El nuevo 'funi' de Bilbao salvará 50 metros en Masustegi a finales de año
La obra, que se inició en mayo de 2023, se ha retrasado más de un año por complejidades como la de desviar una línea de media tensión
En el mapa de Bilbao en el que pueden verse los ascensores y rampas mecánicas que jalonan la ciudad hay una mancha en blanco en Masustegi y el Monte Caramelo. Barrios que trepan al monte, enclaves con hechuras de pueblo donde los perros que salvaguardan los patios y terrazas ladran a los extraños y siempre huele a hierba fresca. Los vecinos que los habitaron a partir de los años cincuenta, la mayoría hijos del éxodo rural de origen gallego, fueron construyendo sus casas en la pendiente, creando un conglomerado de construcciones bajitas, cuestas, plazoletas y terrazas. «Las calles eran de barro y subíamos las cosas con burros o caballos. Cogíamos el agua de la fuente», relata una vecina mayor de origen gallego mientras arregla las calabazas de una microhuerta.
Muchos vecinos han nacido allí mismo, en las casitas y apartamentos que hoy pueden adquirse por menos de 150.000 euros, aunque «vuelan», explican. Para regularizar el barrio, el Ayuntamiento compró los terrenos a su legítimo propietario por 1,5 millones hace más de una década y fue vendiendo cada parcela a los inquilinos, dejando pendiente la ejecución de accesos mecánicos a las casas, con vistas que quitan el hipo, pero a las que se llega a través de cuestas muy empinadas y tramos de decenas y hasta más de cien de escaleras. Y a los mayores, mayoría, cada vez les cuesta más salir de ellas.
Ahora, en la parte más baja del barrio se construye un ascensor que unirá la calle Auntzetxeta y la pasarela peatonal que cruza la A8 y que conecta el barrio con Basurto por unos 700.000 euros. Y en la zona intermedia toma forma el nuevo funicular de Bilbao, un ascensor inclinado en el que se invertirán 4,5 millones.
Será el más llamativo de la ciudad, ya que salvará 49 metros de desnivel a lo largo de 90 metros de recorrido a razón de 1,6 metros por segundo. Su cabina dará cobijo a 25 personas. Conectará la zona situada detrás de los portales 37, 39 y 41 de Masustegi Estrata y la superior, junto al 111, a una cota de 116 metros. Superará, por ejemplo, al ascensor de Arangoiti, que salva 30 de desnivel con una pendiente del 45%, o al de Zurbaranbarri, que une 40 metros a través de 64 de recorrido. Aun así, quedan más actuaciones para resolver la accesibilidad del barrio, que nunca será completa.
El Ayuntamiento anunció esta infraestructura en noviembre de 2022 y las obras fueron adjudicadas a Altuna y Uria. Arrancaron en mayo de 2023 con un plazo inicial de doce meses de ejecución, pero tuvieron que interrumpirse poco después y reanudarse en noviembre porque se halló una línea de media tensión muy próxima que hubo que desviar y soterrar.
Ahora, la Junta de Gobierno acaba de prorrogar de nuevo el plazo del tajo, que se espera que finalice en diciembre, a más tardar. «Es una obra complicada por su magnitud y envergadura, pero ya ha entrado en la fase final. Antes de finalizar el año el ascensor estará en uso», explican fuentes municipales. En el futuro, otra infraestructura conectará la parada superior con las inmediaciones del centro de formación, a una cota de más de 150 metros, pero aún «no hay plazos ni presupuesto».
«Regalo de Olentzero»
Aun así, las casas más altas de Monte Caramelo se asoman al centro de Bilbao a 170 metros de altitud. Incluso hay más viviendas diseminadas situadas a 200 metros. «Ahora tengo que ir hasta arriba, hasta el Monte Caramelo, a coger el autobús, y con mi edad, y con el bastón, no puedo andar mucho. Pero cuando se inaugure me va a coger al lado de casa», apunta Avelina Gómez, de 89 años, que reside en Masustegi desde que llegó de Galicia en su más tierna juventud. «El ascensor iba a ser el regalo de Olentzero del año pasado, va retrasado pero va a venir fenomenal, porque es una gran ayuda», apunta Yoli Suárez, de la asociación de vecinos San Gabriel, que representa a Masustegi, Monte Caramelo y el barrio de Kobeta.
Están a apenas 15 minutos andando desde el hospital de Basurto, pero a los mayores les resulta complicado desplazarse por Masustegi y el Monte Caramelo. Se da la circunstancia de que la mayoría de los vecinos que residen en las casitas son «de avanzada edad, muchos octogenarios», de la misma generación que levantó las casas. Desplazarse les resulta complicado entre tanta cuesta y escalera. Hay dos bares y un restaurante, pero para realizar la compra tienen que bajar hasta Basurto o tirar de internet. «Muchos vecinos solo salen cuando sus hijos les llevan en coche», relata Yoli Suárez. «Yo ando por el barrio pero ya no puedo bajar en autobús. La compra me la traen mis hijos, o si no me llevan ellos», expone Celsa Nieves, que dio a luz a sus dos vástagos en su casa de Masustegi. Ahora tienen 62 y 60 años y siguen viviendo en el barrio. Los repartidores sudan de lo lindo por lo caótico de los accesos, y porque se pierden.
«He pasado mucho miedo, venía patinando con el coche y pensaba que me iba a quedar ahí», relata uno que buscaba una destinataria con el 'Maps'.. La asociación de vecinos envió una comunicación a Google para que no les derivara por la cuesta central, sin respuesta.
Mejores frecuencias
La entidad también pide mejoras en los autobuses, ya que el 48 deja en la parte baja de Masustegi, y el 58 en Monte Caramelo, aunque la frecuencia es de 20 minutos y de 30 los fines de semana, «muy poca porque suele ir, en horas punta, repleto de estudiantes del FP, o de los turistas del parking de autocaravanas». Ha de pasar, además, por una carretera estrecha por la que no caben dos vehículos a la vez, denuncian. «Queremos que se haga un poco más ancha y con espacio para que transiten los peatones», explica Suárez. También se da la circunstancia de que parte del barrio tiene que ir al médico a Basurto, y parte a Altamira, «que está al lado pero con el que no hay comunicaciones, excepto el bus 58». Los vecinos también piden que se mejore la jardinería y la poda. «Hay árboles que están creciendo sobre líneas de tensión, pero no nos hacen caso».