Un día en el 'Itsas Zain', el barco de rescate de la Ertzaintza
Búsquedas y rescates, vigilancia de furtivos, delitos ambientales, tráfico de drogas... la labor de la Policía vasca también se desempeña mar adentro
La proa del 'Itsas Zain' se abre paso en el Abra entre tumbos; la 'txiparra' -«los rociones», aclara el patrón- dibujando una cortina de ... agua que cubre portillos y claraboyas, que barren las escobillas con agua dulce para que el salitre no se adhiera al cristal y nuble la visibilidad. El aguadutxu fruto de las últimas tormentas ha teñido la desembocadura de un marrón sucio y desabrido, en el que flotan ramas y plásticos que arrastra la corriente. Atrás queda el ferry que acaba de zarpar, y entre 'puntas' -como la gente de mar conoce al canal que se desliza al final de Punta Lucero- el agua recupera el color azul oscuro que espejea cada vez que se abre un hueco entre las nubes.
Tito López es el patrón del 'Itsas Zain', la embarcación de la Ertzaintza encargada de realizar búsquedas y labores de rescate en la costa. Su radio de acción va desde Kobaron hasta el Cabo Higuer, en Fuenterrabia: 90 millas de litoral escarpado, salpicado de rías, calas y acantilados de postal. Su cometido, sin embargo, va más allá. Como él mismo recuerda, «somos la Policía del mar», un concepto que adquiere todo su significado hasta 12 millas mar adentro, las aguas territoriales, donde nada escapa a su control. Salvamento, control de furtivos, contrabando, vigilancia en actos deportivos (regatas) o en celebraciones festivas (Madalenas)... «En definitiva, funciones de policía y seguridad marítima». Por su radar han pasado desde operaciones de droga para las que han sido requeridos por los juzgados hasta rescates como el del 'Nuevo Pilín', el pesquero con base en Santoña que zozobró en noviembre de 2004 con sus cinco tripulantes. «Nosotros recogimos a dos de ellos, otro fue hallado más tarde y a los dos restantes se les dio por desaparecidos. Todavía me estremezco cuando recuerdo a toda aquella gente esperando en el puerto, en medio de un silencio sobrecogedor. No importa cuántos cuerpos recojas en el mar, y a mí me han tocado unos cuantos: nunca te acostumbras, aunque tratas de que no te afecte porque de lo contrario no podrías vivir con ello».
El barco enfila Bermeo en alas de sus dos motores de 1.400 caballos, que abren una herida en el mar que cicatriza rápido. La Galea, Barrika, la bahía de Plentzia, Cabo Billano, Lemoiz... A babor asoman boyas amarillas con las que se delimita un área donde se ensaya con energías renovables -olas, corrientes, mareas- y en la que está prohibida la navegación. A los mandos de la nave está Tito, asistido por Asier Ruiz, un patrullero reciclado en tareas de oficial de puente. El panel de instrumentos acapara toda su atención: dos radares, GPS, piloto automático con giroscopio, un plotter para señalizar embarcaciones u objetos (por ejemplo, contenedores a la deriva), el geolocalizador AIS para identificar buques, un goniómetro con el que detectar balizas activadas y llamadas de socorro... Y radios, «fundamental -precisa el patrón- la emisora policial y VHF, que es como nuestra ventana al mundo, alguien de quien te puedes fiar siempre».
En su contexto
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122 actuaciones ha llevado a cabo desde enero la sección Marítima del UVR, Unidad de Vigilancia y Rescate, entre colaboraciones deportivas, movilizaciones por rescate y eventos. Mayo ha sido el mes con más carga de trabajo (21 salidas). En 2017 hubo 160 intervenciones.
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El 'Itsas Zain', en cifras La embarcación, que ha pasado cinco meses en el dique seco para sustituir sus motores, tiene 21,5 metros de eslora, 5 de manga y 1,40 de calado. Entró en servicio hace 17 años, alcanza los 30 nudos (55 km./hora) y su autonomía es de 450 millas.
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6 personas conforman la tripulación habitualmente: patrón, maquinista, oficial de puente y tres más para trabajos de marinería como botar embarcaciones auxiliares. El personal mínimo exigido por Capitanía Marítima a bordo son tres.
El canal 26 transmite el parte: «Fuerza (del viento) 4 a 5. Marejada a marejadilla. Mar de fondo de 1 a 2 metros del NO», como acreditan los borreguillos de las olas. Josean Sánchez, el mecánico, controla los indicadores de los motores recién instalados, que Asier revoluciona desde el puente de mando. El barco no tarda en llegar a San Juan de Gaztelugatxe, que derrama su sombra sobre el fondeadero y que desde allí parece más 'Rocadragón' que nunca. «Es uno de nuestros principales cometidos, combatir el furtivismo y el empleo de artes ilegales de pesca», explica Tito mientras la quilla se desliza por la reserva marina, donde algunos aprovechan la noche para cruzar palangres de los que cuelgan cientos de anzuelos. Entre sus cometidos también figura la vigilancia en los puertos, «donde la chavalería, sobre todo en verano, tiene la mala costumbre de arrojarse al agua al paso de los barcos y con el consiguiente peligro», algo rigurosamente prohibido.
También en tierra
La 'Itsas Zain' es un recurso más de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza (UVR), que incluye también helicópteros, equipos de montaña y buceo. La colaboración de los de la Marítima con estos últimos es constante, hasta el punto de trasladarse a menudo tierra adentro. Fue el caso de la búsqueda de Jon Barcena, el joven de 19 años de Berriz hallado muerto junto al pantano de Urrunaga después de una búsqueda en la que colaboraron amigos y familiares. «Le buscamos durante días en el agua y al final resultó que estaba fuera. Nos tocó a Asier y a mí: le hallamos como si estuviera dormido».
El 'Itsas Zain' es un recurso habitual para la Torre de Salvamento. Sin embargo, su traslado de Zierbena a la base de Iurreta en octubre de 2012 ha restado operatividad a un equipo que forman 24 personas, repartidos en cuatro grupos (son dos turnos de trabajo, alerta de 6.15 a 23.30 horas) y que presta servicio los 365 días del año. «Es lo que pasa cuando tienes la base a 40 kilómetros del embarcadero -advierte Tito-. Antes estábamos prácticamente en el agua y éramos los primeros a los que llamaban en cuanto se producía una incidencia; ahora, salvo que te pille de servicio, el tiempo de respuesta es demasiado largo», explica Tito, a quien en otra época le tocó asistir en primera fila a operaciones de rescate como la del ya mencionado 'Nuevo Pilín' o la del 'Diana Uno', que garreó el ancla y acabó estrellándose contra la escollera de Punta Lucero. «No podíamos acercarnos, ni nosotros ni los remolcadores, así que el rescate se efectuó por aire. El helicóptero sacó a todos uno por uno, incluido el capitán, mientras nosotros alumbrabámos la escena desde tierra. Hacía tanto viento que eran necesarias tres personas para sostener cada foco».
Y es entre tanta desgracia cuando asoma una sonrisa al rostro de Tito, «el rescate con vida de Javier Gago, aquel chaval que resbaló y cayó al agua cuando pescaba junto al embarcadero de mineral de Pobeña. Coincidió que estábamos por la zona haciendo un ejercicio y le sacamos con vida. Era diciembre -recuerda con un suspiro- y pasó la Navidad en casa». Misión cumplida.
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