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Graham Hill, en una imagen de archivo.
Graham Hill y la triple corona
Motor

Graham Hill y la triple corona

El piloto británico es el único en la historia en ganar las 500 millas de Indianápolis, el GP de Mónaco y las 24 horas de Le Mans, que se celebran este fin de semana

Igor Barcia

Viernes, 12 de junio 2015, 00:47

Cierto. Este fin de semana no hay Gran Premio de Fórmula 1 a la vista. El Mundial abandonó Canadá para poner su punto de mira la próxima semana en el A1Ring de Austria, pero los aficionados al motor saben que mañana y pasado se disputa una de esas competiciones que prácticamente todo el mundo conoce y ha seguido alguna vez. El circuito de La Sharte celebra la 83ª edición de las 24 horas de Le Mans, prueba emblemática del Mundial de resistencia. Y aunque no tiene que ver con el campeonato del mundo de F1, lo cierto es que hay una histórica y estrecha relación entre ambas competiciones. Sólo hay que ver la nómina de participantes para reconocer a pilotos como Mark Webber, Alexander Wurz, Nick Heidfeld, Sebastien Buemi o Giancarlo Fisichella, entre otros. Todos recalaron en el mundial de resistencia tras cumplir su etapa en la F1, pero hubo un tiempo en el que ambos campeonatos estaban más relacionados y donde ganaron algunos de los pilotos más importantes de la historia del motor.

La grandeza de las 24 horas de Le Mans es tal que forma parte de lo que se denomina la triple corona del automovilismo, junto al GP de Mónaco de F1 y las 500 millas de Indianápolis. Y es este aspecto el que nos permite traer a la sección a un personaje que es el único en lograr semejante hazaña. Y por si hubiera alguna duda, ya que algunos consideran que la triple corona se completa con el Mundial de F1, nuestro piloto también lo conquistó por partida doble. Hablamos de Graham Hill (Londres 1929-1975), quien ganó Indianápolis en 1966, Le Mans en 1972 y Mónaco en cinco ocasiones.

Su perfil nos lleva a otra época, a otra Fórmula 1, más artesanal y donde el piloto ponía su talento y su riesgo para buscar los éxitos. Y nos sirve para hablar de un británico que debutó en la categoría ya entrado en la treintena, después de que ejerciera en la Royal Navy británica -tiempos de donde procedía su peculiar bigote- y que aprendiera a conducir con 24 años. Pero tuvo tiempo para simpatizar con Colin Chapman, fundador de Lotus, para que le dejara correr en Fórmula 2 a finales de la década de los años 50. En 1958, con Lotus, dio el salto a F1, pero sufrió en los inicios y solo terminó cuatro de las 16 pruebas en las que participó. Eso le llevó a cambiar de aires en 1960, para probar con BRM.

Después de lograr su primer podio, en 1962 sorprendió a todo el mundo al implicarse en la lucha por el título. De repente, un británico que sólo tenía un podio en su haber ganaba tres de las cuatro últimas pruebas y se convertía en el segundo británico en ganar el Mundial de F1. A partir de ahí, vivió una gran década, a pesar de que tuvo que esperar a revalidar su título a 1968. Pero se convirtió en Mr Mónaco a base de éxitos -tres triunfos consecutivos- y en 1966 logró una de esas hazañas para la historia al vencer en las 500 millas de Indianápolis por delante de Jim Clark, a los mandos de un Lola Ford. Se da la circunstancia de que el británico nunca había competido en el circuito estadounidense, por lo que se convirtió en el primer ganador novato desde 1927, algo por lo que también pujó un Jackie Stewart que vio como su monoplaza dijo basta a diez vueltas del final.

En 1967 regresó a Lotus, y al año siguiente recuperó sus mejores sensaciones para ganar su segundo título, algo que hizo en honor de su amigo Jim Clark, que había fallecido mientras probaba un F2. A partir de ahí comenzó su decadencia, aunque tuvo tiempo de ganar su quinto GP de Mónaco en 1969. Tras dos años sin pena ni gloria en Brabham y cuando le daban por olvidado, puso la guinda a su trayectoria en el mundo del motor con su mejor obra, la que le puso en los libros de historia. Hill se impuso en las 24 horas de Le Mans formando pareja con Henri Pescarolo, en una edición donde tras tener que cumplir órdenes de equipo, se alió con la lluvia que azotó La Sarthe por la noche para llevar su Matra a la victoria.

Fue su última gran lección en el mundo del motor, la que le sirvió para convertirse en el único piloto en poder de la Triple Corona, algo a lo que Juan Pablo Montoya todavía puede aspirar, ya que ha ganado en Mónaco e Indianápolis. Graham Hill, probablemente el primer piloto mediático, dotado de un enorme talento y una voluntad a prueba de hierro, recibió críticas por no saber retirarse a tiempo, algo que sucedió finalmente en 1975. Y poco después, las críticas se tornaron en lamentos al conocerse su fallecimiento el 29 de noviembre tras estrellarse su avioneta en Londres al regreso de una sesión de entrenamientos. Habría que esperar a 1996 para ver regresar a su apellido a lo más alto de la F1, cuando su hijo Damon Hill se hizo con el título mundial. Sin duda, una familia nacida para los récords.

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