Bárbara Goenaga: "Pido a las películas lo mismo que pido a la vida: que me sorprendan, que sean atrevidas y distintas"
La actriz donostiarra acaba de rodar una 'comedia sobre la crisis' y trabaja ahora en el filme 'Gernika'. Se confiesa en "un momento feliz" y repasa una carrera que empezó con 9 años
MITXEZ EZQUIAGA
Domingo, 31 de mayo 2015, 00:29
A los 9 años se puso delante de una cámara, en la serie Goenkale, y así sigue a punto de cumplir los 32. Barbara Goenaga se confiesa «en un momento feliz» en su carrera profesional y en la vida personal. Acaba de rodar «una comedia más bien triste» sobre los efectos de la crisis económica y estos días participa en Gernika, la historia de Koldo Serra sobre el bombardeo que se filma básicamente en Bizkaia.
La actriz donostiarra se declara «más tranquila» tras el revuelo mediático causado por su relación con Borja Sémper, presidente del PP en Gipuzkoa, y desvela que algún día le gustaría también dirigir sus propios proyectos de ficción. Goenaga se muestra como un torrente de energía positiva, tal como observan los curiosos que la ven saltar para el fotógrafo de este periódico en la arena de La Concha.
Tras años en series de televisión como Amar es para siempre o Cuéntame vuelve al cine. Y por partida doble.
Sí, se han juntado dos proyectos totalmente distintos entre sí. Hace poco terminé en Bizkaia el rodaje de Pikadero, una comedia sobre la crisis... que tiene más de drama. Es la historia de cómo la crisis económica afecta a la relación de pareja de dos chavales. Por la crisis se tienen que separar, y cuando están juntos ni siquiera tienen dónde reunirse... Por eso se llama Pikadero.
O sea que lo de Pikadero hace referencia a esa acepción del término...
Sí, aunque la película no va solo de eso. Es una producción muy pequeñita, con grandes técnicos y poco dinero, y el resultado merecerá la pena. Ha sido rodada en euskera y es una coproducción escocesa-vasca porque sus productores son una pareja formada por un escocés, Ben Sharrock y una vasca, Irune Gurtubai. El otro protagonista es Joseba Usabiaga.
El sueño de los productores es estrenar la película en el Zinemaldia: pronto veremos si finalmente lo consiguen. Ahora rueda otro filme que no tiene nada que ver.
Sí,es una gran producción que rodamos estos días en Bizkaia. Se titula Gernika y cuenta lo que pasó tras el bombardeo, con periodistas que llegaron de fuera a narrar aquellos sucesos. Está dirigida por Koldo Serra y se rueda en inglés, euskera, castellano... Yo hago de miliciana republicana, ayudante del papel que realiza la actriz María Valverde.
¿Se reactiva el sector tras la crisis?
Parece que algo empieza a moverse, pero la crisis está siendo durísima para la profesión.
Usted se refugió en la tele.
Amí me encanta trabajar para la televisión, no me parece ningún género menor. Me apasionó trabajar en una serie diaria, Amar es para siempre, después de la experiencia que había vivido de cría en Goenkale. Luego estuve en Cuéntame, que me parece la mejor serie española a la hora de trabajar.
La serie Goenkale de ETB fue su educación profesional... y vital.
Empecé con 9 años y estuve ahí hasta los 15, ininterrumpidamente. Vivía ese trabajo con naturalidad, como algo normal, y ahora recuerdo ese tiempo como fundamental en mi vida. Ahí aprendí, o desaprendí, mi manera de trabajar y vivir este oficio.
"Quería ser veterinaria"
Antes de llegar a la serie, ¿se había planteado trabajar en algo que no fuera la interpretación?
¡Sí! Nunca quise ser actriz, ni cuando estaba en Goenkale. Yo veía que los mayores, los actores profesionales, se veían obligados a hacer cosas muy duras en el trabajo: llorar, reír, enfadarse... Sentimientos muy intensos. Así que soñaba ser veterinaria o bióloga, trabajos relacionados con la naturaleza, porque yo vivía en el monte y entre animales.
Pero al final fue actriz.
La vida te va llevando y a los 15 años ya me había enamorado de esta profesión.
Goenkale termina ahora. ¿Le da pena que finalice esa serie en la que estuvo seis años?
Sí, claro. Fue un fenómeno conocido ya en todo el país: en Madrid la gente hablaba de Goenkale como la serie más longeva. Pero no hay que dramatizar: los proyectos nacen y terminan. Ha sido una serie decisiva de la que surgieron numerosos actores y profesionales. Hay mucho que agradecer a esa producción.
Wikipedia dice que usted se fue a Madrid con 15 años «harta de que me reconocieran en todos los rincones de Euskadi».
La Wikipedia cambia cada semana y no es muy de fiar en según qué cosas, pero sí es cierto que en aquel momento la serie tuvo mucho éxito, yo era una niña y señoras desconocidas me abrazaban por la calle con todo el amor. Yo no entendía nada. A los 14 o 15 años empecé a ir a Madrid a hacer castings y descubrí que ahí nadie me conocía... Aquello me encantó: disfrutar del anonimato fue liberador. Al principio iba y volvía, pero al final, entre unas cosas y otras, han sido casi quince años más basados en Madrid que en el País Vasco. Hace cinco o seis años, cuando nació mi hijo, opté por Donostia como la ciudad donde debía crecer el niño.
El papel de Cronocrímenes
¿Qué otros hitos destaca en su carrera profesional?
Me quedo con todos... No sé: la serie El grupo, o Los cronocrímenes, la película de Nacho Vigalondo que me llevó a otro tipo de ficción que me interesa mucho. Me apasiona ese tipo de cine. Pero también destaco Agnosia, de Eugenio Mira, o Vientos de agua con Juan José Campanella: es el rey como director de actores. También me dejó una profunda huella trabajar con Gonzalo Suárez en Oviedo Express. Suárez es un sabio, y hoy es mi abuelo-amigo que me acompaña a muchos sitios.
Algunos pensamos que Los cronocrímenes se agrandará aún más en el recuerdo: es especial.
Tuvo éxito en Estados Unidos y sigue teniendo muchas vueltas... Es una película redonda, con un guión que funciona como un mecanismo de relojería, matemáticamente perfecto. Me pasa lo mismo con la serie El grupo: hay gente que sigue descubriendo hoy, tantos años después, nuevos recovecos de la trama.
En sus años de Madrid formó cuadrilla con otras actrices vascas de su generación que dieron el salto.
Sí, pero no como un grupo cerrado... Nos mezclábamos con gente de todos los sitios. Nunca te sientes solo en Madrid. Ahí estaban Marta Etura, o Gorka Otxoa, Miren Ibarguren... Y claro, mi compañero de siempre fue Unax Ugalde, con quien tanto he coincidido.
¿Qué tipo de cine le gusta?
El que me sorprende. Me gusta el cine social, la comedia, el thriller... pero sobre todo me gusta la gente que le da una vuelta más y se lanza, que es atrevida y valiente y se sale de lo previsto. Luego la película puede ser redonda o no, pero el esfuerzo ya merece la pena. Pido al cine lo mismo que a la vida: que me sorprenda, que me emocione. Bosque de sombras, de Koldo Serra, es otro ejemplo de ese tipo de cine.
Su tía Aizpea Goenaga, también actriz y hoy directora del Instituto Etxepare, fue desde el principio como una guía en su carrera.
Es mi tía, mi madrina, mi consultora. Tengo tres tías muy presentes en mi vida... para bien. Aizpea me ayuda en lo profesional y en lo personal cuando me enuentro ante un problema. La admiro. Siempre he dicho que de mayor quiero ser como ella.. aunque ya pienso que no será posible. Me conformo con tenerla cerca: es un chute para mí, siempre tan energética y tan positiva.
Su padre, el pintor Juan Luis Goenaga, también fue una inyección de energía artística para usted.
Somos una familia que siempre nos hemos apoyado, aunque a la vez todos somos muy independientes. Mis padres me dejaron desde pequeña hacer lo que quería. Y el aita decía que si sus padres le habían dado a él vía libre para pintar y malvivir del arte, cómo no me iban a dejar a mí seguir mi camino. «Haz lo que quieras, pero de la mejor manera posible», me enseñaron.
Creció en un caserío de Alkiza, como una Heidi o como la buena salvaje.
El campo te permite ver escenas idílicas, como el nacimiento de unos polluelos, pero también encuentras cómo un zorro mata gallinas. No todo es idílico, pero es mi mundo.
"Pienso en el aquí y ahora"
¿El fallecimiento de su madre, hace unos meses, le hizo replantearse su forma de ver la vida?
Son momentos que nunca esperas vivir. Fue por un cáncer de pulmón que achacamos al tabaco, y en ese sentido me he vuelto muy beligerante contra el fumar. Han sido meses muy duros, pero a la vez te sirven para aprender a ser más feliz en el día a día y dar importancia a lo que merece la pena. Hay que vivir el ahora mismo sin pararte a valorar lo que piensen los demás. Cuando murió mi madre pensé: o me bajo del mundo o tiro hacia adelante con más fuerza. Parece un tópico pero es verdad. No pienso a largo plazo, sino en «aquí y ahora».
¿Cómo lleva el hecho de salir en la prensa rosa por motivos ajenos a su profesión, a cuenta de su relación con Borja Sémper?
Se me hizo duro. Tras la muerte de mi madre toda la familia estábamos muy delicados, y pasamos unos meses duros pensando en lo que podría caernos encima si se hacía pública esa relación. Intentamos mantenerla discretamente.
Pero al final salió.
Y se ha vivido con naturalidad, salvo algún comentario aislado. ¿Qué tiene que opinar la gente sobre una pareja, sobre cualquier pareja, sabiendo que hay todo un mundo en la relación entre dos personas?
Pasó el interés de los paparazzis y viven ya como una pareja más.
Sí. Con normalidad. Hay gente que mezcla sentimientos, política, trabajo... pero el amor no tiene nada que ver. Cuando la relación salió a la luz respiramos: yo no vivo pensando en lo que digan los demás, sino en mis sentimientos. Sé cómo es Borja, sé con qué persona estoy tan bien... Y ya está.