El día que Cuba se rindió al lujo
Chanel revolucionó La Habana con un espectacular desfile plagado de celebrities pero sin cubanos entre el público
Luis Gómez
Jueves, 8 de diciembre 2016, 01:31
Era una de las viejas aspiraciones de la industria del lujo: tomar La Habana. Seis meses antes de la muerte de Fidel Castro, el 'káiser' Karl Lagerfeld se adueñó del Paseo del Prado y mostró la colección crucero 2017, líneas creadas originariamente para acaudaladas clientas que pasan las vacaciones invernales subidas a yates en mares del Caribe. Chanel se llevó el gato al agua y revolucionó la moda con un espectacular desfile que congregó a supermodelos, celebrities y artistas en el corazón de La Habana Vieja. La legendaria maison francesa mató dos pájaros de un tiro: desfilar por primera vez en Latinoamérica con la capital de la Cuba comunista como pasarela. Objeto de deseo, fue territorio vetado hasta el pasado 4 de mayo.
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Aquella noche el régimen castrista mostró sus contradicciones. Entre los asistentes figuraron cientos de invitados de una élite (la top brasileña Gisele Bündchen, la actriz inglesa Tilda Swinton y el 'rompetaquillas' Vin Diesel, entre otros) que aterrizó en la isla en 'jets' privados, pero casi ningún cubano. El lujo más opulento convivió durante la media hora larga que desfilaron las modelos favoritas del octogenario diseñador - Stella Tennant, Mariacarla Boscono, Lineisy Montero, Mica Arganaraz, Lindsey Wixson y Soo Joo Park- con las ruinas dominantes a escasas cuadras. «Es un paseo largo y estrecho que permite una mejor apreciación de los modelos al futuro comprador, en este caso imaginario, porque los cubanos no tienen dinero para comprarlos», ironizó desde el balcón de su casa el escritor y dramaturgo Antón Arrufat. Lagerfeld agradeció que le abrieran unas puertas que les mantienen cerradas al resto: «La Habana es bella a su manera, aunque esté ligeramente descuidada. Los colores, los coches, hay algo que emociona en todo ello. No hay nada en el mundo como Cuba», ensalzó.
Sin embargo, los medios oficiales no dedicaron ni línea a informar del evento. Ni la prensa ni la televisión. Ni un breve en las ocho páginas del diario 'Juventud Rebelde'. Los cubanos interesados en los famosos de Hollywood que pisaron la isla tuvieron que recurrir a los medios digitales. ¿Resultado? Mucha gente ni se enteró.
Si el futuro político es una incertidumbre, no lo es menos el que le espera a la industria de la moda, cuya presencia es casi nula. La apertura comercial se ha limitado a la equipación deportiva que el zapatero Christian Louboutin hizo para el equipo olímpico nacional en los pasados Juegos de Río de Janeiro o el apoyo de Louis Vuitton a una iniciativa de artistas cubanos. Independientemente de los planes de Donald Trump, las firmas de superlujo están como locas por poner un pie en la isla: «Estas empresas desean instalarse en los territorios que quedan por explorar. Hay un punto de excentricidad en sus movimientos», sugieren los expertos. Mientras llega la deseada apertura, compañías como Versace, Proenza Schouler y Stella McCartney beben los vientos por Cuba e inspiran sus últimas colecciones en el colorido y la arquitectura de La Habana.
«¡Viva Karl Lagerfeld!»
En el histórico desfile de Chanel, Lagerfeld lanzó un guiño al pueblo cubano. El creador puso a desfilar a maniquíes locales a ritmo de salsa y con piezas plagadas de estampados. A uno de ellos le plantó un habano en la comisura de sus labios. En la pasarela sólo faltó el modelo local Tony Castro, nieto de Fidel Castro. Se le anunció en la víspera, pero finalmente el chaval de 19 años hizo mutis por el foro. El público se quedó con las ganas.
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Aun así, el desfile género un entusiasmo extraordinario. «Estamos de moda y creo que durante un tiempo seguiremos siendo esa ciudad donde pasan muchas cosas», comentó la diseñadora habanera Celia Ledon. Pasó entonces que las camisetas con el mensaje estampado '¡Viva Coco Libre!' alcanzaron de inmediato la categoría de culto y de objeto de deseo entre los fashionistas. El desfile de Chanel dio también para chistes en una isla que, cuentan, pasó aquella histórica noche del 4 de mayo de gritar '¡Viva Karl Marx!' a vitorear '¡Viva Karl Lagerfeld!'. Fue el único día que la anticonsumista Cuba de los Castro se rindió al lujo.
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