«Lo bueno es sentirse una mujer especial y diferente, no una más del montón»

- ¿Por que siguió con el negocio de su madre, fundado hace 40 años, en vez de montar el suyo?

- Yo lo siento un poco mío porque entré a los 19 años. Siempre cuento la misma historia. Mi madre avaló la compra de mi primer coche, pero me advirtió 'Te lo vas a pagar tú cada mes'. Eran 64.000 pesetas. 'Y como no te lo pagues, te van a embargar', me advirtió.

- Bonita lección.

- Salió dentro de mí una fiera que gritó ¡uf!.

- ¿Y pisó el acelerador?

- Claro. Cogí el coche y me fui a Marbella.

- ¿Por qué a Marbella?

- Porque también soy soñadora. Fui a vender allí y todo el mundo me preguntaba '¿qué firma eres?' Y yo: Lola Casademunt. Nadie la conocía.

- Qué duro.

- Todo el mundo me insistía 'tienes que ir a la Feria de Madrid, que es donde vemos las colecciones'. Así que mi madre la fundó, pero la levantamos entre las dos.

- ¿Actualizó la marca?

- Mi madre ha sido mi súper profesora de la vida, me enseñó a luchar. En 2018 mi marido entró en el accionariado y ahí empezó el despegue. ¿Por qué? Mi madre es una tía muy válida, pero tenía una mentalidad muy de empresaria de antes.

- De la época que le tocó.

- Me repetía 'hazlo todo tú. Como tú, ninguna. No hace falta que fichemos a nadie.

- Muy suya.

- Tenía miedo de que fichásemos un director general y hundiera la empresa. En cambio, mi marido es de los que piensa 'rodeémonos de gente buena y seguramente la haremos mucho más grande'. Profesionalizó la compañía.

- ¿Cómo es trabajar con su marido, al estilo de Prada, donde Miuccia diseña y su pareja cuida las finanzas?

- Es un gusto trabajar con él porque es un tío listo. Sabe que me tiene que dejar libertad en la parte creativa, mientras él aporta la visión estratégica.

- ¿Qué les da a sus clientas?

- El mejor traje que podemos hacerles es el de la seguridad.

- ¿Seguridad?

- No hay mejor traje en la vida que ir segura. Cuando me siento fuerte, me empodero con modelos potentes. Pero si no tengo muy buen día, me pongo discreta.

- ¿Muchas mujer salen de sus tiendas creyéndose Nieves Álvarez, embajadora de la marca?

- No. Lo bueno es sentirse diferente, especial, no una más del montón. Me gusta arriesgar un poquito. El que no arriesga no gana.

- Transformaron una marca de complementos en una firma global de moda. ¿Quieren comer toda la tarta del negocio?

- Espera, que no hemos acabado. Suelen decirme 'Maite, tranquila'. Yo quiero hacerlo todo.

-¿Qué ha hecho para merecer el premio Empresaria del Año de CaixaBank?

- Trabajar, trabajar y trabajar. Y poner mucha pasión y soñar.

- ¿Por qué han puesto el ojo en Euskadi?

- La mujer vasca tiene carácter y es disfrutona.

- ¿En quién confía más, en el negocio de Bilbao o San Sebastián?

- En ambos.

- Corrección política al máximo.

- Ja, ja. Para mí, Madrid es como San Sebastián, más elegante pero más clásica. Y Bilbao, como Barcelona, moderna y transgresora.

- Frente a la incertidumbre, apuesta por nuevas aperturas.

- ¿Le digo una cosa?

- Atrévase.

- A veces pienso en la famosa frase de 'lo hice porque no sabía que era imposible'. Me gusta vivir en ese mundo.

- ¿Cómo vivieron la pandemia?

- Supuso nuestro despegue.

- ¿En serio?

- Todo estaba parado y se disparó la creatividad. Hicimos más colecciones que nunca. No sonaba el teléfono, no viajábamos... Nos reinventamos.

- ¿Por qué crecen tanto?

- Veo un potencial brutal en el mercado internacional

- ¿Por qué apuestan por tiendas de gran tamaño?

- Las prendas nunca deben invadir y las tiendas deben ser espacios donde pasar un buen rato,

- ¿Su madre se sigue reconociendo en la firma?

- Tiene ya 92 años, pero tiene momentos muy graciosos. Me suele decir 'bueno, Maite, ¿mañana a qué hora me vienes a buscar para ir al trabajo?' 'Estate preparada a las ocho', la contesto. Casi no puede ni andar, pero mantiene su fuerte carácter y tengo que darle las gracias. Cedió el testigo porque, de haber sido como la reina de Inglaterra, nunca me hubiese dejado sacar la cabeza. Le debo mucho. A veces suelo decirla 'mamá, creo que vas a ser famosa por el mundo entero'.

- ¿Por qué esta promesa?

- Se lo merece. Cuando flojeaba ahí estaba ella recordándome 'aquí no hay debilidades, Maite'.