Borrar

Nieta del mítico Zarra y estrella del flamenco

Adriana Bilbao se consolida como una de las grandes del baile, pese a que la pandemia ha trastocado sus dos últimos espectáculos. Trabaja en la idea de preparar un montaje sobre la figura de su abuelo

Viernes, 3 de julio 2020, 00:36

Comenta

La carrera de Adriana Bilbao se ha ido cocinando a fuego lento. Sin hacer mucho ruido. Si su abuelo, el mítico Telmo Zarraonaindia Zarra, sacudió los cimientos del fútbol mundial con su clase y testarazos, la nieta ha expandido su arte desplegando sus brazos y taconeando. Cabeza y pies al servicio de la danza. Sin hacer uso de su famoso apellido, ha despuntado finalmente como una de las grandes del baile.

La bailaora y coreógrafa realizó hace poco más de un año un espectáculo subida a la grúa 'Carola'. Su espectáculo de vértigo festejó el día internacional de la danza en Bilbao y demostró que esta artista había ascendido al olimpo de una modalidad que reivindica desde el norte aunque inicialmente se lo trabajara en el sur.

La pandemia ha trastocado sus dos últimos proyectos: 'Éclat, Fragmento desprendido de un cuerpo que explota', montaje que describe la importancia de la moda en la construcción de personalidades y en las relaciones sociales, y 'Burdina Hierro', un viaje de la mano de Beñat Achiary que aborda la historia de una mujer migrante andaluza en la cuenca minera de Gallarta. Este último montaje ha sido seleccionado para la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid. El Covid-19 ha obligado a encajar nuevas fechas para una gira que la traerá el próximo otoño a distintos teatros de Bizkaia.

Adriana, afincada en Madrid desde hace más de cinco años, sostiene que el flamenco carece de fronteras y que nació de la opresión de las clases más humildes y de la lucha del trabajador. «Lo que no le podían decir al capataz a la cara, se lo decían cantando en la mina, la fragua o el campo». Y ahí sigue ella, encantada de la vida, manteniendo ese espíritu desde los escenarios. Aunque segura de sus posibilidades, la nieta del legendario futbolista no se la jugó a una sola carta. Está titulada en Pedagogía de la Danza, posee un máster en Artes Escénicas y es licenciada en Comunicación Audiovisual. Ha hecho de todo. «Todo lo que fuera moverse», suele recordar. «Lo único que tenía claro, cuando acabara el Bachillerato, era que quería bailar», zanja.

Impetuosa y viva

Lleva años dedicándose a ello. Dice que es así como consigue liberarse. Su baile se define dentro del flamenco más tradicional. No obstante, su inquietud e interés por renovarse le permiten ir explorando «y probando otros códigos a través de un movimiento elegante y sutil, pero también impetuoso y vivo». Su constante búsqueda la llevaron a estrenar en 2013 en Bilbao su primer montaje de relumbrón, 'El cuarto escalón'. No ha parado desde entonces.

Sus primeras clases las recibió con solo 12 años en Bilbao con Christina Lindegaard. Conserva en su casa unos zapatos de flamenco del número 27. Cuenta que el 20 de enero de 2021 se cumplirán cien años de la fecha en la que nació el legendario Zarra y que su cabeza está ahí dando vueltas. «Me gustaría hacer algo», sugiere sin precisar qué tipo de trabajo le gustaría preparar en homenaje a su abuelo. Dice que le manda mensajes desde el cielo. «Sueño con él a menudo, todo le parece de 'manda madre'», recordaba en una entrevista a este periódico. «Bailaba sobre el césped que daba gusto. Hacía poesía», aplaudía.

«Aitite es aitite«

Mientras llega el momento de ese homenaje, no deja de recibir elogios. De Adriana dicen que no baila en el sentido lúdico de la palabra. Para ella es una forma de examinar el alma. «Vive, encarna, explora, se enciende en el respeto a la tradición para ofrecer un nuevo concepto», relatan. Puede que tengan razón quienes piensan así. No creció bailando en los corrillos familiares donde germinaba el flamenco, pero se formó, subrayan, con los mejores «para hacer de ese lenguaje el suyo».

Es evidente que Adriana no nació flamenca. Sin embargo, quienes la siguen desde hace bastante tiempo destacan su suave braceo, la sutileza de sus movimientos, su taconeo e imponente presencia escénica. Igual que la que exhibía su abuelo cuando pisaba un campo de fútbol y amenazaba las áreas contrarias presagiando el gol. «¿Si algún día seré igual de grande que él? Siempre es bonito soñar, pero aitite es aitite», asegura.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Nieta del mítico Zarra y estrella del flamenco

Nieta del mítico Zarra y estrella del flamenco