Los vacunódromos del BEC y La Casilla no descansan
El último fin de semana de vacunación masiva reparte 5.000 dosis diarias en ambos recintos para completar la pauta a sexagenarios
El pabellón número 6 del BEC mostraba este domingo, a mediodía, una larga cola de unos 150 metros, con cuatro hileras. Estaban citadas en el ... recinto ferial baracaldés 5.000 personas para recibir los preparados de Pfizer, AstraZeneca y Moderna. En La Casilla -no hubo colas- estaban llamadas este domingo 3.200 personas sexagenarias para el segundo pinchazo de AZ y el sábado fueron vacunadas más de 5.000 personas. Son cifras altas que dibujan el último fin de semana de vacunación masiva a la espera de una caída en las remesas que llegan a España. Los 'vacunódromos' no descansan, pero a partir de ahora el ritmo será algo más lento.
Fede Asensio tardó «unos 30 minutos» en llegar a la antesala del pinchazo. «Vengo con ganas pero voy a seguir teniendo el cuidado. Ni viajar ni nada durante un año más», avanzó. Tiene 37 años y la primera dosis de Pfizer le dejó «algo de fiebre y escalofríos durante un par de horas». A Jesús San Martín le ha tocado AstraZeneca. «Los técnicos, que son los que saben, nos dicen que nos pongamos la misma así que aquí estoy», valora. Urdiñe Vallejo no ha tenido que esperar mucho, sólo «diez minutos de cola», aunque es algo más que la primera vez, cuando entró «directamente». Llega de pasar unos días de vacaciones en Salou, así que «seguiré con los mismos hábitos inmunizada porque me toca trabajar».
Hay casos en que decir que sí a la vacuna es más complicado. Natalia Urbieta, embarazada, espera su turno. «Le he dado vueltas y he preguntado a muchos médicos, generalistas y pediatras, y me han recomendado que me la ponga», explica. Llega «algo preocupada por una noticia que he leído hace poco sobre unas embarazadas hospitalizadas en Cataluña». La primera dosis sólo le dejó «algo de dolor en el brazo».
Víctor Manuel Porres se pone a la cola pasadas las 12.30 horas. «Me toca la segunda de Pfizer. Mi mujer vino ayer, sábado, y ha pasado una noche fatal. La primera no le hizo nada pero esta terrible, con fiebre y mucho dolor muscular». Está preocupado porque es autónomo «y mañana trabajaré aunque esté malo». Se pone la vacuna «por mis padres y para poder viajar, entre otras cosas, aunque no me gusta la idea esa de hacerlo todos los años». Participa en carreras de cuatro por cuatro. «Ir a Francia nos ha costado 500 euros en PCRs a un equipo de 6 personas, con un vacunado». «Tenemos otro en Portugal en breve y no puede ser». «Esto de las vacunas acabará siendo como la gripe, que tiene una parte de negocio», advierte.
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