En Bilbao sabemos ser agradecidos
El Bilbao de Luis Gómez ·
En tiempos de alerta e inquietud por el coronavirus, la gente saca lo mejor de sí misma con mensajes públicos de colaboración, civismo, educación y buen estilo, pese a afrontar reveses profesionalesTanto protestar a veces, lo mismo por cosas importantes que realmente insignificantes, y resulta que los bilbaínos somos de lo más agradecidos y los primeros ... en echar una mano a quien lo necesita, pedir disculpas cuando es preciso, remar todos juntos en la misma dirección por las causas más loables o reconocer la atención de los clientes, aunque nuestros negocios naufraguen. Eso pasa en BILBAO, una ciudad con mayúsculas, preocupada ahora, como todas, por el coronavirus, pero a la que nadie gana cuando tiene que mostrar sus verdaderos valores. De valentía y también de colaboración, civismo, educación y gratitud.
Un paseo por la ciudad explica que nada de lo contado en estas primeras líneas es filfa ni que tampoco nos gusta presumir de lo que no somos. En una villa que asiste a una escalada delictiva y donde la sensación de inseguridad ciudadana no deja crecer, es de aplaudir las acciones de comunidades de propietarios cuyas viviendas han sido asaltadas por ladrones o temen que las suyas puedan ser las siguientes en caer. Ya saben aquello de cuando las barbas de tu vecino veas cortar...
Ojo con los robos
El enunciado de un aviso colocado en la puerta del portal de un edificio de viviendas de Licenciado Poza, situado justo enfrente de la fachada trasera del Instituto Miguel de Unamuno, no puede ser más explícito. '¡Estar atentos! En el edificio de al lado han robado dos veces. Nosotros hemos puesto alarma y cámaras de seguridad. Pero no os relajéis'.
El comunicado no puede ser más revelador: no solo nos interesamos por nuestra seguridad, sino también por la de los demás, de los vecinos más cercanos, sí, pero de todos en general. No es común encontrarse cosas así. La lectura de Roberto San Salvador Del Valle, catedrático de la Universidad de Deusto e investigador de tendencias sociales e intervenciones urbanas, es concluyente: la espectacular transformación de Bilbao, sustentada en el prestigio de arquitectos de renombre, no hubiera sido posible «sin los valores de su gente y la convergencia de infinidad de personas». Es el mejor ejemplo, en su opinión, de que «es la tribu la que educa».
Operarios «sin molestias»
Hay veces que se pueden hacer las cosas bien, mal y regular, pero sin que los demás tengamos que sufrir efectos colaterales, en ocasiones, dicho sea de paso, casi insalvables. Los trabajadores de Inreformas, una contrata que trabaja en un edificio de Pozas, son cuidadosos con quienes les pagan, pero no por ello trabajan a cualquier precio: «Estamos trabajando en esta comunidad. Disculpen las molestias», advierten a quienes acceden al interior. No se puede decir más con menos y ser más correctos.
Si esta compañía trabaja de puertas para adentro, Bremerton, una compañía dedicada a la rehabilitación de fachadas, tejados y portales, lo hace cada día a la vista de miles de transeúntes desde uno de los puntos más céntricos de Bilbao. La firma, ocupada en un inmueble de Alameda Recalde, justo encima del antiguo Bingo Moyúa, ha extendido un gigantesco toldo en el que puede leerse 'Una obra, un mensaje: No más violencia machista'. En letras bien grandes y sobre una mano morada. Todos los detalles cuidados al máximo.
«La atención que te mereces»
Igual que hacen en Customeus, la tienda de zapatos a medida y hechos a mano de la Plaza Arriquibar. Su coqueto y 'vintage' escaparate incluye un recordatorio que demuestra el carácter amable del dueño, Iker Udaondo. 'Para poder dedicarte la atención que te mereces te recomendamos pedir cita'. En esta zapatería se puede comprar todo lo que sea, pero siempre se vende con los mejores modales.
Despedida en tres idiomas
Claro que es fácil hablar cuando las cosas van sobre ruedas. Pero no lo es tanto cuando no salen como uno desea. Y, pese a todo, hay gente que pone buena cara y lo agradece. Es lo que ha hecho Teresa Sarabia, propietaria de La Clé, una tienda de moda y complementos de la Plaza Arriquibar que bajará la persiana el próximo día 28 tras 9 años de esfuerzos «y creatividad». Sin embargo, en vez de responder al cierre, que atribuye a los «altísimos» alquileres y al auge del comercio electrónico, con malas caras y peores formas, la diseñadora y empresaria santanderina se está despidiendo de la forma más elegante posible.
Ha estampado parte del escaparate con tres frases que no pueden hablar mejor de esta comerciante: 'Merci', 'Hasta otra' y un 'Agur T'erdi'. «Me he informado por una chica que sabe euskera que el agur t'erdi es un adiós más cercano y tierno. Un agur más bonito». Ni un gramo, pues, de resentimiento y rencor. «Tras 9 años, se aprende mucho y se agradece el trato», se justifica. Solo hay que leer el comunicado que ha publicado en su cuenta de Instagram: «Me gustaría escribiros por otro motivo, pero tras sopesarlo mucho y por fuerzas mayores a mi ilusión y mis ganas, toca poner un punto final a esta etapa de la vida Clé. Han sido años en los que habéis sido una parte muy importante de esta criatura: comentando en la redes sociales, viniendo a comprar, a ver la colección, a promocionar... solo puedo tener palabras de agradecimiento. He tenido el placer de aprender mucho durante estos nueve años de todos vosotros. Solo decir que seguiré dando guerra con algún proyecto en mente. Cuando una puerta se cierra, otra se abre, y La Clé tiene la llave. Gracias por estar aquí», se despide.
A Sarabia lo que más pena le dar es dejar el trato con los clientes. «Me he desarrollado bastante como persona porque la gente te enseña mucho. Eso sí me he negado rotundamente a vender por internet porque me pierdo la esencia. Por eso estoy tan triste. He llorado porque se dice pronto, pero son nueve años. Apago luces. Se queda triste esta zona para mí. Pero cuando una puerta se cierra otra se abre y yo pongo la llave».
Si al final va a ser que 'to er mundo é güeno', como subrayaba un dicho muy popular en la España de los años 80 ideado por el genial Manuel Summers. Pues eso que en BILBAO hay gente muy buena, que no significa que todo el mundo lo sea, pero que hay bastantes personas dispuestas a echar una mano para lo que sea. Lo recuerda San Salvador Del Valle: «Los bilbaínos se activan con los valores y aquí seguimos teniendo una trama humana que incluye cuadrilla, familia y amistad».
«Antropólogicamente positivo», insiste en que la categoría humana de la ciudadanía bilbaína es la que lleva «a despedirse con elegancia o a no molestar a los demás». Y pone como ejemplo el reciente paso de un experto murciano por Bilbao. «Estoy aquí entre gente de Bilbao y Barcelona y lo tengo difícil para defender a Murcia». Solo le faltó decir qué bonita y hermosa es Bilbao, una ciudad de agradecidos y cumplidos.
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