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La nueva tienda de Berta en Plentzia: moda 'chic', mucho estilo y ganas de «hacer pueblo»
Esta emprendedora, con una larga trayectoria en la moda, ha abierto en su pueblo un comercio que apuesta por lo local, lo sostenible y lo hecho a mano
Berta Martínez y Lucía García-Cardenal aparcan cada día sus bicis en el árbol que custodia la entrada de Bertas y se convierten en ... tenderas, entre risas, charlas y clientes que parecen de toda la vida. Estas dos amigas plentziarras, que se conocieron porque sus hijos juegan juntos al rugby, son un soplo de aire fresco en la calle Erribera de Plentzia, que se ha llenado de color y alegría con su escaparate pintado de rosa, su moda 'chic' y sus ganas de «hacer pueblo». «Un día, en un partido de rugby, le pregunté si trabajaría conmigo en la tienda. Se lo pensó y me dijo que sí. Lucía me ayudó a hacer toda la obra y me cogió de la mano, sosteniéndome durante todos mis miedos. Alquilé el local en noviembre y lo tuve tres meses parado porque entré en pánico», cuenta Berta, dueña de este nuevo comercio, donde vende ropa que le gusta, seleccionada con cariño y de marcas en las que confía.
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Esta emprendedora de 44 años estudió Administración y Dirección de Empresas en Sarriko, pero enseguida se dio cuenta de que no era lo suyo, que le apasionaba la moda. En su juventud, abrió una tienda de decoración en Bilbao con su prima, pero la dejó en sus manos porque aquello no le llenaba. «Me encantaba la ropa, era mi perdición», asegura. Más tarde, se lanzó a la aventura de montar una tienda de moda de segunda mano con una amiga en el barrio de San Francisco. «Nos lo pasamos muy bien, pero aquello no salió». También abrió otra tienda en Algorta con otra socia, pero tampoco funcionó. «De ahí que ahora me hayan entrado tantos miedos», confiesa Berta, que trabajó durante catorce años con «sus idas y venidas» en la tienda bilbaína Divina Martina. «Tengo muchas ganas y más experiencia, así que espero que esta vez sea la buena», ríe.
Berta dice que su proyecto no se entiende sin Lucía, que es quien la «anima todo el rato». Lucía estudió Turismo en Deusto y trabajó en la recepción de un hotel, pero aparcó el mundo laboral hace 18 años para volcarse en la crianza de sus tres hijos. «Me he dedicado a ellos y lo he disfrutado, pero esta etapa me está dando vidilla. Estoy aprendiendo un montón y está siendo una aventura, mucho más que un trabajo, porque hemos formado un 'bikote' (una pareja) muy especial. Berta confió en mí más que yo misma», cuenta esta mujer afable y cercana, que viene de una familia de comerciantes: su padre regentó la sastrería Cardenal en la bilbaína calle Correo.
«Puedes entrar a charlar»
Para Berta y Lucía, Bertas no es solo una tienda, sino un punto de encuentro donde recuperar la esencia del pequeño comercio y el contacto con la gente. «Queremos que los vecinos entren, que charlemos, que se sientan cómodos, sin prisas, como cuando ibas de compras tranquilamente», dice Berta. Con su proyecto buscan «hacer pueblo», dar vida a Plentzia y mirar a los ojos a su clientela. «Ahora todo va tan rápido, todo por internet… nosotras queremos justo lo contrario: tiempo para mirarte al espejo tranquila. Y si quieres, te llevas la prenda a casa para probártela o te la reservamos, y ya la pagarás», añade Lucía. De hecho, llegaron a colgar un cartel en la puerta que dejaba clara su filosofía: «Puedes entrar solamente a charlar». Y tampoco le dieron muchas vueltas al nombre. «Yo no voy a la frutería Susurbil, voy donde Mikel, así que para qué iba a perder tiempo en pensarlo, si la gente iba a venir a la tienda de Berta», dice entre risas su propietaria.
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En su tienda, decorada con muebles recuperados e incluso rescatados de la basura, se pueden encontrar prendas de Bobo Choses, con sus «maravillosos estampados»; Tiny Cottons, con ropa «con mezclas geniales», hecha de forma ética en Barcelona; y American Vintage, con «sus básicos atemporales de gran calidad». También cuentan con complementos, como los zapatos «con rollazo» de la marca española artesanal Naguisa. «Después de muchos años trabajando en moda, he aprendido que vestir es mucho más que seguir tendencias: es una forma de expresión, de sentirte libre y auténtica», asegura Berta. Por eso ha confiado en marcas vizcaínas que también ponen cariño y cuidado en lo que hacen. En la tienda conviven los bolsos de piel de Mercules, las velas artesanales de Ixaboiak, los collares de Marta, de Pleamarta, hechos con «conchas de nuestra costa»; y las colchas y vestidos de Maitane Bilbao, con sus estampados únicos. Además, esperan lanzar pronto una colección propia con la ayuda de una patronista vizcaína.
«La acogida ha sido increíble. La gente ha venido con mucho cariño, nos ha animado un montón y nos ha hecho sentir que Bertas ya es parte del pueblo», celebran estas amigas, que también abren los domingos por la mañana. Eso sí, cada día cogen sus bicis y vuelven a comer a casa. «Tardamos tres minutos y así podemos comer con nuestros hijos. Nos gusta criarlos, y este proyecto nos permite estar con ellos», cuentan. De hecho, suelen pasarse por Bertas a visitarlas. «A veces vienen por aquí y se sienten como en casa. Nos dicen que les gusta mucho la tienda, que están orgullosos y que les encanta vernos trabajar juntas». Ellas también están felices por haberse atrevido con un pequeño comercio que insufla vida y alma a Plentzia, con su fachada pintada de rosa.
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