Bizkaia pierde la mitad de su flota pesquera
Las cuotas de la UE, la creciente importación de pescado y la falta de renovación de las tripulaciones, origen de la profunda crisis
La flota pesquera que opera en Bizkaia está con el agua al cuello. En veinte años ha pasado del esplendor a la crisis y ha ... perdido un centenar de barcos. Los datos son demoledores: en bajura, el número de embarcaciones ha caído un 66% y cerca del 57% en altura al fresco. En la actualidad, en los puertos vizcaínos amarran 72 unidades frente a las 170 de hace dos décadas. Los marineros no superan el medio millar.
Aunque buena parte de la historia de Bermeo, Ondarroa, Lekeitio y Mundaka, así como Santurtzi, Armintza y Plentzia ha estado profundamente vinculada al mar, hoy en día, la fría realidad de los números refleja un sector que resulta cada vez menos atractivo para los jóvenes y que capea como puede su particular temporal ante recursos naturales que años atrás parecían inagotables.
Antes del estallido de la Guerra Civil, Bizkaia contaba con 4.100 arrantzales enrolados en 186 vapores, 22 motoras y 225 botes. Tras el paréntesis de las etapas bélicas, se produjo un espectacular auge en la industria pesquera, con especial incidencia en las décadas de los años 60-70. España llegó a tener la tercera flota pesquera del mundo tras Japón y Rusia, mientras que Bizkaia y Gipuzkoa sumaban juntas más barcos que Gran Bretaña y Alemania.
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En 1970, el muelle de Bermeo reflejaba el esplendor que vivía la pesca. Contaba con una gran flota de bajura de 260 embarcaciones, prácticamente todas de madera, en las que subían a bordo más de 2.335 marineros. En Ondarroa, el centenar de unidades descargaba tanta cantidad de pescado fresco de arrastre que situaron a la villa a la cabeza del Cantábrico en la comercialización, sobre todo, de merluza.
Pero el final de esa década supuso el comienzo del declive. Cuando la mayoría de los Estados declararon privativas para sus embarcaciones las 200 millas mar adentro, los arrantzales se encontraron con gravísimos problemas. Quedaron cortados los accesos a los caladeros tradicionales que hasta entonces habían gozado de la condición de internacionales y de libre aprovechamiento pesquero.
Los datos
260 barcos de pesca
componían la flota de bajura con sede en Bermeo en 1970. Prácticamente eran todos de madera, y en ellos se subían a bordo más de 2.335 marineros. Pasaron a 130 en 2006. En la actualidad atracan solo 30.
100 pesqueros
descargaban en 1970 en Ondarroa tanta cantidad de pescado fresco de arrastre que situaron a la villa a la cabeza del Cantábrico en la comercialización de merluza. Hoy solo quedan 18.
82% del pescado
que se consume en Euskadi se compra fuera. La comunidad autónoma lidera el ránking nacional de consumo de pescado cada año, con casi 30 kilos, empatada con Asturias.
Las esperanzas depositadas con la entrada en la UE se hundieron hasta el fondo. Pronto comenzaron los problemas de una flota sobredimensionada, con unos caladeros sobreexplotados y otros de difícil acceso. Los puertos vizcaínos sufrieron de lleno el impacto de las duras condiciones recogidas en el Tratado de Adhesión a Europa (1985).
Según el Departamento de Pesca del Gobierno vasco, una de las principales razones de la reducción del número de unidades respondió entonces a la necesidad de ajustar los derechos y la capacidad pesquera a los recursos y rejuvenecer la edad media de la flota. En 1986, en Bermeo amarraban 140 unidades de bajura, que pasaron a 130 en 2006. En la actualidad atracan 30.
En Ondarroa quedan ocho de bajura, siete en Santurtzi y cinco en Lekeitio. Completan esa flota cuatro unidades en Armintza y dos más en Plentzia. En total, suman poco más de 228 marineros enrolados que trabajan principalmente desde primavera hasta finales de otoño detrás del verdel, la anchoa y el bonito del norte capturados con técnicas muy diferentes entre ellas y a las empleadas en Gipuzkoa.
Durante todo el año
En Ondarroa, el hundimiento del sector ha sido aún más pronunciado. De contar con 80 unidades, se pasó justo a la mitad y hoy en día quedan 18, con cerca de 277 tripulantes. Estos buques de altura faenan durante todo el año, salvo en periodos estivales de paradas biológicas, desde Francia hasta aguas lejanas como los bancos de Gran Sol, oeste de Irlanda, noroeste de Escocia e incluso en Rockall (Atlántico Norte ). De ellos llega principalmente a los mercados la merluza.
En 2022 descargaron un total de 2.424 toneladas (15% menos que en 2021) con unas ventas de 8,3 millones de euros (24% menos que el ejercicio anterior). El rape, gallo y lenguado lideran también la lista de las especies más cotizadas. El pescado fresco desembarcado en los puertos vascos tiene como destino principales los hogares y la exportación fuera de Euskadi, ambos con alrededor de un tercio de las ventas, seguido de la hostelería con algo más del 20% y la industria transformadora de pescado de la comunidad autónoma con cerca de un 10% del volumen descargado.
No obstante, el consumo de pescado fresco en el País Vasco es muy superior a sus capturas, por lo que el 82% se compra fuera de Euskadi. Con un recetario rico en pesca a la brasa, pintxos o marmitako, la comunidad autónoma lidera el ranking de ingesta con casi 30 kilos, empatados en la cima nacional con Asturias.
Precisamente, la importación de pescado y su incidencia en el precio de las capturas descargadas en los muelles vascos, que se mantienen en cifras similares a las de hace treinta años, aparece como una de las múltiples causas que explican, para la Dirección de Pesca del Gobierno vasco, liderada por Leandro Azkue, la reestructuración que ha sufrido el sector.
El Gobierno vasco afirma que hay menos barcos, pero más modernos. «Se pesca lo mismo que hace veinte años»
«Disponemos de una flota adaptada a las cuotas existentes», argumenta Azkue. «Tenemos menos unidades, pero acordes con las nuevas tecnologías, más modernas y especializadas con las que se pesca lo mismo que hace veinte años», indica. De hecho, la edad media de las embarcaciones que amarran en los muelles vizcaínos es de entre 20 y 25 años, mientras que en el resto del Cantábrico y Europa roza los 33.
Para el gerente de la asociación de armadores de altura de Ondarroa (OPPAO), Kiko Marín, aunque existen un mar de factores que explican la pérdida de embarcaciones -como son los cupos, impuestos, derechos, licencias y costes-, por encima de todos ellos destacan «las dificultades para encontrar relevo generacional, sobre todo en los puestos de mando en máquinas y patrones que están próximos a su jubilación», sostiene.
De hecho, entre los que dedican, o han dedicado, su vida a la mar es un lamento generalizado constatar, año tras año, el creciente desapego de las nuevas generaciones a salir a faenar. Tanto a bordo de pesqueros como de mercantes la presencia de profesionales jóvenes en cubierta es cada vez más escasa.
Alejados de la mística del 'lobo de mar', la dureza de la vida a bordo y los largos períodos fuera de casa, entre otros factores, han ido apartando a las nuevas generaciones que tienen inquietudes y necesidades muy distantes de las que tenían sus padres y abuelos.
«Es el gran problema», reconoce el presidente de la Federación de Cofradías de Bizkaia, Eusebio Arantzamendi. «Hoy en día, las condiciones en los barcos han mejorado muchísimo, hay que trabajar sí, pero también se gana bien», añade. «Lo difícil es estar allí, en la mar, superando la convivencia, a veces complicada y dejando parte de los mejores años de tu vida».
Nuevos arrantzales
Una de las consecuencias más visibles de esa situación es que el perfil del pescador vasco ha cambiado por completo. Armadores y patrones han recurrido a mano de obra extranjera para completar las tripulaciones. La mayoría de estos nuevos arrantzales procede de Senegal y Perú. Los primeros suponen casi la mitad, mientras que los procedentes de los países sudamericanos alcanzan un 34%. Tanto en Bermeo como en Plentzia, Santurtzi y Ondarroa no es raro ver también marineros de Rumanía, Lituania, Marruecos y Polonia. Y hasta Indonesia.
«Son profesionales que ya cuentan con experiencia en la mar», coinciden desde las distintas cofradías. Para poder enrolarse en una embarcación todos deben disponer de permisos de residencia y trabajo. Por lo general, es el patrón el encargado de presentar la oferta de empleo. Son contratos laborales de prueba o de prácticas. Además, los trabajadores deben de cumplimentar otros apartados exigidos por la legislación como disponer del curso de formación en tareas básicas».
En cambio, la presencia de las mujeres a bordo en Bizkaia es nula. Según las estadísticas del Régimen Especial de la Seguridad Social del mar, se estima que el colectivo femenino representa el 11% de los afiliados. A pesar de los avances producidos, desde la patronal Cepesca consideran que las limitaciones de tamaño y espacios que existen en los buques, por normativa europea, impiden adaptarlos a la presencia femenina. En tierra, en cambio, diferentes generaciones de mujeres han tenido oportunidad de demostrar que han resultado imprescindibles para plantar cara al mar.
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