Siempre ha sido interesante la experimentación y la curiosidad pictórica de Darío Urzay, testigo fiel en su tiempo vital de la reacción neo-expresionista contra ... la desmaterialización del arte y atento siempre a las texturas y a las superficies pictóricas, buscando modelos o inspiraciones que reflejaran los signos identitarios de su obra. Pues bien, ese es el contexto evolutivo y dinámico en el que sus 'camera strokes', es decir, sus pinceladas que abrazan la técnica fotográfica de una manera libre para incorporar los rastros de luz, se transforman no tanto en un proceso de acción gestual como, sobre todo, en una idea preconcebida que pretende incorporar el movimiento, estableciendo una relación entre la obra y el espacio público concreto, el contexto preciso y el vínculo entre el artista y el espectador.
En efecto, ese es el mismo proceso creativo que fundamentó la instalación múltiple de imágenes fotográficas 'Shoot Strokes', encargada al artista por el Museo Guggenheim con motivo de la final de la Copa del Rey, cuya virtud esencial estaba precisamente en ese diálogo concreto e icónico en un momento determinado con el edificio de Frank Gehry, con las luces de Bilbao y de la ría y con los colores del equipo de sus amores.
Lógicamente, la posterior edición gráfica y limitada de dos piezas en formato más reducido vinculadas con lo anterior o incluso de otra fragmentada en tamaño natural que ahora luce expositivamente en el museo de San Mamés son el valioso recuerdo artístico de un proceso creativo 'ad hoc', pero no tanto el testimonio real y preciso de un diálogo creativo tan formidable como puntual.
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