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Yvonne Iturgaiz

San Antonio recupera su esplendor en Urkiola

Cientos de personas han acudido esta mañana a la tradicional feria ganadera y agrícola del santo casamentero

MANUELA DÍAZ

Abadiño

Lunes, 13 de junio 2022, 16:54

El lunes no suele ser un buen día para fiestas y menos cuando han pasado dos años de pandemia. Pero cuando se trata de la feria de San Antonio de Padua en Urkiola la cosa cambia. Atascos, aglomeraciones, la misa de doce abarrotada... «Ya teníamos ganas porque estos dos años han sido duros y hacía falta esta feria, que para los de Bilbao es como el aperitivo a la Aste Nagusia». señalaban Angelines, María Teresa, Isabel y Kontxi, vecinas del barrio Buia de la capital vizcaína. El ambiente festivo ya se dejaba ver en la subida, con los coches aparcados en las cuentas como en la prepandemia. Aunque había autobuses gratuitos desde Durango y Abadiño, encontrar un hueco libre era misión imposible poco antes del mediodía. «Hemos tenido que aparcar casi en Otxandio. Teníamos que haber venido andando con nuestros hijos desde Dima», bromeaban Fermín y Nati.

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Los agobios no duraron mucho. La mayoría los superó a golpe de talo con chorizo. Bullicio, trikitixas y panderos animando la treintena de puestos de la BBK. Itxaso Mardaras y sus amigas compraron unos eguzkilores al cántabro Oscar Gutiérrez, tercera generación de artesanos que acude a Urkiola desde Reinosa. «Cada año venimos y siempre compramos algo de artesanía y productos para echarles también una mano», señalaba.

La compra y el paseo por la feria, eso sí, llega tras la misa y las vueltas al enorme pedrusco que abandera el templo y que, según la tradición, ayuda a encontrar pareja a quien da siete vueltas en el sentido de las agujas del reloj. «Nosotras damos las vueltas al revés para que no se acerque ningún moscón, que nuestros maridos han sido unos santos y estamos muy bien así», bromeaban entre risas dos viudas de Algorta. Otros como Jon Pérez, de Santurtzi, admitía que «la cosa no es fácil». El baile de números volvía a colación. Tres, siete, trece, a la izquierda o derecha.

Entretanto, el responsable de la Abadetxea, Félix Moreno, salía apresurado del templo en busca de más obleas para la misa mayor. dado el inesperado aluvión de personas que asistieron al evento. La eucaristía, presidida por el vicario territorial Alex Alonso, recuperó los números anteriores a la pandemia en un ambiente fraternal, alegre y solidario. Aunque el esperado homenaje que estaba previsto tributar al misionero Peli Romarategui, autor de las vidrieras y mosaicos del templo, que en enero cumplió 100 años, se suspendió por indisposición del religioso.

Los bertsolaris Ángel Mari Peñagarikano y Millán Telleria animaron la misa y el exterior del templo mientras la Abadetxea se agitaba con la venta de productos de mujeres de Kaikor (Kenia) y artículos religiosos.

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Cuarta generación

A escasos metros, la feria ganadera también parecía animada. El ganadero José Luis Bilbao, veterano en la cita y ganador de numerosos premios en la feria de San Blas con sus lustrosas charolesas, aplaudía la vuelta a la normalidad. «La pandemia ha sido un duro golpe en ventas, y con el incremento del pienso, un 30% en el último año, y la luz, no están haciendo más que hundir al ganadero», señaló. Como él, otra quincena de ganaderos mostraron vacas, pottokas, cabras...

Aunque con menos puestos, hubo novedades, como el queso Idiazabal que elabora la joven Bidane Baskaran, de Markina. «Me habían dicho que se vende bien, pero nos está costando hacernos un hueco», admitía la cuarta generación de queseros. También por primera vez, Delikatetxe de Elorrio vendía hamburguesas, caldos y conservas. «A mis nietos les encantan las hamburguesas que hacen de queso, así que me llevo unas cuantas», señalaba Lourdes Basterretxea de Otxandio, mientras pagaba su compra.

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La fiesta de San Antonio tiene cuerda para rato. «Llevo más de tres décadas oyendo que cuando se pierda a esa gente -los mayores- ya no habrá feria, pero la realidad es que los que antes lo decíamos ahora somos los mayores que venimos. Es como una espiral y lo bueno es que esta feria es tradición y seguirá existiendo y animando la vida de muchos», señaló Jon Sesma, de Zarautz.

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