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Las obras del subfluvial, el túnel que unirá Getxo y Portugalete por debajo de la Ría ofreciendo una alternativa a los 165.000 conductores que ... circulan cada día por el congestionado Puente de Rontegi, siguen sin arrancar. Con el proyecto constructivo pendiente aún de aprobar a la Diputación se le están desbaratando los plazos. Las labores difícilmente arrancarán este año, última previsión realizada por el Gobierno foral el pasado noviembre, y la carretera en ningún caso podrá ser inaugurada para 2028 como se esperaba. Habrá que esperar a 2032. Como poco.
La galería tendrá 3,2 kilómetros y costará 515 millones. El proyecto estrella que tiene sobre la mesa el Ejecutivo territorial para el presente mandato parecía encauzado a finales de 2023, pero los trámites ambientales se están complicando mucho. Muchísimo. Cuando todo parecía listo una batería de alegaciones vecinales en las que se reclamaban medidas correctoras especiales para atenuar el fuerte impacto, sobre todo acústico, que los trabajos van a generar en viviendas y centros educativos situados en el entorno de la rotonda de Artaza, punto en el que se abrirá la boca de la Margen Derecha, obligaron a la Diputación a ampliar los estudios preliminares para compatibilizar el desarrollo de una obra que sí o sí va a generar fuertes molestias en la zona con el derecho de los afectados a que su día a día sea durante las obras lo más normal y saludable posible. Y ahí seguimos.
Una de las cuestiones sobre la que están debatiendo los técnicos es el método constructivo. Se busca acelerar las obras para que no acumulen más retrasos y para que el perjuicio en Artaza dure menos, pero ese camino es controvertido. Según el estudio acústico y de vibraciones realizado por la ingeniería Proinac para la sociedad foral Interbiak, responsable del proyecto, al que ha tenido acceso EL CORREO, se apuesta por realizar voladuras en el límite entre Getxo y Leioa en el que se ejecutará el acceso al subfluvial. 83 detonaciones se prevé realizar durante el primer año de trabajos para abrir paso a la maquinaria hacia el subsuelo. El Objetivo: recortar siete meses la duración de unas obras que se van a prolongar un mínimo de cinco años y pico.
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Tirar de explosivos para dar ritmo a una obra pública no es novedoso en Bizkaia, pero sí es cierto que se evitan en la medida de lo posible cuando toca perforar el terreno cerca de núcleos urbanos. No hablemos ya dentro de una ciudad. Aún así, hay precedentes. La construcción de algunos tramos de la 'Y' vasca en el Duranguesado, por ejemplo, está requiriendo voladuras. Y si se echa la vista algo más atrás los nuevos accesos a Bilbao por San Mamés también se abrieron paso del mismo modo. Las explosiones obligaron a cortar puntualmente la A-8 en la zona a comienzos de la década pasada.
El análisis realizado por Proinac, un extenso documento de más de 400 páginas, advierte de que, si se sigue el proceso de ejecución convencional, en algunas zonas del entorno de Artaza el ruido de las perforadoras, las excavadoras, los generadores eléctricos y los 240 camiones que sacarán tierra cada día del tajo van a provocar que se supere el nivel de decibelios permitidos por la normativa durante una buena parte de las obras. En el patio del Instituto Artaza-Romo se prevén 934 días en los que se incumplan «los objetivos de calidad acústica», y en algunas de sus aulas hasta 304. En varias viviendas del corredor de Uribe Kosta serán 450 jornadas, en otras de La Avanzada 315, en la calle que lleva hacia el Puerto y Neguri 225, en Gobelaurre 203...
La primera decisión que tomó la Diputación hace ya muchos meses para limitar un poco el ruido en la medida de lo posible fue reducir el horario de los trabajos externos. La maquinaria solo trabajará de 8 de la mañana a 6 de la tarde de lunes a viernes en superficie, mientras que cuando se ejecute el túnel a muchos metros de profundidad funcionarán las 24 horas de lunes a sábado. Además, también se prevé la instalación de casi un kilómetro de mamparas acústicas de hasta seis metros de altura en todo el entorno de la rotonda de Artaza y de los edificios que más afecciones van a tener que soportar, donde también se prevé ejecutar, en última instancia, aislamientos acústicos casa a casa.
144 decibelios
generaría cada voladura que se quiere realizar en el Parque de Artaza durante el primer año de las obras del túnel que conectará Getxo y Portugalete por debajo de la Ría.
5 años
como mínimo durarán las obras. El proyecto habla de casi 6 sin voladuras y el Gobierno foral reconoció en diciembre que podrían ser incluso «6 o 7» años. En algunos edicifios cercanos a Artaza habrá exceso de ruido más de 700 días.
515 millones
costará la ejecución del subfluvial según la última previsión. Una parte será financiada gracias al préstamo que ha otorgado el Banco Europeo de Inversiones.
Los ingenieros plantean ahora además las voladuras. Según el cálculo que aparece en el estudio, este sistema permitiría ganar tiempo y que, por ejemplo, en el patio del IES Artaza-Romo haya 124 días menos de exceso de ruido, igual que en Gobelaurre. En las casas de La Avanzada serían 68 jornadas menos de molestias, aunque en el corredor de Uribe Kosta y la carretera hacia el Puerto y Neguri no se ganaría nada.
Las detonaciones tendrían una ubicación muy concreta: el parque de Artaza. El pulmón verde situado junto a la rotonda, una icónica zona de esparcimiento municipal, va a ser vaciado para empezar la obra. Al final será rellenado y recuperará su estado original. Las máquinas deben descender 30 metros de profundidad para después acometer la perforación del subfluvial con rozadoras. El 80% de las voladuras –65– se realizarán en el entorno del Palacio que corona la zona y el resto se distribuirán por todo al área. El problema asociado son las vibraciones. Un ensayo realizado el 12 de marzo del año pasado determinó que pese a que las cargas de explosivos sean menores a un kilo la deflagración –de 3 a 5 segundos– genera un tren de ondas que alcanzaría un pico máximo de 144 decibelios. El límite legal permitido ronda los 65. El estallido es breve pero se nota.
Si se optara por este sistema, tal y como sugiere la ingeniería Proinac, lo primero que debe hacer la Diputación es solicitar una exención para «incumplir» el límite acústico –que ya está excedido en la zona por el tráfico de acceso a La Avanzada– para efectuar las 83 voladuras. En ningún caso habría más de una al día y la recomendación técnica es que se ejecuten a partir de las 3 de la tarde, cuando ya ha acabado la actividad en los centros escolares, y previo aviso a los vecinos que pueden verse afectados. Con todo, sería inevitable que las vibraciones afecten a una serie edificios, por lo que la revisión de sus estructuras y cimientos debe ser exhaustiva. Los pormenores de esta alternativa ya los conoce el Ayuntamiento de Getxo, donde todos los partidos representados en el pleno excepto el PNV, se oponen al uso de explosivos en suelo urbano.
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