Un homenaje al paisaje que forjó la Euskadi industrial
Itsasmuseum inaugura 'ARS EX INDUSTRIA', una exposición multidisciplinar que reinterpreta la memoria del País Vasco desde los años 80 hasta hoy
A veces basta detenerse ante una pieza de hierro, un viejo dique o una fotografía sepia para intuir el latido de una ciudad que se ... forjó entre máquinas. De ese gesto —mirar hacia atrás para entendernos mejor— surge 'ARS EX INDUSTRIA', la nueva exposición inaugurada este martes en Itsasmuseum por la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública (AVPIOP) como acto central de su 40º aniversario.
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La muestra, abierta desde hoy hasta el 26 de abril, reúne 36 obras de artistas vascos, nacionales e internacionales que, desde los años 80 hasta hoy, han explorado la estética, la memoria y las huellas sociales de la industrialización. No se trata solo de recordar, la exposición reivindica la capacidad del arte para reinterpretar un pasado que aún estructura nuestro paisaje.
Tres claves del proyecto
El recorrido está comisariado por el doctor en Bellas Artes Alberto Salcedo: «Este proyecto es uno de mis grandes sueños. Reúne artistas que han trabajado la idea de lo industrial durante los últimos 40 años, coincidiendo con la vida de la propia asociación», explica. Además, ha subrayado las tres claves del proyecto: multidisciplinariedad, intergeneracionalidad e internacionalidad. Salcedo insiste en que la exposición «no es lineal ni acumulativa», sino un diálogo de piezas que abordan desde la arquitectura industrial hasta los paisajes del trabajo, pasando por la mirada contemporánea hacia un mundo posindustrial.
«Hace cuarenta años apenas se hablaba de patrimonio industrial, pero hoy goza de un reconocimiento cada vez más sólido», ha destacado el director de Itsasmuseum, Jon Ruigómez, quien recuerda que este legado «forma parte de nuestra memoria y de nuestra identidad, tanto material como inmaterial».
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Un Bilbao contradictorio
Entre las piezas más conmovedoras del recorrido destaca 'Yo estuve allí (1993)', de Eduardo Sourrouille, una obra que funciona como una despedida silenciosa de la antigua Compañía de Maderas de Bilbao. En sus fotografías, figuras enmascaradas posan entre las ruinas de la fábrica, como si quisieran proteger lo que está a punto de desaparecer.
La exposición también recupera la mirada crítica y mordaz de Juan Carlos Eguillor, que convirtió la chimenea de la Compañía de Maderas en un símbolo urbano. En su dibujo Bilbao, el artista imagina una figura con cuerpo vestido de titanio —la piel metálica del Guggenheim— y cabeza de chimenea. El personaje abraza un libro titulado Bilbao, como si se preguntara qué ciudad emerge cuando la memoria industrial es sustituida por una postal brillante. La obra, convertida casi en viñeta profética, retrata el desconcierto de una ciudad que crecía hacia el futuro sin saber cómo despedirse de su pasado.
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La fábrica como relato
Otro núcleo fuerte de la exposición lo conforman las obras que rescatan el factor humano. En 'Compañeros de hierro (1995)', Fidel Raso retrata a trabajadores que miran a cámara con una mezcla de cansancio y orgullo, mientras que las fotografías de Iñaki Izquierdo o Juantxu Rodríguez capturan la vida obrera sin romantizarla: manos manchadas, ropa gastada, conversaciones al borde de una máquina. Son escenas de una cotidianidad que ya no existe pero que, vistas hoy, funcionan casi como un álbum colectivo.
También sobresale 'Baldío (2020)', de Ana Schmidt, una escena de periferia industrial donde casi nada permanece en pie. El paisaje aparece suspendido entre el abandono y la reconstrucción, como si el tiempo hubiese hecho un paréntesis. La artista captura esos intersticios urbanos que suelen quedar fuera de los mapas pero dentro de la memoria de quienes vivieron el auge y caída de la ciudad-fábrica.
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En conjunto, las más de 36 obras seleccionadas componen una lectura amplia y sensible del País Vasco industrial y postindustrial. Entre las fotografías, pinturas, esculturas y piezas conceptuales, la exposición invita a reconocer que el patrimonio no son solo las fábricas que quedan —o las que desaparecieron— sino la manera en que seguimos mirándolas. Y es ahí donde 'ARS EX INDUSTRIA' encuentra su fuerza, en demostrar que la historia industrial vasca sigue presente no porque se conserve en un archivo, sino porque los artistas continúan interrogándola.
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