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En Bilbao, cuantos más años te caen, mejor
El Bilbao de Luis Gómez ·
Negocios de todo tipo y con mucha historia a sus espaldas recuerdan a los transeúntes la fecha de su fundación para vender antigüedad e innovaciónCon fecha de origen y dispuestos a mantenerse eternamente, por los siglos de los siglos. Si las navidades son fechas propicias para alentar los mejores ... mensajes de paz, muchos negocios de Bilbao, independientemente de lo que vendan, transmiten muchas historias sin necesidad de soltar grandes discursos. Basta una fecha, ya sea en el toldo, vidriera o escaparate, pero bien a la vista, para constatar el tiempo que llevan abriendo sus puertas y cómo se la juegan a diario muchos de los mejores comerciantes de nuestra villa. En algunos casos hay que echar la vista muy atrás –al siglo XIX– para apreciar la solera de establecimientos a los que los años sientan de cine. Aunque parezca paradójico, cuantos más les caen, mejor.
La historia de la pastelería Arrese, donde elaboran, para este periodista, los mejores bombones sin azúcar del mundo y trufas de escándalo, remite a 1852. Lo descubre uno al pasar por una atestada Gran Vía estos días o por cualquier calle donde tenga tienda. 1852 no fue ayer precisamente y añade un plus de autenticidad. Les sucede también a los colegas confiteros de 'Goya', una casa alavesa fundada en 1886 por Manuel Goya. En su céntrico escaparate de Colón de Larreátegui de la capital vizcaína, donde recalaron hace varios años, marca la fecha de apertura, estira la 'G' y se marca una rúbrica de lo más dulce.
El EME, el de siempre, el único, el de los sandwiches de General Concha, no necesita, en cambio, concretar fecha. De fecha indeterminada, es, sin más, un clásico sin data. No es el caso de otros, que, por si acaso, lo dejan bien claro. En letras grandes y pequeñas. En todo tipo de colores. Con grafías diferentes. Modernas y de aire vintage. Estiradas y cortas, las letras se entienden. Para apreciar algunas es necesario el uso de gafas.
La Viña del Ensanche
'Desde 1927' aparece en la tarima de madera de La Viña del Ensanche de la calle Diputación, donde llevan casi un siglo sirviendo una selecta carta de platos, tapas y vinos. No muy lejos, en Astarloa, López Oleaga, la casa fundada en 1904, sigue despachando a diario los delicatessen más selectos y las bebidas más deseadas. Frente a estos venerables 'ancianos', en plena forma, nunca lo olvidemos, el Bar Ledesma parece casi un 'millennial'. Su terraza luce una lona con el emblema de la peña 'Los Iñakis', bajo una txapela, y el año de apertura: 1967.
A escasos metros, hay que acercar y centrar mucho la vista, para descubrir que el Molinillo, otro clásico de la zona con una espectacular barra de pintxos, lleva tiempo trabajándose a la clientela: desde 1978. Muchos antes echó a andar el Artajo. 'Desde 1943', subraya en un toldo de color rojo, muy común entre los taberneros del Ensanche.
Si hay algo que rara vez pasan por alto los miles de turistas que caen por la ciudad es su paso por el Iruña, un café como pocos y una 'institución' bilbaína montada por un empresario navarro en 1903. En una época en que manejamos los tiempos como nos viene en gana, lo 'chic' es presumir de vanguardista con más años que la pana.
97 años cortando en Inchaustegui
Pocos le ganan a la cuchillería Inchaustegui. Lleva aplicado al noble oficio del corte desde 1922. Lo recuerda sobre un rótulo luminoso en fondo blanco con letras rojas como la sangre. La sastrería y camisería Garzón va por la segunda generación. La fundó Luis en 1955 y la mantiene su hijo, también llamado Luis, en el 26 de Hurtado de Amézaga. Mucho antes, en 1929, nació en la calle Lutxana una de las primeras cafeterías con apellido anglosajón: Collin's. Se la ve a lo lejos en tonos muy verdes. Quien haya pasado alguna vez por el Restaurante Rimbombín sabe que su marisco sigue igual de fresco, pese a que lo lleva acercando al mostrador la friolera de 88 años, desde 1931.
«Bilbao no deja indiferente a nadie»
Este baile de cifras no tendría tanto sentido si no fuera por la importancia que le ha dado el Bar Lepanto. Algunos creemos que lleva toda la vida en la Plaza Eguilleor. En su escaparate lo advierte bien grande: DESDE 1996. Pero, puesto a remarcarlo, sus dueños han aprovechado sus cristales para escribrir casi una redacción: 'Bilbao no deja indiferente a nadie. Es una ciudad que ha sabido evolucionar de ser una ciudad industrial a ser ejemplo de modernidad, fusionando la cultura vasca más tradicional con una nueva percepción del futuro'. En otro cristal, como se ve que el primero se les quedó pequeño, destaca lo que tantos pensamos de verdad. Lo hace en letras bien mayúsculas, nada de minúsculas: 'No existe modernidad sin una buena tradición'.
Algo que comparte Rafael Gardeazabal, timonel de una de las sastrerías bilbaínas más legendarias: Derby. Su elegante y longeva historia, diseñada con patrones perfectos y repleta de trajes a medida desde 1948, salta a la vista desde uno de los emplazamientos más transitados de la villa, en el número 6 de Alameda de Urquijo. «Es un mensaje que combina dos cosas. Cuando ves el año 1948, aprecias la antigüedad y esta siempre significa dos cosas: que eres un comerciante ya con cierta experiencia, pero luego, cuando ves el producto actualizado y bien presentado, estás diciendo que eres un comercio vivo. Nos gusta decir que somos desde 1948, pero ese no es el reto».
–¿Cuál es?
–El reto es que seguimos vivos y estamos proyectando el futuro, porque estamos de lleno en ello.
Y sí, Rafael Gardeazabal cree que los transeúntes se quedan con una historia «tan fenomenal» como la auspiciada por su abuelo. «El bilbaíno ya nos conoce por nombre, pero es verdad que todavía dices que llevas desde 1948 y muchos se sorprenden. A la gente le gusta mucho ver cómo has evolucionado», reflexiona.
El 55 de los Garzón
Luis Garzón viste a los hombres con trajes de sastrería y ropa de ceremonia y sport. Presume de comercio con solera. «Hemos sufrido, pero aquí estamos. Próximos a cumplir 65 años, pusimos la fecha en el toldo. ¿Qué buscamos? Anhelamos seguir con el público de toda la vida e intentamos ir hacia la gente joven que ya no es tan joven. Que los de 50 somos ahora los jóvenes», explica Luis, orgulloso de cargar a sus espaldas con el 55.
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