«Lo hemos pasado mal, creíamos que la ayuda no llegaba»
Vecinos de la zona vivieron una jornada de miedo y tensión ante un incendio al que el viento cambiaba de dirección
SERGIO LLAMAS
Domingo, 23 de octubre 2022
José Martín pasa esta noche en casa de unos familiares. Su vivienda se ha salvado de las llamas y sólo se le ha quemado un ... trozo del alero, pero la edificación contigua, que se usaba como gallinero, ha quedado calcinada y le impide pasar a su domicilio, por el riesgo de caída de cascotes. «Lo hemos pasado mal», confesaba este hombre que al intentar sofocar el fuego con un caldero de agua se dio cuenta de que las llamas se acercaban por una ladera. «En un momento ya no se veía nada a consecuencia del humo».
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Una sensación similar tuvo Ángel Ubieta. El incendio se cebó con un montón de leña que tenía apilada junto a su casa en el barrio de La Calzada. «Hemos pasado un momento muy malo porque veíamos que los bomberos no llegaban, y que el fuego pasaba a nuestra casa», reconocía aún con la manguera en la mano. Los servicios de emergencia les obligaron a trasladarse hacia el otro lado de las vías del tren. «Me permitieron mover el coche y cuando llegaron apagaron el fuego. Si no es por ellos, se me quema toda la casa», reconocía aún asustado.
El fuego no llegó a acercarse tanto a la casa de Rosalía Ureta, pero sí que fue desalojada. «Ha pasado la Policía dando el aviso por megafonía. Nos han hecho irnos al otro lado del río», explicaba ya de vuelta en su hogar. Su marido, César Alonso, volvía en ese momento del certamen de las putxeras, que se acababa de cancelar. «Ha sido rapidísimo. De pronto se ha visto todo el cielo cubierto de humo. Era aterrador», añadía mientras contemplaba en su móvil las imágenes de una humareda naranja en la que sólo se veía la bola brillante del sol.
«Me ha pillado en la cama»
Madalina Stancin también pasó miedo. «Estuve trabajando por la noche en Güeñes, así que me ha pillado en la cama», relataba la joven que estaba en casa con sus padres y tuvo que bajar a la calle en pijama. «Somos un montón, incluyendo mi hermana pequeña de año y medio, y hemos tenido que salir todos a tropezones».
Además de la visión del fuego, el sonido constante de las sirenas de bomberos y el paso del helicóptero de la Ertzaintza vigilando desde las alturas ofrecieron una imagen sombría a Balmaseda. La villa no pudo celebrar el concurso de putxeras. «Nuestras amigas acababan de llegar en un autobús y al ver el ambiente se han vuelto en el mismo», explicaba la bilbaína Yolanda Sobrado, que por la tarde todavía no sabía cómo podría regresar a casa.
Las viviendas de Patxi García y Alfredo Santamaría están junto a la antigua estación de bomberos, y desde sus inmediaciones vigilaban el avance del fuego. «Llevamos aquí desde las nueve de la mañana. Estamos con miedo», confesaban. Ambos se preguntaban por qué no se habían movilizado medios aéreos de extinción. Bizkaia no cuenta con estos equipos, aunque otras comunidades autónomas los han facilitado en ocasiones.
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