras frotarlos entre las manos tampoco tiene misterio: el calor hace que se licúe la grasa solidificada en los engranajes y la maquinaria funciona unos segundos antes de pararse. Por eso, ante Íñigo, Geller volcó los despertadores en la mesa para que nadie los viera detenerse.
El auténtico poder de Geller
En 1971, bajo hipnosis y presuntamente poseído por unos alienígenas, Geller contó a su biógrafo, el parapsicólogo Andrija Puharich, que fue enviado a la Tierra para prepararnos ante un inminente desembarco extraterrestre. Luego se retractó en parte: sostiene desde hace años que hay «una pequeña probabilidad» de que sus habilidades tengan origen alienígena. Los magos nunca le han creído. Hay ilusionistas que leen la mente, mueven cosas a distancia, las doblan, predicen el futuro... Son mentalistas, expertos en crear la ilusión de tener poderes gracias a trucos y al conocimiento de la naturaleza humana.
«Uri Geller solo sabe cuatro trucos de magia. Cualquier buen ilusionista conoce entre 30 y 40 que hace extraordinariamente bien. Geller, solo cuatro y muy simples», aseguró Randi a este periódico en 2012. «Puedo repetir todos los efectos de Uri Geller», confirma el español Jorge Blass. Aunque desde los 70 los ilusionistas han coincidido en que Geller es uno de ellos y han replicado todos sus efectos, eso no ha mermado el éxito del israelí, que ha amasado una fortuna con actuaciones teatrales, programas de televisión, libros, juegos de mesa….
Como apuntó el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, «hay algo que queda por explicar: el efecto Geller, la capacidad de un mago competente, aunque quizá no sobresaliente (solo sus compañeros pueden juzgar eso), para causar un impacto tan extraordinario en el mundo y convencer a miles de personas sensatas de que es auténtico o, al menos, digno de ser tomado en serio».
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