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Van Morrison tocó 21 temas durante hora y media.

Lección de clase y buen rollo

Van Morrison ofreció su mejor concierto por estos lares en el BBK Music Legends, un festival que arrancó entre truenos pero convenció a un público maduro y exigente

Josu Olarte

Sábado, 3 de junio 2017, 00:25

Ni el sirimiri que por momentos tornó en aguacero ensombreció la jornada inaugural del segundo BBK Music Legends, marcada por la presencia de Van Morrison y un Georgie Fame al que tanto debe en su deriva masiva y transversal el León de Belfast. Habituado a festivales de jazz y auditorios como el Euskalduna, donde hace poco más de año y medio actuó con entradas tres veces más caras, no es habitual ver a Van en cielo abierto y en un marco natural tan coqueto como el centro La Ola de Sondika. Allí se congregó ayer, pese a las inclemencias, el tipo de audiencia madura a la que este festival cuida y apela.

Quién sabe si por el entorno o porque su colega Georgie se encontraba allí, pareció estar de buen rollo desde el primer momento. Empezó ligando su presente (Too Late) con un clásico fundacional como Moondance. Lo recreó en una vena jazzy que animó a Fame, que ya había terminado su actuación, a volver al escenario. Se puso al órgano hammond durante tres temas brillando en Vanlose Starway o The new Symphony Syd de su disco en comandita How Long...

Durante 21 temas en hora y media Van sopló menos el saxo y la armónica a favor de la voz, su mejor instrumento para recrear su debilidad por el ritmo y blues, el jazz nocturno, el soul o el swing con shuffle jamaicano que insufló a su Precious Time, una de las cimas de una velada que discurrió con toque de vieja escuela. Pulsó la fibra de la audiencia con las baladas cantadas con su corista, como Bring it home o un Have told your lately reciclado en van swing.

En cadencia suave y cálida, la noche caía a medida que Van ligaba Wild Night con la jam en que convirtió su popular dupla de clásicos finales Brown eyed Girl y el habitual Gloria de Them, que aprovechó para retirarse mientras la banda alargaba su habitual despedida a la francesa, que no empañó el mejor concierto que Van The Man ha ofrecido por estos lares.

Fue el punto culminante de una jornada que abrió un Ruper Ordorika siempre solvente en su rol de bardo de rock autoral euskaldun. Tras él compareció el carismático dandi de R&B británico Georgie Fame, asumiendo en formato de trío (batería, guitarra y hammond) el papel protagonista que en su última visita de hace dos años le negaron los Rhythmn Kings de Bill Wyman.

Apuntando a su misma onda (R&B de los 30-60), arrancó el ex Blue Flames, que ofreció un ejercicio de vieja escuela con clase y personalidad. Llevó a su terreno de Chicago el clásico campestre de Willie Nelson Funny how the time slip away. Con dedicatoria al desaparecido Roger Moore, encadenó entre truenos el célebre Yeh Yeh de Mongo Santamaria con un If You live, un doble tributo final a su mentor Mose Allison. Y manteniendo el listón musical en todo lo alto, y por fin sin lluvia, cerraron Rubia, o mejor Sara Iñiguez all stars, acreditada veterana de la escena del rock que pudo estrenar con éxito su novedad The Game. Un gran ejercicio de pop con genética soul impulsado por su brillante revisión de A Quiet place (Garnett Mims) que debió gustar a Georgie Fame, con el que Sara-Rubia ha compartido cartel y confidencias en el pasado.

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