Protección Civil de Bermeo se apaga tras 30 años de guardia frente a incendios y emergencias
La agrupación de voluntarios de la villa marinera ha decidido suspender su actividad hasta otoño, aunque advierte del riesgo de no volver a reactivarse
Iratxe Astui
Bermeo
Lunes, 14 de julio 2025, 19:57
El equipo de voluntarios de Protección Civil de Bermeo ha decidido suspender de manera temporal su actividad después de más de tres décadas de servicio ininterrumpido. La agrupación ha anunciado que parará «hasta octubre o noviembre» para dar un respiro a sus integrantes, aunque advierte del riesgo real de que el grupo no llegue a reactivarse.
Fundado en 1992 por el bermeotarra Jon Ojanguren —también impulsó la creación de la Cruz Roja del Mar y el equipo de rescate de la Ertzaintza—, Bermeoko Herri Babesa se había convertido en un referente para la seguridad y protección de la localidad costera y municipios vecinos como Mundaka. A lo largo de su historia, el grupo se ha organizado en áreas especializadas como rescate, telecomunicaciones, buceo y apoyo, cubriendo todo tipo de emergencias.
En 2003, la donación de un camión de bomberos por parte de Repsol marcó un antes y un después. «Desde entonces, hemos mantenido un servicio de guardia permanente, operativo las 24 horas y los 365 días del año», apuntaron sus miembros.
Aunque no existen registros completos entre 2003 y 2015 debido a la pérdida de datos, desde 2016 hasta hoy han realizado 1.938 intervenciones, de las que más de tres centenares han sido incendios, incluyendo fuegos forestales, en viviendas, embarcaciones y talleres. «A eso le sumamos rescates en San Juan de Gaztelugatxe, fugas de gas, cortes eléctricos, desprendimientos de fachadas, emergencias en ascensores, retirada de árboles caídos, limpieza de zonas contaminadas, rescate de animales y numerosas actuaciones ante temporales de viento y mar», enumeran.
El trabajo, no obstante, recae en un equipo reducido de «unas quince personas, aunque de las cuales solo media docena se mantiene en activo de manera habitual, ya que cada uno tiene que atender a sus profesiones», señala Ojanguren. Este desequilibrio y «que no hay conciencia de lo que representamos, ni contamos con los recursos suficientes para dar cara a todas las situaciones de emergencia que surgen en el pueblo» ha terminado por agotar a los voluntarios. «Nos duele tener que parar un servicio que es fundamental para Bermeo, porque una vez que un grupo se disuelve, es muy difícil volver a levantarlo», advierte Ojanguren, de 73 años.
