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Los vecinos de Gorliz votaron ayer que las vaquillas no vuelvan a correr en las próximas fiestas de Santiago. El hecho de que esta decisión ... haya sido sometida a consulta popular en respuesta a una iniciativa ciudadana refleja que existe un debate sobre esta actividad taurina, que a día de hoy apenas se mantiene en un puñado de las 112 localidades de Bizkaia. El Gobierno vasco concedió el año pasado 20 autorizaciones a 9 municipios de este territorio para 'espectáculos taurinos tradicionales'. Cada jornada festiva requiere su propia licencia, aunque en un mismo día puede haber más de una suelta de reses.
Bajo este epígrafe la normativa hace referencia a aquellos actos «en los que intervienen reses de ganado bovino bravo, consistentes en encierros, suelta de reses, toreo de vaquillas, sokamuturras y aquellos de naturaleza similar que no lleven aparejada la muerte de la res». Es decir, no se incluyen las corridas de toros, como las de abono de la Aste Nagusia de Bilbao, ni las novilladas con o sin picadores, que contemplan los 'espectáculos taurinos generales'.
Los nueve municipios vizcaínos que el año pasado incluyeron vaquillas, sokamuturras o algún otro espectáculo de este tipo en sus respectivos programas de fiestas fueron Trucíos, Gorliz, Ermua, Durango, Getxo, Otxandio, Orozko, Valle de Carranza y Bilbao, que acogió en su fiestas el VI Concurso de Recortadores. Son números que apenas han variado en una década, aunque se van reduciendo progresivamente: de 12 localidades se ha pasado a 9 y de 25 permisos, a 20.
Así lo entiende el Colectivo Antitaurino y Animalista de Bizkaia (CAAB), que batalla por abolir estos festejos: «En los últimos diez o quince años no ha habido una gran mejora, aunque sí que se aprecia el avance si echamos la vista atrás», aprecia Kontxi Reyero, portavoz del colectivo. Basta con consultar la hemeroteca para darse cuenta de que vaquillas y sokamuturra se han convertido en algo minoritario cuando antaño eran imprescindibles en cualquier fiesta popular. En la misma Aste Nagusia de Bilbao, durante las primeras ediciones, las vaquillas eran uno de los principales actividades del programa y la sokamuturra su mayor atractivo, con cientos de participantes -y decenas de heridos- cada día.
«Ahora, se ha extendido entre la ciudadanía la percepción de que este tipo de actos son puro maltrato del que son víctimas reses muy jóvenes, crías, que sufren estrés y también daño físico», como cuando se les tira de la cola o se las golpea. Frente a este enfoque está el de quienes defienden el festejo amparándose en la tradición popular o el argumento, diametralmente opuesto al de los animalistas, «de que las reses no sufren, ni se las hiere, y acaban la fiesta como la empezaron», tal y como argumenta un vecino de Gorliz partidario de mantener las vaquillas en sus Santiagos.
Para los animalistas, los defensores de este tipo de espectáculos «son muy pocos, en realidad. Es fácil de comprobar porque cada vez que se retiran de algún programa de fiestas, casi nadie los echa en falta ni se ven protestas. Los partidarios se reducen a algunas peñas y cuadrillas taurinas, y si se mantienen es por cuestiones económicas, para favorecer a los ganaderos», apunta Reyero. Lo que destacan los animalistas, «desde una perspectiva optimista», es que cuenta «la movilización y que se genere debate».
Así ha sucedido, por ejemplo, en Ermua, donde el colectivo antiespecista local Aiur ha logrado que el Ayuntamiento y la comisión de fiestas se hayan planteado discutir la retirada de las vaquillas del programa de sus fiestas de Santiago. Las movilizaciones en contra también se han hecho notar en Durango, lo que es especialmente notable, dado el arraigo de sus 'Zezenak dira', el plato fuerte de los Sanfaustos. Es una variante local de la sokamuturra o res ensogada, cuyo origen se remonta hasta el siglo XVI. El espectáculo es muy popular, está reconocida incluso con un monumento escultórico y sus defensores aseguran que, si se retira, «las fiestas de Durango se acaban».
Pero también, cada año, se realizan manifestaciones en contra, con lemas como 'Los animales no nos pertenecen' o 'Esta tradición es una aberración'. Para Reyero, «la gente va por delante de los políticos. Si estos festejos se mantienen en algunos lugares es porque no se atreven a reflejar el creciente rechazo a todo maltrato animal».
Esta opinión se refleja en la iniciativa que ha dado como resultado la votación celebrada ayer en Gorliz, lanzada a través de change.org. «Ya es hora de que las corporaciones locales entiendan su responsabilidad como representantes de la ciudadanía, y retiren de sus programas festivos todos aquellos actos que supongan sufrimiento a cualquier ser vivo», decían sus promotores. Enfrente, los defensores de la fiesta se acogen a la tradición, su popularidad y al argumento de que «a diferencia de los toros en las corridas, en las vaquillas el animal no muere». En Gorliz, las urnas ya han decidido.
20 fueron las autorizaciones para celebrar festejos «que no llevan aparejada la muerte de la res», según la normativa.
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