La editorial de la esperanza
La Feria del Libro de Bilbao entrega la Pluma de Oro a Itxaropena, que empezó a publicar libros en euskera y de tema vasco en los años 30
Tras el reconocimiento a la trayectoria editorial que la Feria del Libro de Bilbao ha hecho a Itxaropena, con la entrega del Premio Pluma de Oro-Urrezko Luma Saria, hay mucha más historia de la que se podría pensar. Acostumbrados como estamos a ver editoriales nacidas a partir del último cuarto del siglo pasado, lo de Itxaropena es otra cosa: lleva casi cien años, de una u otra manera, al pie de cañón, publicando libros sobre tema vasco y en euskera, con su propio sello o haciendo de imprenta para otros.
Cualquier día entran en el negocio los de la cuarta generación, esa es la esperanza, tal y como decía Pello Unzurrunzaga ayer al recoger el premio. Estos herederos tendrán que enfrentarse a los retos del siglo XXI, y tal vez las experiencias que vivieron los anteriores eslabones de la cadena les sirvan de ejemplo, porque esas sí que tienen lo suyo.
Editar era «un gran reto» cuando Patxi Unzurrunzaga, el primero, comenzó con la imprenta en los años treinta. Ya un poco antes se había creado un movimiento cultural que quería que el bilingüismo de la sociedad vasca se reflejara en los papeles.
Tenía que verse en la educación, también en los libros. Y así fue como el primer Unzurrunzaga impresor, asociado con los hermanos Estornés, participó en la publicación de obras de una colección llamada Zabalkundea: 'Garoa', 'Narraciones baskas', 'El hombre primitivo en el País Vasco' y 'La democracia en Euskadi'. Estaban escritas y publicadas en castellano y algunas se tradujeron al euskera y se publicaron en otra colección, Egia Sorta.
Llegó la guerra y los Estornés marcharon al exilio. Los Unzurrunzaga siguieron viviendo en Zarauz y entonces sí se le dio nombre a la editorial que ha llegado hasta hoy, Itxaropena, que como dijo ayer Asier Muniategi, el coordinador de las ferias del libro de Euskadi, es «una historia y un patrimonio».
Contra la dictadura y contra la censura, en los años cincuenta salieron de sus máquinas libros en euskera como 'Kresala', de Txomin Agirre, 'Bihotz-begietan', de Xabier Lizardi, 'Peru Abarka', de Joan Antonio Mogel. Era la colección Kulixka Sorta. También pudieron leerse en esta lengua traducciones de obras como 'La familia de Pascual Duarte, de Cela, y 'El viejo y el mar', Hemingway.
Fueron «años oscuros» tras los que llegarían la Transición, los primeros años de la democracia... y con ellos el surgimiento de otras editoriales en euskera. Fue en ese momento cuando los Unzurrunzaga decidieron que habían cumplido con su tarea y que volvían a ser solo imprenta -servicios para la edición, preimpresión, impresión (offset, digital) y encuadernación, tal y como aparece en su web-. Es de esa manera como siguen ligados al universo literario euskaldun, con la esperanza de hacerlo durante al menos otra generación más.