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San Mamés ruge con Muse
El concierto estrella de la MTV saca partido al estadio bilbaíno, que congregó a decenas de miles de personas
Cuando Berri Txarrak salieron al escenario, a las siete y cuarto de la tarde de ayer, miles de personas pudieron soltar toda la tensión acumulada ... en las últimas semanas. Porque, en cierto modo, era como si llevásemos un mes metidos en el macroconcierto de la MTV en San Mamés: desde la pelea por conseguir entradas hasta las dudas sobre las restricciones en los accesos, que todavía ayer preocupaban a algunos espectadores, pasando por todos esos aperitivos de la MTV Music Week que han ido calentando el ambiente anímico, porque con el meteorológico no se podía hacer mucho. Ayer mismo, el concierto empezó mucho antes de empezar: las puertas se abrieron con un par de horas de antelación, aunque al final la entrada avanzó de forma relativamente fluida y el riguroso control de carnés que se anunciaba fue mucho más relajado de lo esperado.
Berri Txarrak fueron los encargados de poner fin a la larga espera ante un San Mamés que todavía no era el de las grandes ocasiones. El público -entre el que no faltaban el diputado general, Unai Rementeria, y el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto- dejaba grandes huecos en el estadio. Era, quizá, el público de Berri Txarrak: el grupo navarro ejercía de telonero de lujo, porque buena parte de esos espectadores 'madrugadores' conocía perfectamente sus canciones de rock intenso, potente y a la vez pegadizo, que en cualquier otra circunstancia los habrían convertido en cabeza de cartel. El formato de MTV World Stage, que ese es el nombre oficial del concierto, les obligó a comprimir su repertorio en media hora, con resultados excelentes: el trío descargó una andanada infalible de hits como 'Katedral bat' (un título muy adecuado, dado el escenario), 'Spoiler!' (que arrancó palmas generales) o 'Jaio.Musika.Hil', sin renunciar a pasajes de una dureza que pocas veces se habrá alcanzado en eventos de la cadena: los fragmentos de tozudez guitarrera de 'Ikasten' o 'Denak ez du balio', por ejemplo, sonaron contundentes como mazazos. Solo bajaron el pistón al final, en la despedida serena con 'Eskuak'. Fueron treinta minutos prácticamente clavados, con esa puntualidad implacable a la que nos ha acostumbrado la MTV en esta semana que lleva entre nosotros, pero a los fans les pareció un suspiro.
El vocalista de Berri Txarrak, Gorka Urbizu, no eludió el debate que ha generado su participación en el concierto y abogó por difundir la cultura vasca a través de cualquier plataforma. Minutos después, en el paréntesis entre grupos, sonaban a todo volumen Barricada, que tampoco parecen lo más 'emeteuvero' del mundo, con un ambiente de bar que la gente aprovechaba para ir a por katxis (a once euros, sí, más que un par de entradas) o utilizar los váteres portátiles colocados en la parte trasera del campo.
A tope con la txalaparta
A continuación llegó la fiesta bailable y el trance ancestral de Crystal Fighters, tan influidos por la tradición vasca que cada visita a Euskadi es para ellos como una vuelta a casa. Y, desde luego, venían dispuestos a explotar esa baza: su actuación arrancó con cinco minutos de txalaparta, que seguramente se habrán convertido en una de las interpretaciones de este instrumento con mayor cantidad de público y aplausos más sonoros. «¡Pero si son los txalapartaris de la plaza Nueva!», exclamaba un espectador. Las dos cantantes-coristas salieron con sendas ikurriñas mientras la banda empezaba a tocar la arrolladora 'I Love London'. No resulta fácil poner a bailar de repente a un estadio ya bastante lleno, pero esa canción no es de las peores en ese empeño. «Oso ondo!», agradeció el vocalista, Sebastian Pringle, que combinaba gorro de lana a lo Manu Chao con ropa de trabajo naranja reflectante, como si después tuviese que incorporarse a un turno de noche. La especialidad de Crystal Fighters siempre ha sido la fiesta contagiosa, y el público respondió a temas como 'LA Calling' (coreando los «uooooooo»), 'You & I' (meneando los brazos alzados con la cadencia de los guitarrazos) o 'Love Natural' (dando obedientemente la mano al espectador de al lado... al menos algunos, que esto es Euskadi). «Maitasuna, askatasuna», clamó Pringle, que se había propuesto «celebrar la humanidad» y «hacer algo para unir». La apoteosis llegó con 'Plage', un colofón vasco-global con dantzaris de Aukeran Dantza Konpainia, bengalas gigantes y lluvia de confeti.
Faltaban Muse, claro, que fueron recibidos con un aplauso estruendoso: la presentadora aseguró que aquello ya estaba repleto, aunque San Mamés seguía mostrando muchos huecos, como es habitual en los conciertos de este tipo. Siempre hay gente que al final no usa su entrada (total, son cinco euros...) o su invitación. El trío británico, con un músico de apoyo en directo, practica un rock de estadio infalible, que bebe de todos los grandes de la historia de los conciertos masivos. Aunque el formato de la MTV les obligaba a prescindir de parte de su aparatosa parafernalia, un letrero en las pantallas avisó de que iba a haber «láseres, luces estroboscópicas y pirotecnia», así que tampoco se avecinaba un show exactamente austero. Y, además, Muse siempre cuentan con el triunfo seguro del cantante y guitarrista Matt Bellamy, una bestia de escenario que controla a la perfección los espacios: su aprovechamiento de la pasarela que se interna entre el público, por ejemplo, es impresionante, aunque ayer calculó mal su índice de deslizamiento y acabó en el suelo en una ocasión.
Muse, que disponían de una hora, abrieron con uno de sus grandes clásicos, 'Psycho'. Ese inicio por todo lo alto hacía esperar un 'tracklist' centrado en los éxitos de su carrera, pero no dudaron en combinarlos con varios de sus últimos temas (como 'Pressure', 'The Dark Side' o 'Thought Contagion'). Hubo globos, hubo láseres y luces cegadoras, hubo lenguas de fuego cuyo calor se apreciaba al otro lado del estadio y hubo, también, un sonido potente y nítido, que solo flojeaba en algunas inflexiones de la voz. Pero lo más importante eran las canciones, claro, y Muse cuentan con unas cuantas que se han incorporado a la memoria sentimental de una generación.
Eso, además, se ha vuelto medible: la importancia emocional de un tema se puede comprobar por el número de móviles que se levantan a grabar en cuanto empieza, y en ese sentido triunfaron ayer canciones como 'Plug In Baby' (ahí Bellamy dejó que el público cantase el estribillo), 'Starlight' o 'Time Is Running Out'. Como cabezas de cartel, Muse tuvieron el privilegio de pasarse de hora con un bis, y además lo hicieron doble ('Uprising' y 'Knights Of Cydonia') a modo de despedida de esta Catedral de la MTV.
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