Los corsarios vascos, los grandes temidos en Europa
Sembraron el pánico desde el siglo XVI por el viejo continente. Incluso el rey de Inglaterrase mostró temeroso por sus actuaciones
La sombra marina vasca con personajes reconocidos como Juan Sebastián Elcano se enturbió con la llegada de Antón de Garai o Pedro de Larraondo, dos ... piratas que llevaron a cabo infinitas tropelías en la mar desvalijando un buen puñado de barcos mercantes. El primero de ellos era natural de Gorliz. A bordo de una gabarra grande adquirida en La Coruña y al mando de 25 mercenarios, se dedicó a asaltar navíos en alta mar. El segundo se trataba de un marino bilbaíno que cambió de oficio para capturar barcos. El final fue el más cruel para ellos. Ambos fueron ejecutados.
La lista de nombres es extensa, pero más aún su historial. Antonio Urtesabel apresó en apenas quince años (a partir de 1759) la increíble cantidad de 400 buques holandeses. Más impresionante es el expediente de Michel Etchegorria, quien acostumbraba a, además de apresar embarcaciones, arrancar el corazón de sus víctimas, aún latiendo, para comérselos. También está entre ellos Lope de Aguirre, apodado El Loco o El Tirano, uno de los corsarios más crueles debido a la violencia con la que solía actuar.
Antonio Urtesabel apresó en apenas quince años, a partir de 1759, a 400 buques holandeses
Esta práctica, que se expandió muy rápidamente a lo largo de todo el continente, surgió con el objetivo de proteger de alguna manera el negocio local de los piratas, dominar las comunicaciones navales, así como a recuperar las pérdidas económicas causadas por las guerras. Y aunque en esencia sean lo mismo que los piratas, ya que desvalijaban otras embarcaciones, los corsarios en cambio gozaban del amparo legal en todas sus intervenciones. El patente de corso actuaba de escudo para ellos, unos permisos concedidos por el rey que marcaba unas normas para poder saquear los barcos enemigos.
Está claro que el pasado vasco está ligado de forma muy estrecha a la mar. Y tanta relación con ella precipitó la llegada de la piratería o corsos, una práctica muy extendida por aquel entonces a lo largo y ancho del continente. Quién sabe si por iniciativa propia o como respuesta a lo sufrido, porque al principio éramos los vascos quienes padecían estos ataques, aparecieron los primeros piratas vascos. Aprendieron rápido la lección. Y la aplicaron de la manera más violenta posible. Entre los siglos XVII y XVIII los vascos fueron los principales corsarios que actuaban en las aguas europeas.
Robaban e invadían
Su dureza era tal que el propio Eduardo III, rey de Inglaterra, llegó a catalogar de muy temidos a los corsarios originarios del País Vasco. Porque no solo robaban, en Inglaterra incluso invadían el reino. Mar adentro zarpaban los 77 buques de corsos con los que contaba el Señorío de Vizcaya.
Para poder llenar todos esos buques se solía recurrir a levas o, lo que es lo mismo, al reclutamiento obligatorio de la población civil. Todos ellos zarpaban en unas misiones en las que el método más habitual al que solían recurrir era el abordaje. No interesaba hundir el barco, sino mantenerlo a flote para así poder venderlo después de desvalijarlo.
Piratas
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Antón de Garai. Natural de Gorliz, a bordo de una gabarra y al mando de 25 mercenarios se dedicó a asaltar navíos en alta mar.
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Michel Etchegorria. Además de apresar barcos, se dedicaba a arrancar el corazón de sus víctimas, aún latiendo, para comérselos.
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