«Poner paneles hace 15 años era una cuestión de principios pero ahora es rentable»

El 'pack' ecológico se completa con pintura blanca o negra en las paredes de la fachada en función de su orientación (para aprovechar o repeler la energía del sol) y un arbolado que alterna hoja caduca (para tener sombra en verano y permitir que entren los rayos solares en invierno) y perenne (para proteger durante todo el año determinados puntos del inmueble). Todo está diseñado para reducir el impacto humano sobre el terreno.

Tesán procede del mundo técnico y reconoce que le encanta trastear con dispositivos de energía renovable. Buena parte de los equipos los instaló él mismo. Comenzó con esta aventura hace 15 años. «Me decanté por hacer algo así por una cuestión de principios, porque hace una década poner todo esto era deficitario. Ahora es rentable tener paneles fotovoltaicos. Todo ha cambiado mucho, pero entonces éramos cuatro los que apostábamos por algo así», cuenta. «Oye, que bienvenido sea que el autoconsumo esté de moda y que podamos generar electricidad de esta manera y no quemando combustibles fósiles», añade.

En la cubierta de su casa Tesán tiene 14 paneles fotovoltaicos con una potencia de 7,7 kW. «Para que te hagas una idea -dice- si enciendes la mayoría de electrodomésticos al mismo tiempo y las luces, tendrías un pico de consumo que no llegaría a 4, así que durante el día nos sobra electricidad». Ese excedente se inyecta a la red y la empresa distribuidora la envía a otros puntos cercanos de consumo. A cambio recibe una compensación en la factura.

«La verdad es que nunca me ha saltado el diferencial. Los paneles van muy bien», valora. Otra cosa es lo que sucede por las noches. «Ahí es cuando tengo que consumir electricidad de la red, porque, en ausencia de sol, no hay producción». Lo que se suele hacer en estos casos es instalar baterías. Pero Tesán no lo quiere hacer. «No tengo claro que el ciclo de vida de un dispositivo de almacenamiento de este tipo sea ecológicamente rentable porque su producción consume una gran cantidad de recursos y su tratamiento como residuo en el futuro es muy complejo, así que no me convence».

Gracias a su cubierta totalmente panelada, Tesán ahorra hasta un 80% en su factura de electricidad. «Y este 2022 he pagado cero euros por consumo de gas, ya que empleo el agua que calientan las placas para guardarla en un depósito y hasta estoy experimentando con distribuirla como calefacción por el suelo radiante. Con que haya un poco de resol es suficiente», explica.

Pese a todo, Tesán advierte de que la mejor energía es «la que no se consume». «Vivimos muy por encima de nuestras posibilidades. Derrochamos electricidad por un tubo y nos hemos acostumbrado a lujos que no son sostenibles, como el aire acondicionado. Hace 30 años casi ningún bar ni oficina lo tenía y no pasaba nada. No podemos seguir así», advierte.