La constelación de Pello Irazu
El artista guipuzcoano se cuestiona en la muestra 'Zuretzat' la relación entre lo material y lo virtual
El visitante de la última exposición de Pello Irazu en Bilbao se siente un observador privilegiado cuando se sitúa en el centro del dispositivo. Las ... abundantes obras se despliegan a su alrededor como si se tratara de una constelación de estrellas de similar refulgencia y cada una reclamara su atención sin conflictos ni estridencias. «Aunque son diferentes, no resultan antitéticas, conviven bien», señala el artista y se refiere a la singularidad de las piezas como una poderosa seña de identidad. La muestra 'Zuretzat' permanecerá abierta hasta el día 31 en la galería Carreras Múgica.
Esa individualidad se suma a otras características que pueden establecer el patrón necesario de la atractiva formación estelar. «Las piezas comparten una problemática formal pero las soluciones son individuales y cada una te conduce de forma diferente», asegura y reconoce que todas exploran el mismo fenómeno: «Se trataba de elaborar objetos desde su materialidad para pasar de la presencia de lo escultórico a lo visual, a la virtualidad».
Las formas y los recursos empleados para ese tránsito son variados. Aparecen los habituales ensamblajes, sillas encontradas como argumento que recurre a lo real, un formato similar, cierta ligereza y fluidez en el itinerario, para facilitar el cambio y la comprensión. «Ha sido un proceso intenso en el que me he guiado por lo que iba pidiendo cada propuesta y en positivo, sin resistirme a lo que solicitaban y, a ese respecto, creo que la vivencia ha sido positiva», confiesa el artista, que siempre aborda sus preocupaciones estéticas sin acudir a la representación.
El trampantojo, la quema de la cubierta para generar una nueva superficie, la saturación visual a través del color o el uso de un espejo para generar sencillamente una forma virtual de la materia son algunos de los procedimientos utilizados. «Cada pieza posee sus activos con los que te interpela», aduce.
El propósito es llegar a esa frontera entre materia e imagen, en la que, a pesar del artificio resultante, siempre se precisa de la referencia de lo físico. «Lo escultórico es una condición material y todo aquello que posee cuerpo ha de estar presente de alguna manera y la simple presencia ya cuestiona la virtualidad, pero lo que puedes hacer es que ese proceso, en vez de encerrarse en sí mismo, acuda hacia la frontera y se hibride, que el arte extreme los límites».
La inteligencia artificial, a su juicio, sigue ese camino porque nos ubica en un espacio en el que la realidad deja de ser una referencia. «Te sitúa en un lugar en el que la realidad ya es una imagen de lo material gracias a una máquina», indica. «Hay algo de pérdida de la coordenada física, del origen e, incluso, el deseo».
La selección incluye elementos tridimensionales y dibujos con sugerencia figurativa. «Yo nunca me he considerado a mí mismo abstracto», alega. «Otra cosa es que tengas una aproximación al espacio, pero lo real siempre ha estado presente. Reconozco que en los dibujos el apéndice figurativo se antoja más evidente».
La exposición nos interroga sobre un fenómeno tan actual como es el de esa naturaleza ambivalente, un mundo en el que las certezas y los propósitos se disipan, la inteligencia artificial nos seduce a través de fórmulas generadas mecánicamente, y, paralelamente, la mentira, otro tipo de artefacto de ficción al fin y al cabo, envuelve el mensaje político. En este panorama, ¿el arte puede mantener su eficacia? «El arte es un mecanismo de comunicación», afirma el creador. «Cuando utilizas un espacio público planteas tu lógica para comprobar si comparten esa visión y tal planteamiento siempre perdurará».
Pero hay problemas nuevos. «Antes, ser artista constituía un logro y comportaba cierto reconocimiento, mientras que, ahora, los jóvenes creadores lo tienen más difícil porque compiten con más actores que cuestionan su práctica, hay más espacios públicos con los que luchar para hacerse con la mirada del individuo», señala. «¿Cómo cribar ante tantos puntos de acción?», se pregunta y reconoce: «Vivimos en un cielo estrellado en el que todos los astros pugnan por brillar más».
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