El Museo de Rolls Royce de la Torre Loizaga descubre sus talleres
El centro ha permitido conocer por primera vez el lugar en el que se mantienen los 75 vehículos históricos y de lujo que conforman la colección
sergio llamas
Martes, 18 de mayo 2021, 14:04
El Museo de Rolls Royce de la Torre Loizaga, en Galdames, recibe principalmente a dos tipos de visitantes. Unos son los que se enamoran de ... los paisajes y de la majestuosa fortaleza que acoge el recinto. Los otros son apasionados de los vehículos que se pierden por los lujosos modelos de épocas pasadas. Con motivo del Día de los Museos estos segundos han disfrutado este martes de una oportunidad especial para conocer mejor cómo es el mantenimiento de estas joyas motorizadas con la apertura al público, por primera vez, de los dos talleres en los que se realiza su mantenimiento.
«El objetivo es ofrecer nuevas experiencias y actividades », detalla la responsable de comunicación de la Torre Loizaga, María López-Tapia de la Vía. Ella señala que hay un grupo particular de visitantes apasionados de la mecánica que aprovechan a reservar visitas guiadas en grupos para curiosear bajo los capós. «Vienen con idea de verlo todo en una hora y se tiran tres sin darse ni cuenta», explica la mujer, que recuerda que el lugar también es escenario de fastuosos eventos, como la famosa boda india de hace unos años o la feria del lujo, el salón High Motors.
Aunque la apertura del taller ha sido la propuesta diseñada para festejar el día de los museos, el centro trabaja ya en permitir futuras visitas a los talleres para grupos interesados. En su interior siempre se aloja algún vehículo, porque como señala el mecánico del centro, José Ángel Durán, el mantenimiento es constante. «Van en rotación. Se hace un vehículo al completo y cuando se termina se pasa al siguiente. Así con los 75 de la colección», advierte.
El cuidado de estos vehículos, el más antiguo de los cuáles se remonta al año 1898, es un trabajo de restaurador. «Aquí tratamos de recuperarlo todo porque si falla algo no puedes llamar para encargar una pieza. Manejamos siempre originales», subraya el hombre que también se encarga de mover los vehículos para asegurarse de que todos funcionan como es debido. «Nuestro objetivo es preservarlos en su estado original y mantener su valor histórico de conservación», añade López-Tapia de la Vía.
Cuando algo necesita una reparación, Durán no puede recurrir a los ordenadores modernos que informan de dónde está la avería. Él trabaja, más que nada, con el oído, escuchando el movimiento de las piezas como un relojero. «Cada uno de los coches tiene un sonido característico», apunta en el primero de los talleres, dedicado a los arreglos mecánicos. En las esquinas hay ordenadas hileras de químicos especiales empleados para el mantenimiento. «No podemos usar los productos actuales, como los refrigerantes, porque tienen muchos aditivos que son corrosivos. Tampoco el aceite, que es demasiado líquido, y tenemos que usar unos especiales que son como los antiguos, más densos», detalla.
'El espíritu del éxtasis'
A la parte mecánica se le suma también la limpieza y pulido de cada pieza, en el llamado 'taller limpio', visible ahora desde el pabellón 2 de la exposición. Allí se emplean hasta nueve productos diferentes en los vehículos, desde los utilizados para los cromados, a los destinados para la pintura, los de los cristales, el cuerpo y las capotas. Incluso el emblema que decora el radiador de los Rolls Royce, la pequeña escultura de una dama conocida como 'el espíritu del éxtasis', es en cada caso de un material distinto y requiere un cuidado diferente. «Para limpiar cada pieza hay que desmontarla y pulir bien cada parte. En un foco, entre que lo quitas, lo limpias y lo vuelves a colocar, puedes estar tres horas. Un coche lleva una semana», subraya.
La recompensa es la imagen que ofrecen las hileras de vehículos expuestos, y que parece rescatada directamente del pasado. «Es muy espectacular. Es la primera vez que venimos y nos está pareciendo precioso», ha admirado uno de los visitantes que se ha acercado durante la mañana, Rosa Mari Sánchez, de Maruri-Jatabe. «El entorno es precioso y lo que tienen aquí son joyas», ha reclamado. Ella ha podido visitar con calma la exposición, ya que al caer en día laborable sólo se han acercado unas pocas decenas. «En 2019 cayó en sábado y tuvimos más de 280 personas», ha recordado uno de los trabajadores. Por lo demás, el museo abre los domingos y festivos nacionales de 10.00 a 15.00 horas, y entre semana mediante reserva previa en el teléfono 672 248 759.
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