«Mientras yo dudo con Javi, a Nahia, una pareja de cirujanos le propone un intercambio…»
Yo le cuento a mi amiga que quiero dejar de verme con Javi, y ella me sorprende con la propuesta inesperada que recibió el último sábado de Aste Nagusia…
Karri Bilbao
Viernes, 29 de agosto 2025, 00:27
Último viernes de vacaciones antes de volver a la rutina laboral. Esta tarde me veré con Javi, después de haber aplazado varios días una conversación que no podía posponer más. Prolongar lo inevitable sería cobardía por mi parte y debo ser sincera para no hacerle aún más daño. Sé que no estamos en el mismo punto y que no puedo darle lo que necesita. Sentir que me da más que yo a él solo me causa malestar y no es justo para ninguno de los dos. Le diré por tanto que debemos dejar de vernos y que, si tenemos alguna posibilidad en el futuro como pareja, el tiempo lo dirá…
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Nahia me escribe para quedar a tomar un café y ponernos al día, cara a cara, tras su ausencia por vacaciones desde el domingo. Me cuenta que, el último sábado de Aste Nagusia, coincidió de madrugada con una pareja de cirujanos que conoce desde hace tiempo. Entre risas y confidencias, le propusieron mantener una relación swinger. Por mi reacción instantánea, Nahia capta mi ignorancia en la materia. Pregunto el significado del término en inglés y, tras llamarme anticuada, resume que se trata de un intercambio de parejas consensuado, sin implicación sentimental, exclusivamente sexual. Continúo con cara de asombro mientras le interrogo con una batería de cuestiones sobre qué, cómo y cuándo… Nahia dice que se quedó perpleja y que sigue digiriendo la proposición como mejor puede, más aún cuando proviene de compañeros de profesión desde hace una década, a los que verá la semana próxima cuando regrese a los turnos de trabajo en el hospital.
Desde luego que los tiempos han cambiado, comentamos. Matrimonios unidos desde hace una eternidad acuerdan juntos mantener relaciones sexuales con otros, sin considerarse infidelidad. Dicen que la decisión de emprender esta actividad les fortalece y vincula de manera indisoluble… Pero a mí no me convence en absoluto una práctica en la que, por mucho consenso y transparencia que exista, resulta extraño visualizar a tu pareja con otra mujer y a ti con otro que no sea él. Llámame antigua, pero no me veo en una situación así, ni me gustaría que a una potencial pareja le pareciera normal.
Al hilo de la conversación surge otro término: el denominado poliamor. También basado en la honestidad y la comunicación abierta entre las partes involucradas, conlleva simultanear varias relaciones afectivas. Tampoco me convence, le digo a Nahia. ¿Swinging o poliamor? Descarto ambos. Seré tradicional, antigua, retrógrada… Lo cierto es que somos fruto de una educación recibida y de unas vivencias determinadas que nos marcan el paso desde la cuna hasta la edad adulta. Entiendo el sexo ocasional sin afecto; no comparto el intercambio entre parejas ni el poliamor cuando se está en pareja, reflexiono en alto, mientras Nahia se despide aprisa porque ha quedado con su hermana Iratxe para ir de compras por la zona comercial de Marqués del Puerto.
Continúo por Gran Vía, pensativa tras el encuentro con mi amiga y nuestro intercambio sobre términos tan ajenos a mis circunstancias actuales. Mientras camino, escribo a Javi para preguntar cómo está y si podemos vernos esta tarde, a las siete, en el Basque de la calle Astarloa. Responde de inmediato, con un «claro que sí»…
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