«El fallo de Santutxu es excepcional», alegan las empresas de ascensores
Defienden la seguridad de los elevadores, que sufren desajustes en las puertas y problemas de frenado a ras de suelo como principales averías
Aunque llamativos, los accidentes aparatosos de los ascensores como el ocurrido el domingo en Santutxu, que dejó cuatro heridos tras caer el aparato, al ... parecer por la rotura de un cable, desde un tercer piso, son la «excepción». Lo habitual, dicen las empresas instaladoras, es ver «desajustes en los contactos de seguridad de las puertas» y aparatos «de edificios viejos que no frenan a ras de suelo». «Si está bien diseñado, el ascensor tiene un mecanismo simple, basado en una ballesta flexible, que cuando por un eventual fallo se cortaran los cables de acero que tiran de esta ballesta la caída de la cabina se frenaría», sostiene Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de Física Aplicada.
En Euskadi hay 58.000 elevadores de uso privado y público, según el Departamento vasco de Desarrollo Económico e Infraestructuras. La mitad tiene más de veinte años y los riesgos se soslayan con un mantenimiento mensual, cada cuatro meses en el caso de casas unifamiliares. ¿Pero qué mecanismos de seguridad tiene un aparato de este tipo? Juan Félix Gerrikabeitia, gerente de Ascensores Abando, enumera. «Muchos. Primero, si algún cable se afloja, se rompe o pierde tensión, se activa un contacto que detiene la instalación. Unos frenos instantáneos metálicos o cuñas hacen que el ascensor quede bloqueado si comienza a caer y, cuando sobrepasa un 20 o 30% su velocidad nominal, se acciona el limitador de velocidad. Lo que pasa es que solo si es de última generación el frenazo es un poquito progresivo, no fue el caso del ascensor de Santutxu».
Otras medidas que buscan contrarrestar posibles incidencias son los «contactos en las puertas de la cabina y en los rellanos». «Si alguien intentar abrir mientras está funcionando, se para. Y en el último piso, el parador indica a la cabina que se detenga antes de dar un golpe en el techo y si este falla, hay otro parador», continúa Gerrikabeitia. «Por último están los muelles en el foso».
«Los ascensores trasladan cada año en España a 20 millones de personas, más usuarios que Renfe e Iberia juntos. Accidentes hay muchos pero pequeños, estamos luchando por que el Ministerio de Industria establezca en los viejos ascensores las medidas con las que se fabrican los nuevos. Si yo me compro una casa antigua, mi ascensor no tiene que ser menos seguro que el de una nueva», apunta Francisco González, gerente de la Federación empresarial española de ascensores (Feeda).
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