Ver fotos
Bizkaia se echa al monte
La suma del buen tiempo, la falta de bares y la limitación de la movilidad llena de paseantes las zonas verdes del territorio
Ayer era domingo, hizo un tiempo primaveral, por no decir veraniego, los vascos tienen la movilidad limitada a su municipio y no había bares ni restaurantes a los que acudir de pintxos, tomar unos vinos o comer unas rabas para completar el paseo saludable de la mañana. El resultado de esta suma de factores fue que miles de vizcaínos optaron por irse al monte más cercano a sus casas para tomar aire en medio de la pandemia.
Lo resumió perfectamente un hombre que enfilaba con su familia el camino de la ermita de San Roque, en Artxanda, al cruzarse con unos amigos. Sin detener el paso les confesó: «Es que esta mañana no hay nada mejor que hacer». Abajo, la ciudad ofrecía un aspecto muy similar al que mostraba durante los fines de semana del confinamiento, o más bien a los primeros de la desescalada, cuando ya se podía salir a hacer deporte a ciertas horas y de pronto en Bilbao florecieron centenares de insospechados corredores.
A primera hora apenas se veía gente en el Casco Viejo y la Gran Vía, que los domingos se cierra al tráfico para disfrute de los viandantes. Sin embargo, los paseos de ambas márgenes de la ría fueron llenándose de gente de todas las edades en ropa deportiva caminando o corriendo. El tráfico del bidegorri se volvió denso y el contador de pasos de bicis del Ayuntamiento parecía haber enloquecido. En la propia ría remaban surfistas de paddle y piragüistas. Buena parte de quienes caminaban por el Campo Volantín se dirigían al funicular de Artxanda, que subía lleno -con límite de aforo- y en cuya estación inferior se llegaron a formar pequeñas colas. Se veían muchas parejas y familias con niños pequeños, pero también había quien subía solo a correr o en bici.
Como Daniel Valverde, un joven estudiante que iba con su bicicleta de montaña y un equipamiento que incluía una cámara GoPro. «Quiero grabar la bajada, aunque todavía no he pensado el recorrido», explicaba. «Esto está petado. Supongo que todos hemos pensado lo mismo, que es el día perfecto para subir. En estas fechas que te salga un domingo tan bueno es ya difícil». ¿Y el cierre de los bares no ha sido un acicate? «Ummm... en mi caso no». Se lo pensó. «O quizá sí, porque claro, en un domingo normal igual estaba con la cuadrilla por el Casco...».
Arriba, decenas de personas -algunas en grupos que superaban el máximo permitido de seis- disfrutaban de la vista desde el mirador y del parque recientemente remodelado. Por la carretera subían muchas personas a pie. Algunas con cesta de picnic y todo. Como Paula y Fátima, dos amigas que habían quedado con otras dos conocidas. «Como no podemos quedar para tomar algo en García Rivero, nos venimos aquí con provisiones». En el Pagasarri la afluencia fue también muy notable y familiar, hasta el punto de que hubo dificultades para poder aparcar en las inmediaciones.