Los pioneros en unir arte y naturaleza
La intención del futuro Guggenheim Urdaibai de convertirse en un espacio imbricado en la naturaleza, con una filosofía basada en el respeto al medio ambiente ... y la promoción de valores como la lucha contra el cambio climático o la defensa de la biodiversidad no es una idea nueva. Hay varios museos en el mundo que ya funcionan y que han hecho de la sostenibilidad su razón de ser. La fusión de cultura y entorno rural viene de lejos.
Uno de los ejemplos más significativos quizás sea el museo Naoshima de Japón, que cuenta con obras de a Richard Long, Robert Rauschenberg o Andy Warhol. Ubicado en la pequeña isla del mismo nombre, en el mar interior de Sato, este centro cultural guarda varios paralelismos con el plan para extender la franquicia Guggenheim a la Reserva de la Biosfera de Busturialdea. Y es que el equipamiento nipón recuperó un suelo industrial degradado (aquí tenía una factoría venida a menos la potente multinacional Mitsubishi) y lo convirtió en un canto de amor a la naturaleza, con esculturas gigantes de calabazas y arte moderno que coexiste con un paisaje sobrecogedor. Algo que también se quiere hacer en Gernika y Murueta, donde para levantar las dos sedes del museo será necesario sanear una antigua fábrica de cubiertos (Dalia) y unos astilleros que aún funcionan pero que han trasladado la mayor parte de su actividad a Erandio.
A 9.500 kilómetros de distancia de Naoshima, en Yorkshire (Reino Unido), existe también un parque de esculturas que se funde con los tejos y los fresnos. El centro cultural al aire libre exhibe permanentemente obras de Henry Moore y Barbara Hepworth. El visitante accede tanto a una experiencia paisajística como artística. Antes de la pandemia, la galería recibía hasta 300.000 visitantes. En España también hay varias experiencias en esta línea, como el Centre d'Art i Natura de Farrera (CAN) de Lleida o el Centro de Arte y Naturaleza Fundación Beulas (CDAN) en Huesca.
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