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Varios componentes del Eurofighter Typhoon son fabricados por empresas vascas.
Armas 'made in Euskadi'

Armas 'made in Euskadi'

De la chimbera al Eurofighter. El sector aeronáutico configura el grueso de la industria militar y de defensa vasca, ante el ocaso de la fabricación de armamento y explosivos

Jorge Murcia

Jueves, 3 de septiembre 2015, 19:28

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¿Qué tienen en común el rifle Tigre fabricado por GAC, y el sistema de guiado de misiles IRIS-T, diseñado por Sener? Pues que ambos productos, distanciados por casi un siglo de historia, constituyen dos claros ejemplos del liderazgo y capacidad de innovación de la industria militar, armamentística y de defensa vasca. Ocurre que el transcurrir de estos últimos cien años ha desplazado progresivamente el protagonismo de este sector desde las armas y explosivos a la industria aeroespacial, fundamentalmente. La fabricación de chimberas, rifles, escopetas, pistolas, cartuchos y explosivos ha dado paso a la de aeroestructuras, motores de propulsión o los más diversos sistemas y equipos para aviones, helicópteros de combate o buques de guerra.

Aunque aún subsisten algunas empresas que se dedican a la fabricación o comercialización de armas ligeras (de fuego, e incluso blancas), munición y explosivos, lo cierto es que la industria vasca relacionada con el sector militar y la defensa está liderada por las firmas del sector aeroespacial. Compañías como ITP, su matriz Sener, o Aernnova -por citar algunas de las más representativas-, tienen un destacado protagonismo en proyectos internacionales de aeronáutica civil, pero también militar.

El pasado año, al menos 14 de las 42 empresas englobadas en el clúster aeronáutico y espacial vasco Hegan tomaron parte en programas de corte militar. El más significativo de ellos, por su carga de trabajo y el número de firmas implicadas, es el del A400M del consorcio europeo Airbus, un gigante de los aires diseñado para el transporte de tropas. Un modelo que, por ejemplo, 'calza' turbinas fabricadas por ITP, la firma vasca participado por Sener y la británica Rolls Royce. La empresa radicada en Zamudio se presenta en su página web como socio esencial en todos los principales programas de defensa europeos, como el del citado A400M, el del helicóptero Tiger o el Eurofighter Typhoon, un caza de última generación.

Proyectos que también cuentan o recientemente lo han hecho- con la participación de Aernnova, la empresa de Miñano surgida en 2006 a partir de la segregación de la división aeronáutica de Gamesa. O de Alestis una de cuyas plantas de producción también se ubica en la localidad alavesa-, encargada de la fabricación de elevadores y carenados para el A400M. Metraltec con sede en Vitoria- provee de mecanizados y tratamientos de alta tecnología al Typhoon, mientras que Novalti (Barakaldo), centra parte su actividad en la fabricación de equipos y sistemas para el KC-390, modelo de avión de transporte militar perteneciente al constructor Embraer, que asegura una buena carga de trabajo para las firmas de Hegan durante los próximos años.

Pero sin duda el mascarón de proa del clúster aeroespacial vasco es Sener, la firma fundada en 1956 por Enrique Sendagorta, "especializada en la ingeniería y la producción de sistemas de actuación y control para aplicaciones de defensa", según reza su página web. Más en concreto, Sener se presenta como "centro de excelencia para el desarrollo y producción de sistemas de actuación y control para misiles". Además de ser el contratista principal de las Fuerzas Aéreas Españolas, participa "en grandes proyectos europeos" de proyectiles "como el IRIS-T, Vulcano, Taurus KEPD 350 y MSM". La empresa vizcaína también se dedica a la reparación y diseño de todo tipo de buques, incluidos los militares recientemente tomó parte en la renovación del rompehielos argentino 'Almirante Irizar'- y el desarrollo de software orientado a la construcción naval.

Doble uso final

Resulta complicado cuantificar el impacto económico que este subsector, el de la aeronáutica espacial centrada en la Defensa, representa en la actividad total de las firmas del clúster. En buena medida esta dificultad estriba en una de las características que definen el nuevo paradigma de la industria militar aeroespacial: la producción dual. Esto es, componentes que sirven tanto para aparatos civiles como militares. "Es difícil desagregar las actividades algunas empresas ni siquiera saben el uso final que va a tener alguno de sus productos-, pero estimamos que la parte de Defensa puede suponer en torno al 20% o el 25% como mucho, de la facturación total del grupo", sostiene Martín Fernández Loizaga, director adjunto de Hegan. Teniendo en cuenta que la facturación de los asociados ascendió el pasado año a 1.755 millones de euros, se puede hablar de una cifra que ronda los 400 millones.

Cualquier aproximación al sector 'armamentístico' se topa inevitablemente con barreras de tipo semántico y ético que tratan de establecer una clara diferencia entre las distintas actividades que llevan a cabo las empresas. "Hay que diferenciar entre la industria de tipo militar, y la armera tradicional. Porque no es lo mismo fabricar escopetas de caza que minas antipersona", reflexiona Iñigo Goñi, profesor de Historia Económica de la UPV y gran conocedor de la industria armera vasca.

Goñi recuerda cómo "en la época moderna (siglo XX) la vinculación con lo militar es bastante limitada en lo que se refiere a las fábricas armeras vascas. Por ejemplo, cuando comienza la Guerra Civil española, el Gobierno vasco tiene que importar armas de fuera, porque las que se fabricaban en Eibar (rifles, escopetas de caza, pistolas de uso civil) no le valían". "Sí que es cierto que hay excepciones: por ejemplo, entre los años 1913 y 1945 Astra (Gernika) se convierte en suministrador recurrente del Ejército. Y Star (Eibar) surtía de pistolas a la Guardia Civil", recuerda el profesor.

Casi todas aquellas firmas especializadas en armas ligeras han pasado a mejor vida, pese al empeño que el Gobierno vasco puso en la década de los 80 para unificar la producción de muchas de ellas. En Eibar -epicentro de la industria española, y que llegó a albergar en sus mejores tiempos entre 40 y 50 empresas del ramo-, apenas sobreviven unas pocas que se dedican a la fabricación de rifles y escopetas artesanales, diseñadas a la carta para clientes particulares de gran poder adquisitivo, entre los que no faltan muchos jeques árabes.

En la actualidad se cuentan con los dedos de una mano las compañías del sector armero propiamente dicho. Por ejemplo Ardesa (radicada Zamudio), fabricante de armas de avancarga y distribuidor de distintas marcas como Hornady, Fabarm o Leica; o Beretta Benelli Ibérica, que produce fundamentalmente rifles y escopetas en su factoría de Trespuentes (Álava). Otras firmas han encontrado nuevos nichos de negocio: Asaey (San Sebastián) se dedica a la comercialización de municiones, y equipamientos policial y militar; AEG Power Solutions Ibérica (antigua Saft System Ibérica) fabrica soluciones de electrónica de potencia y de acumulación de energía para Defensa; JPG (con instalaciones en Madrid y Vizcaya) es adjudicataria del mantenimiento de los carros lanzapuentes delejército de tierra; Acyon (Elgoibar) produce todo tipo de grilletes); y de la planta que el fabricante ferroviario CAF tiene en Zaragoza han salido carros de combate y vehículos anfibios.

Ejercicio de supervivencia

En el otro plato de la balanza se sitúan las decenas de empresas vinculadas al negocio armero-militar que en las últimas décadas han desaparecido del mapa de la industria vasca: muchas se vieron abocadas al cierre; otras, a la deslocalización. Entre las primeras se encuentra Esperanza y Cia, compañía radicada en Markina que fabricaba morteros y era suministrador oficial del Ejército. Una de las que bajaron la persiana para luego renacer integrada en una matriz de ámbito internacional fue la emblemática Expal (Explosivos Alaveses). Nacida de una escisión del negocio de Orbea (cuando una de las partes tomó el camino de las bicicletas), Expal fabricaba granadas, morteros y munición para carros de combate. A mediados de la pasada década se incorporó al grupo Maxma y trasladó su producción desde Nanclares (Álava) a Burgos, Albacete y Madrid, sede del consorcio.

Proceso de privatización

  • Además de la producción dual, otra de las transformaciones que ha experimentado en los últimos 30-40 años la industria militar y de armamento española en general es el paulatino proceso de "proceso de privatización, que ya está en manos de capital privado, sobre todo el financiero", explica Antonio Escalante, del grupo antimilitarista Gasteizkoak. En su opinión, reflejada en varios libros y estudios sobre el sector, "el importantísimo auge del subsector aeroespacial militar vasco" tiene mucho que ver con "la enorme apuesta realizada por las instituciones y organismos financieros vascos" con la puesta en marcha de "numerosos centros, parques tecnológicos, fundaciones de investigación y clústeres".

Otras compañías han resistido a todo tipo de embates, durante siglos incluso. Es el caso de Sapa-Placencia (Andoain), la empresa española más antigua en el sector de Defensa (nació en 1575). Desde entonces ha fabricado todo tipo de armamento, y en la actualidad está especializada en el diseño y producción de transmisiones para vehículos de combate, tanto de cadenas como de ruedas. También fabrica generadores y máquinas eléctricas, y se dedica al mantenimiento y actualización de cañones antiaéreos.

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