La vendimia de txakoli abre las puertas del empleo a 64 exmenas vizcaínos
Un plan del área foral que dirige Teresa Laespada ofrece empleo de temporero a un colectivo que solía quedarse sin recursos ni trabajo
Iñigo Bilbao se acerca a un racimo de hondarrabi zuri y calcula que «pesará unos 150 gramos». Es lo normal en esta variedad y también ... en la hondarrabi beltza, su uva hermana -aunque tinta- que deja un rastro de amargor característico en el txakoli de Bakio. Son las once de la mañana de un martes soleado en esta bella parcela inclinada desde la que se divisa Bermeo al fondo. Es día de vendimia. Ese peso que acaba de calcular con ojo experto el portavoz de ENBA, la organización que agrupa a los baserritarras, explica por qué suelen faltar manos a la hora de recoger las uvas. «Pesa poco y se cobra por lo que recoges. En Bizkaia una persona en una día vendimia entre 400 y 500 kilos, pero en La Rioja unos 2.000 y en Huelva puede llegar a 6.000 kilos», explica. La variedad explica esas diferencias en los racimos y hace que los temporeros vayan al sur para sacarle partido al otoño. En Bizkaia hay años en que no es fácil encontrar mano de obra suficiente. Esta parcela de txakoli Abio tiene hoy entre sus vendimiadores a veinte exmenas, menores extranjeros que han cumplido la mayoría de edad.
Tienen entre 18 y 21 años, la mayoría son marroquíes y forman parte de un grupo más amplio de 64 exmenas vizcaínos que están ya trabajando en viñedos alaveses o recogiendo guindillas y tomates en Bizkaia. A todos se les abrió una gran oportunidad gracias a este plan del área de Empleo, Inclusión Social e Igualdad que dirige Teresa Laespada. «Estos jóvenes acceden a un empleo dentro de su itinerario de inserción y lo hacen acompañados por sus entidades, con un apoyo socioeducativo. Es una llave que, además de la experiencia laboral, les permitirá lograr un permiso de trabajo por dos años», valora Laespada. Esta vía, abierta por un Real Decreto del año pasado y en la que ha colaborado directamente el subdelegado del Gobierno en Bizkaia, Vicente Reyes, está sirviendo para dirigir hacia el empleo a un colectivo que se veía en una situación muy complicada al cumplir la mayoría de edad, sin recursos ni posibilidad de trabajar. Laespada se ha implicado personalmente con el diseño de una estrategia joven que evite que acaben cayendo en la exclusión.
«Para ellos es una primera experiencia laboral, en un sector donde hacen falta, que les da un permiso de trabajo por dos años»
Recorremos colina abajo las hileras de cepas, que están podadas en doble guyot y alineadas en espaldera. Yusef y Ayham suben con una caja roja repleta de uvas. «Llevamos un par de días. Es un trabajo fácil. ¿Lo más duro? Igual cargar cajas o estar agachado». A su lado está Ilyas, un argelino que curiosamente tenía experiencia en la vendimia. «Recogemos uvas en Argelia para hacer alcohol, vino tinto. Se vende a Francia. Allí empezamos antes y paramos antes, por el calor». Viajó en patera desde su país y desembarcó en Murcia hace unos 3 años, como la mayoría de los que están aquí. Recaló en la Fundación Peñascal y le hablaron de esto. No lo dudó.
«Entre los 64, hay cuatro chavales a los que quieren ampliarles el contrato porque están funcionando bien». Los vendimiadores llegan a las ocho y media en bus y se marchan entrada la tarde. Este año, a diferencia de los anteriores, traen su comida para evitar contagios por covid. Ganan entre 300 y 400 euros semanales. «No ha habido ni una mala palabra, ni un problema con ellos», cuenta Bilbao, involucrado en la tarea de rejuvenecer el agro vasco. «Hoy ha venido Osalan y cumplimos todas las medidas sanitarias, los contratos, todo», añade. «Nuestro cliente es vizcaíno. Ayudar a Bizkaia, a la inclusión de estos chavales, para nosotros es natural. Es bueno para todos».
La Diputación baraja otros lugares y tiene ya lista de espera
Este año el plan ha acabado circunscrito a Bizkaia y Álava pero lo cierto es que, desde su origen, se planteó como una iniciativa que pudiera llegar a otras comunidades autónomas. Por ejemplo, se pensó en la recolección de ajos en La Mancha y Extremadura. Sin embargo, las precarias condiciones de los temporeros en Lleida y Albacete, y los riesgos de contagio limitaron las posibilidades fuera de Euskadi. «No descartamos llevar la idea el año que viene a otros lugares», admite la diputada socialista Teresa Laespada. La acogida ha sido un éxito entre los chavales. Cuando los técnicos forales explicaron el plan en un albergue de la Fundación Peñascal, se apuntaron casi un centenar. Tienen ya lista de espera. Un gran comienzo.
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