La ola de frío polar congela Bizkaia: «Llevábamos tres años sin ver nevar»

La masa de aire ártico que congela Euskadi desde las primeras horas del año provocó de madrugada la primera gran nevada de 2021. El Departamento de Seguridad decretó la alerta naranja por nieve desde las 21.00 horas del día de Año Nuevo, que quedó rebajada a aviso amarillo la mañana de este sábado. El mal tiempo complicó mucho las cosas en Álava, sobre todo a primera hora, manteniendo cerrados puertos de montaña como Opakua, Herrera, Orduña, Zaldiaran y Las Txozas e imponiendo las cadenas en otros tantos. La DYA de Bizkaia colaboró toda la noche con los servicios de emergencia en una decena de actuaciones, aunque en este territorio no se registraron grandes problemas, según la Ertzaintza. Euskalmet había previsto que nevara a cotas muy bajas, cercanas a los 200 metros, aunque al final, empezó a cuajar a partir de los 300.

Mientras pueblos del interior como Ubide y Otxandio amanecieron totalmente intransitables, en la capital vizcaína y los municipios cercanos solo se vio nieve en las cumbres. Los primeros copos en mucho tiempo -la mayoría de los vizcaínos llevaban casi tres años sin ver nevar, desde que el 28 de febrero 2018 todo quedó teñido de blanco por la mayor nevada en 33 años- animaron a cientos de personas a subir a los montes y puertos. Urkiola, Trabakua y otros parajes naturales se llenaron de muñecos de nieve, trineos y hasta de esquís. Y eso que Emergencias ya había avisado en su Twitter: «Estamos en alerta naranja. Recomendamos no realizar actividades al aire libre. Los rescates realizados durante la alerta serán objeto de cobro. Estás arriesgando tu seguridad y la de los servicios de emergencia». En Bilbao, donde el Ayuntamiento puso en marcha un operativo especial, la Policía Municipal comenzó a cerrar el parking superior del Pagasarri a las ocho y media de la mañana. Ya estaba lleno. Los que subieron hacia las diez lo hicieron bajo una intensa nevada. «Ha habido un trozo que nevaba muchísimo y resbalaban las botas. Cuando he llegado a la zona con una capa mayor, se andaba mucho más fácil. Temía la bajada pero había llovido y estaba despejado» dijo Ibone, una mendizale que recorre habitualmente esta cumbre.

«Hay nieve hasta el tobillo arriba. Por la pista queda algo, pero está más pisado», contó Luisma, otro aficionado. Llegaron a la cima hacia las 12 horas y habían ascendido pisando suelo blanco «desde donde se separan los tres caminos. La pena es que hay mucha niebla y no hay vistas». El acceso se reabrió sobre las 13.30 horas. Llevaba más de una hora lloviendo y el aparcamiento se había vaciado. En pantalón corto, Ander, de 20 años, regresó con su mascota. «Todo el camino hasta la cumbre del Pagasarri es granizo, pero la capa de nieve en el Ganekogorta es importante, unos 40 centímetros deja la pisada. Hay una niebla muy densa, no se ve nada a veinte metros. He seguido los pivotes de la ruta porque es fácil perderse», explicó. El barrio minero de La Arboleda, en Trapagaran, a más de 400 metros de altura sobre el nivel del mar, también amaneció blanco.

Una nevada que comenzó a caer sobre las 11.30 horas repintó el asfalto y las campas del color de las nubes. La plazoleta se llenó de trineos y de personas que se hacían fotos en la nieve. Había un ambiente muy alpino. El aparcamiento estaba a rebosar muy pronto, al contrario que otros sábados de mal tiempo, y la Policía Municipal cortó antes de la una de la tarde el acceso al enclave desde el polígono El Campillo de Abanto. Únicamente permitió la subida a los residentes por el hielo en la carretera. Sobre las cinco ya estaba reabierto, aunque agentes municipales de Trapagaran advirtieron que solo se podía acceder hasta el parking y que la circulación por el pueblo y hasta Peñas Negras quedaba cerrada. Antes del corte, el pueblo ya estaba a tope. «Llevábamos casi tres años sin ver la nieve, desde la última vez que nevó en la ciudad. Queríamos ir al monte, pero había tanto tráfico que hemos tenido que dar la vuelta, así que jugaremos por aquí por la mañana y después iremos a comer a casa», explicó en la plazoleta Raquel Donado, una vecina de Portugalete que se había acercado con su marido y con sus mellizos de siete años. Una cuadrilla de Barakaldo también subió al enclave para sacar un poco de partido a los trineos. «Hemos mirado el tiempo, sabíamos que iba a nevar y nos hemos acercado a pasar la mañana», dijo Ibai Cosgaya, de 23 años.

Además de la nieve, la jornada la protagonizaron las temperaturas gélidas. En Orozko y Otxandio se alcanzaron los cero grados y en Orduña se llegó a los dos bajo cero y a los -2,2 en Carranza, mientras que en La Arboleda la mínima rondó los dos. En la capital, en el barrio de Deusto, la media fue de seis. La estación de Galindo, en Sestao, midió la más alta de toda la red: 8,7. Las máximas podrán subir hoy un par de grados, aunque en general se mantendrán en niveles similares. Será otro domingo de botas, bufanda y abrigo.