Sala del Museo Granet en Aix, que acoge la exposición 'Cézanne au Jas de Bouffan'. AFP

La cultura late con fuerza en La Provenza

Los Encuentros de Fotografía de Arles, el Festival de Teatro de Aviñón y tres muestras sobre Cézanne en Aix atraen a miles de visitantes

Viernes, 25 de julio 2025, 00:12

Los visitantes que se acercan este verano hasta Arles, en La Provenza, son recibidos por un llamativo cartel, sugerente y provocador. Un joven aborigen aparece ... de pie sobre el capó de un vehículo, vestido con un traje de superhéroe. Es una imagen rebelde, lema de la 56 edición de los Encuentros de Fotografía, que desde hace más de medio siglo se han convertido en una cita obligada para los amantes de la fotografía, que peregrinan hasta este atractivo enclave junto al Ródano, en el sur de Francia.

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Este año se han programado 47 exposiciones en 27 lugares emblemáticos de la ciudad, con obras de 170 artistas, entre ellos el retratista David Armstrong (fallecido en 2014) y la activista Nam Goldin, Premio Mujeres en Movimiento 2005. Isabelle de Lagasnerie, fotoperiodista de la cabecera 'La Croix', considera que se trata de «imágenes indomables», que reflejan el compromiso, la defensa de la diversidad, la inclusión y la memoria mestiza, «perspectivas que cuestionan, resisten o perturban», añade la editora del periódico francés.

Las imágenes rebeldes interpelan al paseante cuando recorre el casco antiguo, se acerca al teatro romano, se detiene junto al obelisco egipcio en la Plaza de la República o se interesa por la catedral y el claustro románico de San Trófimo, donde Federico I Barbarroja fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Incluso cuando degusta el sabroso arroz de las marismas de La Camarga cercana a la sombra del poderoso anfiteatro romano. La organización espera 160.000 visitantes hasta su clausura, prevista para el 5 de octubre.

El legado de Cezánne

La atmósfera del periodo impresionista siempre está presente, sobre todo en las animadas terrazas de los cafés, en los que se inspiró Van Gogh para pintar 'Los girasoles', 'La silla' y 'Le café la nuit'. Eso no sólo se nota en Arles, sino en toda La Provenza, donde las grandes citas culturales rivalizan con los campos de Lavanda y la convierten en una región rebosante de vida. Es más patente en Aix-en-Provence, que no cesa en su reivindicación perpetua del legado de su paisano Paul Cézanne, al que este año le dedica tres exposiciones en vísperas de la celebración de los 120 años del pintor postimpresionista.

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Aix, inmortalizada por el pintor, debe mucho a Cézanne, reconocido con mucho retraso tras ser casi ignorado en vida. Quizás por su carácter huraño y hermético, con mucho temperamento. Su relación con la ciudad se explora en la muestra que se exhibe en el Museo del Vieux Aix hasta el 5 de enero del próximo año. El Pavillon de Vendôme, que acogió dos grandes retrospectivas del artista (en 1956 y en 1961), también le dedica ahora una exposición (L'expo des expos') para poner en valor el impacto de aquellas importantes iniciativas. Permanecerá abierta hasta el próximo 2 de noviembre y ya solo el edificio y sus jardines merecen la pena.

El plato fuerte se degusta en el Museo Granet con la muestra 'Cézanne au Jas de Bouffan', la bastida familiar en la que el pintor pasó más de 40 años, y donde perfiló su característico estilo. Hasta el 12 de octubre se exhiben 130 obras, entre las que se encuentran 90 cuadros del artista y varios préstamos de otros museos. La casa solariega está abierta al público, al igual que el Atelier des Lauves, a dos kilómetros al norte de la ciudad, que ofrece una mirada sobre la vida privada del creador, y su estancia favorita, una habitación muy iluminada con una gran cristalera. La exposición recorre los lugares y las obras que jalonaron el proceso creativo del artista, maestro de las vanguardias.

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Tuve la oportunidad de conocer y disfrutar de la ruta que une a Cézanne con Aix, cuyos paisajes y piedras inmortalizó una y otra vez en sus lienzos. Como las canteras de Bibémus, cuyos colores ocres y líneas plagió en sus telas, rebosantes de la luz del Midi. Se han habilitado distintos senderos para conocer los sitios más emblemáticos. Desde algunos de ellos se divisa la montaña de Sainte Victoire, una mole de piedra calcárea abrazada en su base por viñedos, olivos y pinos, que pintó hasta en 87 ocasiones.

Algunas de ellas desde la carretera de la comuna de Le Tholonet, ubicada al pie del macizo (a seis kilómetros de Aix), donde pasó algunas temporadas en medio de un paisaje bucólico repleto de viñedos y zonas boscosas, con huellas de la Vía Aurelia. El cercano lago Zola lleva el nombre del padre del escritor Emile Zola, gran amigo de Paul Cézanne.

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Por supuesto, hay que disfrutar del ambiente de la ciudad, plagada de fuentes y alamedas y plazas con árboles, que funciona a un ritmo tranquilo con un cierto aire parisino. La arteria es el Cours Mirabeau, donde los fetichistas se podían sentar en el café Les Deux Garcons, donde Cézanne y Zola tenían su cuartel general (ahora está cerrado, pero hay más). A los cinéfilos les gustará saber que aparece en una escena de la película 'Á double tour' (Una doble vida), un thriller de Claude Chabrol, protagonizada por Jean Paul Belmondo. Una excusa para debatir con tranquilidad sobre el impresionismo y la 'Nouvelle vague'.

El mayor edificio gótico

Y del cine al teatro. Aviñón clausura estos días el programa oficial de sus famosos festivales, que este año cumple 79 ediciones en el panorama de las artes escénicas internacionales contemporáneas. Siempre queda la resaca con programas alternativos y audiciones callejeras porque la propia ciudad es como un escenario gigante, que merece la pena conocer. El epicentro se encuentra en la Sala de Honor del Palacio de los Papas, pero sus réplicas laten y se sienten en una treintena de rincones, donde se da rienda suelta a la creación teatral.

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Entre los muros de esta colosal fortaleza, el mayor edificio gótico de Europa, tienen lugar ahora las representaciones, pero antes se sucedieron hasta seis cónclaves, cuando se convirtió en una residencia monumental, e inexpugnable, del papado. Fue entre 1309 y 1377, a las puertas del gran Cisma de Occidente. Hasta siete obispos de Roma se alojaron y se refugiaron allí con su corte, cuando los defensores de la soberanía pontificia se enfrentaron a la maquinaria de guerra de reyes y emperadores. El poder espiritual frente al poder temporal, un pulso que todavía hoy se sigue librando.

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