«San Francisco es un tanque de gasolina», alertan policías, vecinos y comerciantes
Vecinos, comerciantes y policías consideran que el deterioro de este barrio bilbaíno hace que «en cualquier momento pueda saltar la chispa»
«San Francisco es un parque temático de la delincuencia y la droga, pero lo peor es que ya estamos acostumbrados y lo hemos ... normalizado». Asier vive en el barrio hace sólo seis meses. Se trasladó desde el Casco Viejo y aún no se ha «arrepentido», aunque confiesa que no es lo mismo pasar por la calle que vivir allí, y más «con un niño de once años, que no puede salir de casa solo». Fausto y Pedro llevan en este barrio de Bilbao varias décadas, pero «cada vez la cosa está peor».
«No es vida pensar que a las nueve de la noche de un viernes puede ser un poco arriesgado volver a casa. Hay una movida tras otra», confiesa otra vecina, que prefiere mantenerse en el anonimato. «Es triste que una persona que lleve 30 años viviendo aquí, cuando ya no puede defenderse, tenga miedo de bajar a por el pan. O que le estén esperando a la salida de la sucursal para robarle porque saben cuando cobra la pensión», se queja Fausto.
Los cuatro pertenecen a la nueva asociación de vecinos de San Francisco, que viene denunciando cómo lo que era «un pico de delincuencia se ha estabilizado». La zona ha vuelto a ser noticia en los últimos días por una pelea multitudinaria entre dos familias que movilizó el pasado lunes un impresionante despliegue policial y porque, varios días antes, la Ertzaintza tuvo que cargar contra un grupo de individuos que acorraló a unos agentes durante una identificación rutinaria. «Si no, se los comen –justifican los dueños de una histórica tienda de golosinas–, pero hay gente que lo critica».
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«Es un parque temático de la delincuencia y la droga, pero lo peor es que ya lo hemos normalizado»
Asier | Asociación de vecinos
«San Francisco es un tanque de gasolina. En cualquier momento puede saltar la chispa», describe un ertzaina perteneciente al 'dispositivo Palanca', que lleva años desplegado en el barrio. «Nos ponemos en cada esquina, para cubrir el mayor espacio posible y que se nos vea. Si la Policía Municipal está en Dos de Mayo, nosotros en Hernani o Bailén, pero hay robos en otros puntos de la ciudad y no pueden quedar desasistidos», advierte. La presencia policial disuade, pero no convierte al barrio en una balsa de aceite. De hecho, las dos mujeres que se enfrentaron la tarde del lunes, lo que degeneró en una riña tumultuaria, volvieron a enzarzarse ayer por la mañana, aunque la cosa no llegó a mayores. Un individuo que había sido detenido por atentado contra la autoridad a resultas de esta trifulca se paseaba ya a mediodía por la calle San Francisco tras haber quedado en libertad en el juzgado.
«Si miras las identidades de los detenidos, siempre son los mismos veinte. Les ponen una multa, pero son insolventes, les condenan, pero les perdonan la cárcel y las órdenes de expulsión es difícil que se cumplan. Eso les hace sentirse impunes», argumenta un mando de la Policía Municipal de Bilbao. Es mediodía y la plaza Corazón de María se encuentra de bote en bote. «La comisaría es de 'atrezzo'. Sólo hay un tío y no puede poner denuncias porque tiene que vigilar», denuncia Asier en referencia a la oficina de la guardia urbana.
«No queremos dar una imagen negativa. Hay otra parte buena del barrio que no se ve»
Begoña Castaño | Asociación de comerciantes
Peregrinos y turistas
La calle San Francisco forma parte del Camino de Santiago y hay un albergue, por lo que suelen pasar peregrinos con sus enormes mochilas a la espalda. Cada vez se ven más turistas. «La oficina de turismo o el móvil les manda por aquí como ruta más corta hacia el Guggenheim –explica una vecina–, pero yo cada vez que veo a uno le mando por otro lado, que es peligroso. Se les nota mogollón y que más quieren los que están a robar que una víctima fácil».
«El trapicheo es continúo, es fácil ver los pases de droga. Quitaron los aparcamientos de la calle Dos de Mayo, pero el problema en lugar de acabarse, se desplazó». «Cualquier día vemos nuestro barrio en una serie de la HBO», ironiza Asier.
Los locutorios, fruterías y carnicerías halal copan las lonjas. Conviven con negocios tradicionales que han ido pasando de generación en generación y con los que abren los emprendedores, como talleres de artesanía y cuero. «No queremos dar una imagen negativa. Hay otra parte buena del barrio que no se ve», advierte Begoña Castaño, gerente de la asociación de comerciantes.
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