Mari Paz, Yolanda y Arturo se han conocido jugando aquí
A menudo este tipo de equipamientos sirven como excusa para tejer relaciones y crear complicidades
«¡Ayyyyy, que viejos somos!», se parten de risa Mari Paz, Yolanda y Arturo. Entre los tres suman 230 años y vacilan con gracia a ... los periodistas que se interesan por los aparatos que están usando en el parque de Amézola. «¿Dónde ha dejado a su marido?», le pregunta Arturo a Yolanda. «¡Yo soy soltera!». «Pues tienes un chulo al lado...». «Uyyyy, un chulo... A mí eso de los chulos...».
Es bastante evidente que las cabezas de estos tres veteranos funcionan perfectamente. ¿Para qué necesitan, entonces, jugar a hacer parejas, o al tres en raya? «Esto es entretenido». Y, además, se conoce a gente. De hecho ellos, que eran perfectos desconocidos hasta ayer por la mañana, saben ahora que Arturo vino de Zaragoza y tiene 85 años. Que Mari Paz se ha quedado viuda hace unos meses y que tiene en casa a un hijo de más de 50 años que lleva más de un década en paro. «Así están las cosas», se duele. «Así están las cosas para algunos, pero no para otros. Que hay muchos que viven muy bien, que tienen mucho», replica Yolanda. «Yo lo que tengo son unos hijos y unos nietos que valen el mundo entero. Y ahora voy a tener un biznieto. Con 27 años tenía los tres hijos». «Pues hoy en día las chicas tardan mucho más, esperan más allá de los 30». «Hacen bien, que aprovechen todo lo que puedan».
Para la cabeza
Así conversan y se van contando su vida, con Arturo dando pedales, Mari Paz encajando formas geométricas y Yolanda alineando piezas en una especie de ábaco. «Estos aparatos les vienen muy bien a la gente con alzheimer, para ejercitar la cabeza», dicen. Pero también a ellos, que bromean y ríen con la excusa de estar ahí haciendo cosas. ¿Acaso no son el ejemplo perfecto de cómo en estos entornos se propician relaciones sociales, que muy a menudo acaban siendo la mejor medicina?
En la plaza Levante, de San Ignacio, se encuentra la otra instalación de estimulación cognitiva que está probando el Ayuntamiento. Ayer había poca gente. «Normal, hoy es un festivo peor que un domingo. A diario esto está lleno», aclaraba Jon, que paseaba a su madre, Lali, de 95 años. Se nota que hay complicidad entre ambos. «Ella siempre ha sido una guerrera de la hostia», la señala, y pone gesto de admiración, mientras la mujer juega al tres en raya.
Más mayores
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82.000 vecinos de Bilbao tienen más de 65 años, lo que supone el 24% de la población total. En una década rozará el 30%.
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