Jon Iurrebaso, el exetarra obsesionado con la derrota
Entrenado en los campos de terroristas de Yemen, negociador con el PSOE y superviviente de una 'guerra civil' en ETA, es la voz de la disidencia
óscar b. de otalora
Martes, 2 de mayo 2017, 00:55
Tras el desarme llevado a cabo por ETA el 8 de abril, la izquierda abertzale ha dedicado gran parte de sus energías a evitar que el relato de este episodio aparezca como una derrota. Pero voces procedentes de su propio mundo están realizando las críticas más duras. «¿Por qué miente ETA ante todo el mundo? ¿Por qué dice que entrega las armas al pueblo si en cinco minutos están en manos de las fuerzas que ocupan militarmente Euskal Herria?», escribió hace dos semanas Jon Iurrebaso.
Iurrebaso es un veterano exetarra que se ha convertido en la voz de la disidencia con la línea oficial de la izquierda abertzale. Sus textos -difundidos a través de las redes sociales que apoyan al Movimiento por la Amnistía y contra la Represión, conocido también como ATA- son los de alguien que rechaza todos los pasos dados tras la decisión de ETA de poner fin a sus atentados. Ha calificado a Arnaldo Otegi de «chivato» y a Sortu de practicar el «cipayismo político» y ponerse al servicio del PNV. Es deliberadamente ambiguo con respecto a la violencia y está obsesionado con fechar el origen de todos los males de la banda y de la izquierda abertzale en noviembre de 2009, cuando la actual EH Bildu apostó por los medios exclusivamente pacíficos y consiguió así su legalización.
ATA es un movimiento minoritario, pero con cierto tirón entre algunos sectores jóvenes, por lo que resulta paradójico que su referente ideológico sea un veterano que ha pasado parte de su vida en la clandestinidad y la cárcel. Llegó a ser uno de los pesos pesados de la banda en el proceso de negociación con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2006. Sin embargo, con el tiempo, se convirtió en una figura marginal.
Nacido en Bilbao en 1955, comenzó a militar en ETA en 1972. En 1980, cuando llevaba varios años residiendo en Francia en la clandestinidad, Iurrebaso -alias Irene- fue enviado a Yemen para que se entrenase en un campo organizado por el Frente Popular de Liberación de Palestina. A su regreso fue condenado a once años de prisión.
No volvió a aparecer en el radar hasta 2007, cuando fue detenido en Francia en compañía de un antiguo miembro del comando Bizkaia que hacía las funciones de chófer y guardaespaldas. Su arresto generó una crisis que afectó a ETA pero también a los gobiernos español y francés. Iurrebaso mostró a los gendarmes un papel con los teléfonos móviles de Christian Lambert, un responsable policial francés amigo de Sarkozy, y de Víctor García Hidalgo, director general de la Policía en el Gobierno del PSOE. Irene explicó que él era un negociador de la banda terrorista y que le habían concedido vía libre para moverse por Francia. Su argumento no sirvió para nada y fue enviado a la cárcel. Los juzgados galos investigaron su supuesta red de contactos oficiales, aunque estas pesquisas acabaron archivadas.
Al lado de Ternera
Aquellas palabras permitieron situarle como uno de los protagonistas de las fallidas conversaciones de paz iniciadas por el Gobierno del PSOE. Jesús Eguiguren, que actuó como negociador, reveló que Iurrebaso se hacía llamar Robert y que durante todas las reuniones permanecía en silencio al lado de José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, sin dejar de tomar notas en un cuaderno. Según conocedores de los entresijos de la banda, Robert tenía en ese momento una fuerte ascendencia sobre muchos sectores de ETA y su entorno.
Para cuando Ternera fue sustituido en la negociación por Javier López Peña, Thierry, Iurrebaso ya estaba en prisión. En esas fechas la banda acababa de superar una guerra civil en la que se enfrentaron Thierry y Garikoitz Aspiazu Txeroki. La detención de este último por la Policía gala en 2008 puso fin a los enfrentamientos internos. Al parecer, Iurrebaso había estado al lado de Thierry. Su postura era contraria a los acuerdos con el Gobierno. Poner fin a los atentados, a su juicio, no tenía sentido hasta que no consiguieran la independencia.
Iurrebaso cumplió condena en Francia y regresó a Bilbao. Para entonces ya había perdido su capacidad de influencia en la izquierda abertzale y en ETA. En 2011, después de que la organización anunciase que ponía fin a la violencia, comenzó a alinearse con las voces críticas, aunque siempre desde la discreción. Con los años, su discurso pasó a ser público. A su juicio, cualquier gesto de distensión es el equivalente a una blasfemia. «¿Por qué mostrar ese circo insoportable de sumisión?», escribía hace poco sobre el desarme de la banda. Sus análisis no dejan lugar a dudas. Para él, ETA ha sido derrotada «ideológicamente» mientras que la izquierda abertzale se ha plegado a la burguesía. Es la fracasada voz de la derrota.