Bilbao saca lustre a 40 obras del cementerio

La burguesía invirtió sumas millonarias e hizo gala de su poderío también en la ciudad de los muertos. Las familias más importantes dejaron aquí su huella en forma de grandes capillas, panteones y monumentos. Los arquitectos más prestigiosos y mejor pagados de la época deleitaron a los magnates vizcaínos con moradas espectaculares para el descanso eterno. Se levantaron otras obras de arte conmemorativas que recuerdan sucesos trágicos, y toda esa riqueza sigue esculpida en mármol en el mismo lugar.

Ahora, gran parte de este patrimonio luce más blanco, sin la vegetación, los líquenes y la suciedad que lo cubrían. La sociedad que gestiona los cementerios y mercados, Bilbao Zerbitzuak, restauró a lo largo del año pasado 40 elementos ornamentales, monumentos, sepulturas y espacios singulares del cementerio cuya belleza se había apagado con el tiempo. Para ello, empleó a cuatro jóvenes que habían sido contratados por el Consistorio dentro del plan de empleo municipal y que contaban con titulación universitaria en restauración. Con la ayuda de un profesor de la UPV que supervisó los trabajos, devolvieron su aspecto original a panteones, piezas escultóricas y otras obras de arte.

Actuaron en las obras de mayor interés y que presentaban un peor estado de conservación. Lo hicieron con instrumentos como agua a presión, cepillos suaves y ceras para respetar la pátina natural de la superficie, el tono suave que da el tiempo, según explicó el director de Bilbao Zerbitzuak, José Antonio Fernández. Primero, limpiaron con cuidado los monumentos para retirar la vegetación y la suciedad, que en ocasiones había penetrado por la superficie porosa de las obras hasta llegar a cambiar su color original. Después aplicaron mortero y biocida como toque final para protegerlas, y cuando fue necesario, trataron los elementos de cobre. Además, repararon algunas imperfecciones para evitar que la piedra arenisca se siguiera desprendiendo. Entre las piezas embellecidas están, por ejemplo, la cripta, los arcos del claustro, el escudo de la entrada o el monumento a Doña Casilda, una obra escultural de Higinio Basterra que data de 1907.

Otro de los monumentos restaurados fue el dedicado a los Niños del Teatro Circo del Ensanche, realizado entre 1913 y 1916 en homenaje a los 44 fallecidos por aplastamiento tras un falso grito de alarma, que materializó el mismo escultor y cuyo arquitecto fue Higinio Basterra. Los jóvenes embellecieron la figura femenina doliente, la del dios Cronos, el relieve de Cristo con los niños...

Y se emplearon a fondo también en los panteones de Tomé y Maestre, de estilo cubista, o en el de Ipiña, que se corresponde con el estilo denominado brutalismo geométrico. «Los trabajos han sido imprescindibles para contrarrestar su degradación por el hecho de estar a la intemperie», explicó Fernández. El informe final advierte que «si se pretende continuar con la mejora del estado de conservación del patrimonio, sería necesario repetir las labores cada cierto tiempo». Este año, la restauración seguirá gracias a los jóvenes contratados y se prevé restaurar un número similar de ornamentos funerarios.