Sexo en Nueva Bilbao (XLIII)

«Querernos no fue suficiente: me despido de Javi con besos y una promesa...»

Decir adiós no es fácil, pero es un acto de amor propio y de respeto al otro

Karri Bilbao

Viernes, 5 de septiembre 2025, 11:17

Quedé con Javi en el Basque el viernes pasado y tuvimos la conversación pendiente que ponía fin a una relación de meses. Con sinceridad le expuse que no estábamos en el mismo punto y que la falta de reciprocidad en los sentimientos me generaba un malestar creciente por no poder corresponderle. Entre mis prioridades no está sustituir al hombre con quien he compartido años e hijos en común que nos unirán siempre, sino recuperar lo que fui dejando de mí por el camino en favor de la convivencia y de la construcción de una vida feliz que dejó de serlo hace ya un tiempo.

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Javi ya intuía el contenido de la conversación y no mostró sorpresa, pero sí decepción y tristeza, unidas a una sensación de pérdida de tiempo por haberse ilusionado con la posibilidad de un futuro conmigo. Conocernos desde que éramos críos atajaba laberintos por explorar que surgen con los recién llegados: desconocidos que prenden la llama de la ilusión, pero que, a un soplo de aire, la apagan, porque es complicado cumplir expectativas mutuas llegados a cierta edad, conformarse o ceder soberanía para edificar un proyecto junto a alguien que, con el transcurso de los años, suma pesos a una mochila que cuesta sobrellevar. Pienso que, aunque duela escucharla o expresarla, en la sinceridad y la autenticidad está la clave para afrontar el día a día sin traicionarse a una misma y, por extensión, a los demás. Escudarse en la falsedad de un retrato de pareja feliz cuando no funciona, o en el silencio como arma de defensa, denota falta de valentía y solo sirve para prolongar la agonía, el resentimiento y otros sentimientos que marchitan aquello que floreció fruto del amor al inicio de la relación.

Nos despedimos con un 'te quiero' dicho al unísono, besos en las mejillas, un abrazo cálido y la promesa de vernos pasado un tiempo: el necesario para amortiguar la pena que sentimos porque lo nuestro no haya funcionado. Querernos no fue suficiente, medité al darnos la espalda y emprender cada uno su camino en busca de una felicidad que interpretamos de tan distintas maneras: en pareja o en soledad, según sean las circunstancias, las necesidades, los tiempos…

Es viernes y hemos quedado Izaskun, Ane, Nahia y Lidia para cenar en el restaurante recién inaugurado de Ledesma, Abrasadero. Parece acogedor desde fuera y la carta tiene muy buena pinta. Tenemos ganas de vernos y ponernos al día de cara a la nueva temporada que dará por finalizado el verano. Antes tomaremos algo en el Katy, a las ocho. Nos reencontraremos con caras conocidas y rostros con nuevas historias por protagonizar y descubrir. Más allá de los amores y desamores que vienen y van, las anécdotas y vivencias, la lección magistral que aprendo cada día es que hay que rodearse de buenas amistades, cuidarlas y tejer complicidades, porque son una red de protección en la que envolverse y caer sin miedo para sentirse acompañada y querida en el peregrinaje de la vida.

Por cierto, Nhoa, ¿eras tú quien estaba en el Basque el viernes pasado? Por tu descripción en los comentarios, me pareció verte… Ojalá nos encontremos algún día por los lugares habituales.

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