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Urgente Un accidente en Ugao-Miraballes obliga a cortar la BI-625
José Antonio Aranda, meteorólogo, responsable de Euskalmet.

«Este temporal ha sido muy potente, nada común»

«A corto plazo, a uno o dos días vista, acertamos bastante, pero en situaciones críticas como la de este fin de semana solo puedes hacer un pronóstico fiable para unas horas»

Pascual Perea

Lunes, 29 de febrero 2016, 17:57

Cada vez que usted busca en el periódico o ve en la tele el tiempo que hará el fin de semana, está poniendo a prueba una sofisticada red mundial de estaciones, satélites y computadoras, pero también los conocimientos y la experiencia de la Agencia Vasca de Meteorología, Euskalmet, y en concreto de su responsable, José Antonio Aranda, que aplica en la Dirección de Atención de Emergencias y Meteorología del Gobierno vasco. Experiencia acumulada con muchas jornadas difíciles, como el fin de semana que acabamos de pasar, con intensas precipitaciones (el sábado se llegaron a registrar 104 litros por metro cuadrado en Urkiola) que pusieron en guardia a los vecinos que habitan la ribera del Cadagua, que se desbordó en Alonsotegi, Sodupe, Güeñes y Gordexola. En Álava, además de la lluvia y la nieve, el desembalse preventivo del pantano de Ullibarri elevó el cauce del Zadorra, que se desbordó en varios puntos. «Cada vez somos más fiables, pero nunca llegaremos al cien por cien de aciertos», admite.

¡Vaya días acabamos de pasar!

Sí, ha sido un frente muy potente, nada común. Se debió al desalojo de una masa de aire frío en altura entre Groenlandia y Canadá, que entró por Galicia. No es habitual que entre una masa tan fría y tan rápida, incluso ha llegado a Marruecos. Cuando pasa una masa a temperaturas de -35ºC por el mar, que está a 14 o 15º C, se carga mucho de humedad y crea una enorme inestabilidad. Aparecen bajas secundarias que pueden cambiar drásticamente el pronóstico a escala local.

¿Cómo han vivido la crisis?

Estuvimos siguiendo el frente desde el martes con muchísima incertidumbre. Era muy difícil determinar dónde iban a darse las mayores precipitaciones y nevadas, porque no había dos modelos iguales. Algunos de los escenarios que se nos planteaban eran bastante extremos: unos daban mucha agua, otros cotas de nieve muy bajas, otros fuerte viento... de todo. Con el paso de los días se fue acercando y pudimos determinar con bastante más probabilidad cómo se iba a comportar. Vimos que iban a producirse acumulados de precipitación de más de 80 litros por metro cuadrado en amplias zonas de Euskadi, especialmente en las divisorias de aguas. En todo el episodio se han medido 200 litros, muchísima agua. La cota de nieve fue muy variable, en algunos sitios más baja de lo previsto. El viernes por la mañana se emitió la alerta naranja para el sábado, se activó el plan de emergencias en fase 0 primero y luego 1 por crecidas.

¿Qué significa una alerta naranja?

La alerta naranja se emite cuando se prevé que empiecen a producirse daños y afecte a bastantes personas. Lo normal es emitir una o dos a al año, prácticamente siempre en invierno. Este año llevamos ya tres. La primera, el 5 y 6 de enero, por peligro para la navegación. La segunda, el 10 y 11 de enero, por fuerte viento. Y esta tercera del sábado pasado, por precipitaciones.

¿Está siendo un invierno especialmente duro?

El más anómalo fue 2014, a causa de los temporales. Hubo un montón de ellos seguidos, que nos obligaron a activar los niveles de alerta naranjas y rojos.

¿Qué nota pondría a su actuación en esta última alerta?

Al margen de pequeños matices a los que hoy por hoy no podemos dar respuesta, ni creo que podamos durante décadas, hemos estado a la altura de las circunstancias y la valoración ha sido correcta. Gracias a ello la ciudadanía ha estado informada, se han activado los sistemas de voluntariado y emergencias, ayuntamientos... Todo el mundo ha hecho los deberes, todo ha funcionado muy bien, apenas se han producido daños y la actuación ha ahorrado dinero.

En Euskadi el tiempo siempre está revuelto. ¿Es difícil hacer aquí predicciones meteorológicas?

Siempre es más fácil hacer las predicciones donde tienes abundante información del lugar del que proceden las masas de aire, y aquí vienen del mar, del que nos llega muy, muy poca información. También es más fácil en aquellos lugares en que las diferentes masas de aire son muy homogéneas y están muy claras: grandes extensiones nevadas, o mares en los que las temperaturas son muy homogéneas, y es muy fácil determinar si viene un frente cálido, frío, ocluido... Las masas que nos llegan a nosotros de la mar vienen normalmente de Groenlandia, Canadá, Estados Unidos... y desde allí cambian muchísimo sus características. Por lo tanto, determinar qué te va a venir cuando no tienes información de lo que está pasando por el camino supone una gran incertidumbre, que se nota en los pronósticos.

Parece complicado...

Aún hay más. Vivimos en un territorio fronterizo con un mar, el Golfo de Bizkaia, que suele estar en verano relativamente caliente con respecto al que le rodea, el Atlántico, y esa diferencia hace que las masas tengan comportamientos muy distintos a nivel muy local. Este mar tiene una capacidad de evaporación muy elevada porque la capa superficial está muy caliente. En invierno es un mar relativamente cálido, que choca con las masas frías de aire que vienen del norte y del nordeste, con lo cual se carga de humedad rápidamente y se producen unas activaciones bastante fuertes. Encima, estas masas que vienen del norte se ven forzadas a pasar por este pasillo entre los Pirineos, montes de más de tres mil metros, y los Picos de Europa, que superan los dos mil quinientos.

El terreno accidentado tampoco ayudará...

Tenemos una topografía compleja, que en la meseta catellana o en los valles centrales americanos no existe. Se generan un montón de fenómenos muy locales que dificultan la predicción. Por ejemplo, cuando el viento viene de componente Sur se producen efectos Foehn: la masa de aire húmedo sube por una montaña, descarga la humedad y al otro lado de la montaña ya no tiene esa humedad y se calienta mucho más. Por eso en invierno tenemos esas temperaturas tan altas en zonas cercanas a la costa. Otro ejemplo: en situaciones de Oeste, con un mismo pronóstico basta con que el viento pique ligeramente al Noroeste o al Suroeste para que nos cambie drásticamente el tiempo.

Siendo tan complejo, lo raro es que acierten tanto.

A corto plazo acertamos bastante, sí.

¿Que se entiende por corto plazo?

Uno o dos días.

¿Solo?

Cuando la situación es muy estable -la típica situación anticiclónica del verano- incluso me atrevería a decir que el pronóstico es fiable para cuatro o cinco días, siempre que lo veas como una tendencia y no pretendas saber el tiempo que va a hacer el sábado a las siete de la tarde; eso no tiene ningún sentido.

¿Y cuándo hay más inestabilidad?

En situaciones muy críticas se reduce incluso a horas. Con un paso de borrascas o similar, invito a hacer la prueba de mirar el pronóstico de un determinado sitio a una hora y otra vez doce horas después: verá cómo está continuamente cambiando. Son salidas automáticas, el ordenador coge un fichero y saca un pronóstico. Con pequeñísimas variaciones probabilísticas van saliendo treinta o cincuenta salidas de un mismo modelo, así que para cinco o diez días el abanico se amplía tanto que puede pasar cualquier cosa. A la máquina le puedes pedir lo que quieras, pero cuanto más lejano sea en el tiempo la probabilidad se va reduciendo hasta ser nula.

¿Han mejorado los pronósticos de unos años a esta parte?

Sin duda. En casi todo el mundo se gasta mucho dinero en meteorología, hay un sistema de comunicaciones bestial que nos permite compartir con el resto del planeta la información generada por miles de estaciones meteorológicas, por un montón de satélites orbitando el Globo, radares, infinidad de instrumental tomando datos... Y sobre todo, el hecho de que los ordenadores hayan aumentado su capacidad en millones y millones de veces respecto a hace unos pocos años... Al final todo eso permite correr modelos con mucha mayor exactitud. Por otra parte, al haber tantas estaciones, se puede ir más fino, corrigiendo a cada instante la predicción.

¿Entonces el cerebro lo pone la máquina?

No solo la máquina. Desde Euskalmet estamos apostando por el factor humano. No siempre se va a acertar, pero nuestro conocimiento y experiencia nos permiten contrastar los modelos que salen de las máquinas con la realidad y con lo que nuestro cerebro nos dice que ha pasado en situaciones parecidas. Y así conseguimos información de más valor añadido.

¿Cómo se quedan cuando las predicciones fallan?

No es que acertemos o fallemos: ofrecemos una aproximación a lo que va a pasar, porque nunca vamos a tener la ecuación completa. Tenemos que simplificar a la fuerza, y esas simplificaciones nos obligan a trabajar con sistemas probabilísticos, no son la realidad. Son respuestas aproximadas de lo que puede ocurrir. En meteorología no existe la seguridad cien por cien. Cada vez nos acercamos más, pero nunca vamos a llegar. Especialmente en las situaciones más violentas.

Creía que lo difícil era acertar con vientos flojos y variables. En cambio, si te dicen que un temporal va a llegar mañana por la tarde, eso va a misa.

Normalmente sí, a esas grandes borrascas se las ve venir, pero en situaciones más violentas todavía, que generalmente tienen una escala más pequeña, tipo galerna o tormentas en las que se concentra mucha energía en poco espacio, suele ser complicado. El caso más extremo es saber dónde va a caer un rayo, o si se va a activar un tornado. Sabes que hay riesgo pero no tienes ni idea de si se va a producir ni dónde.

Hábleme de los tornados. ¿A qué se deben?

El tornado normalmente tiene que ver con supercélulas, se producen unas tormentas que autogiran y eso les da un movimiento anacrónico con el resto de tormentas. Estas tormentas son muy activas y violentas, se presentan con grandes precipitaciones o fuerte granizo. Además, duran mucho, una hora, dos o tres, incluso más. Normalmente las tormentas se activan y desactivan en pocas decenas de minutos, pero estas no, y a veces producen tornados.

¿Son muy frecuentes las tormentas clasificadas como supercélulas y los tornados?

Se producen todos los años unas pocas supercélulas, pero los tornados en Euskadi son excepcionales, nosotros solamente hemos podido medir uno con datos. Fue el 23 de junio de 2014 en Álava.

¿Y las galernas?

Las galernas son un fenómeno exclusivo del Cantábrico. Es una situación de masa de aire frío que va por las capas bajas de la atmosfera y que se produce en aquellos sitios en las que hay una cordillera pegada a la costa. En Estados Unidos hay un fenómeno similar, pero con vientos muy flojitos, de cuarenta a cincuenta kilómetros por hora. Aquí, en cambio, pueden llegar a ser muy violentas, especialmente las que tienen origen frontal. Se produce una aceleración del viento, coge más fuerza por efectos sinópticos, mesoescalares, muy locales, y pueden alcanzar una potencia considerable. Pasar de repente de la calma casi total a vientos de ciento y pico kilómetros por hora es muy llamativo. Por eso es tan peligroso para las actividades lúdico deportivas. La peligrosidad no está en la cantidad de viento, sino en lo súbito del fenómeno. Por eso lanzamos aviso de esos fenómenos a partir de 60 km/h cuando en invierno lo hacemos a partir de cien.

Tengo entendido que la galerna no es peligrosa por la mar que forma, ya que no le da tiempo a levantar ola, ¿no?

Depende. Una galerna normalmente genera un oleaje relativamente modesto. Pero ponte en la situación de una piragua. Son embarcaciones con mucha superficie al viento y poca superficie mojada, por lo que son arrastradas fácilmente. Solo levantar la pala para remar ya produce un efecto vela. Además, el mar de viento que levanta tiene un periodo entre olas muy corto, de cinco segundos, y supone un problema muy serio para las embarcaciones pequeñas. Así como una ola enorme con un periodo de veinte segundos simplemente las eleva y ni se enteran de que ha pasado, y en cambio un barco grandísimo lo sufre mucho.

La niebla es un peligro para los navegantes y sobre todo para los montañeros.

Hay dos tipos de niebla. Están las producidas por irradiación, por evaporación, en las que hay una estabilidad absoluta, no hay viento, y en las largas noches de invierno las laderas enfrían el aire en contacto con ellas, y este aire frío va cayendo por peso a las zonas bajas de los valles, donde se forman las típicas nieblas. Dificultan el tráfico, mojan la carretera, si las temperaturas son negativas crean hielo...

¿Y la otra?

Y luego están las nubes que simplemente chocan con una montaña. Si quedas metido dentro de la nube, pueden desorientarte completamente incluso conociendo perfectamente el terreno. Pero hoy en día, con la cantidad de recursos que tenemos a nuestra disposición como teléfonos, brújulas o GPS, a nada que tomemos precauciones es difícil que pase algo. Incluso hay aplicaciones que las propias administraciones utilizan, como Alpify, que te indican por dónde ir, te llaman a SOS Deiak...

Mucha gente no lo sabe, pero en invierno el viento dominante es el Sur, ¿verdad?

Sí, en todo Euskadi, y de ahí este clima benigno que disfrutamos. En invierno el mar suele estar más cálido que la tierrra, lo que hace que predominen situaciones más borrascosas, que hacen que nos coja una componente Sur. En verano ocurre todo lo contrario: el mar está más frío que la tierra y lo que domina es el anticiclón de las Azores, que en esta zona nos mete una cuña de componente Norte. Esas brisas estivales del Nordeste, que cuanto más te acerques a Galicia más se acercan a Este y más intensas suelen ser, aquí se traducen en un viento flojito que salta a media mañana en la costa, llega a Vitoria a las 5 o 6 de la tarde y trae esa humedad del mar al interior. Un viejito de mi pueblo me decía que en verano no tiene que llover para tener una huerta sana, porque el viento lleva la humedad al interior y a la tarde huele a mar.

Dicen que para ver el tiempo que va a hacer al día siguente hay que mirar a la puesta de sol.

Sí, se dice que si está rojizo va a hacer bueno al día siguiente. Y, sin embargo, si se ve rojizo el amanecer viene lluvia. Son cosas que suelen funcionar, hay muchas señales en la naturaleza que te dicen cuál va a ser la tendencia, pero siempre a muy corto plazo. Nunca he visto esos cambios a días, y si alguien me lo ha dicho no lo he podido comprobar.

O sea que los pronósticos del pastor de Upo tienen poca credibilidad, no?

No sé qué dice el pastor de Upo. Detrás de eso no hay ninguna física. Yo al menos no le doy absolutamente ninguna credibilidad. Si para alguien es válido, si le funciona el sistema, que lo siga utilizando. Pero desde un punto de vista físico nunca se ha podido encontrar, por ejemplo, ninguna influencia de la Luna en la meteorología. No hay nada que la relacione salvo a nivel ínfimo, como la luz que nos envía reflejada del Sol.

Pues muchos agricultores creen que la gravedad lunar, igual que provoca las mareas, hace que ascienda la savia de las plantas, marcando el momento ideal para la cosecha...

La gravedad de la Luna atrae al mar porque es una masa enorme, pero pon un plato de sopa, ¿tú ves que lo atraiga la Luna?

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