Bilbao se queda en dique seco
Fin de una época. Tras más de siete siglos ejerciendo como motor de la ciudad, el Puerto prepara su repliegue definitivo
Primero fue el Puerto de Bilbao y luego fue Bilbao. Ya se hablaba de él, del puerto, en la carta puebla de la Villa, del ... año 1300, que es como su partida de nacimiento. «Sepan por esta carta cuantos la vieran y oyeran como yo, Diego López de Haro, Señor de Vizcaya, (...) hago en Bilbao nueva población y villa, que llaman el puerto de Bilbao». Entonces las embarcaciones llegaban a San Antón, justo frente a las murallas de aquel asentamiento medieval.
Los siglos fueron transcurriendo y la ciudad fue creciendo al calor de una actividad portuaria que no sólo aportaba riqueza, sino también carácter. Es una cosa que pasa en las urbes de este tipo. El ir y venir de embarcaciones y gente diversa, el golferío y la provisionalidad que llenan las calles siempre han dado a estos lugares una personalidad audaz, casi intrépida, incluso algo temeraria y fanfarrona. La vidilla. Además, tanto movimiento reduce el riesgo de endogamia y procura un temperamento cosmopolita.
Tanto fue aumentando la actividad, sobre todo tras la industrialización, que el Puerto pasó a gestionar las dos márgenes de la ría. Aquello era un frenesí de barcos, trenes, carbón y agua sucia que era como chocolate con irisaciones de aceite. Esto aún está fresco en la memoria de muchos.
Pues bien, tras el declive industrial, con el empuje de los requerimientos urbanos de la ciudad, y con las crecientes necesidades de calado para acoger barcos cada vez de más porte, el Puerto se ha ido replegando de Bilbao. Al mismo tiempo, se ha consolidado en el Abra exterior como infraestructura vital para el territorio y para Euskadi.
Ahora, al Puerto de Bilbao, de Bilbao no le queda casi nada. Sólo el nombre y tres propiedades en el municipio. Y, además, está a punto de deshacerse de estas últimas. Lo cuenta Ricardo Barkala, que se conoce bien la historia porque la ha vivido desde tres puntos de vista diferentes y bastante complementarios: como capitán de la marina mercante, como concejal del Ayuntamiento bilbaíno y luego teniente de alcalde, y ahora como presidente del Puerto.
El cambio en las últimas décadas, aquí no se descubre nada, ha sido trepidante. En los años noventa la Autoridad Portuaria cedió al Ayuntamiento la margen izquierda de la ría. Se fue Euskalduna y llegó el Guggenheim. «En Abandoibarra dejaron de operar los plataneros de Pinillos en 1993, y se mantuvo cierta actividad de graneles sólidos hasta 1995. Desde entonces, no ha habido más buques allí».
Sí se mantuvo cierto movimiento en el Canal de Deusto durante una década más. «Hasta el 7 de febrero de 2006, cuando partió el 'Fri River', de 90 metros de eslora, con destino Newport». Aquella fue, recuerda Barkala, la última embarcación comercial de transporte de mercancías que partió de Bilbao.
Casi todo gratis
Con ese panorama el Puerto ha ido deshaciéndose de sus propiedades en las riberas de la ría a su paso por el municipio. En el pasado mandato entregó al Ayuntamiento «toda la margen derecha, hasta Erandio», una zona que ya había sido colonizada por la ciudad y los paseantes, con lo que únicamente se legalizó una realidad ya consolidada.
La última operación llegó en diciembre de 2019, cuando vendió a la ciudad los terrenos en Punta Zorroza por trece millones de euros. No fue una cesión gratuita como las otras porque la propiedad figuraba como activo para el Puerto al estar allí el Muelle del Astillero, del que el Consistorio «va a tener aprovechamiento». La idea es dar continuidad por ahí al paseo peatonal que parte de Olabeaga, el muelle de las Sirgueras. Allí habrá actividades de ocio, deportivas y hosteleras en régimen de concesión, según se aprobó en el pleno municipal del pasado mes de junio.
¿Qué queda ahora del Puerto de Bilbao en Bilbao? Tres propiedades que tienen los días contados y con más sentido simbólico que real. Lo primero que menciona Barkala es el paseo que parte desde el Museo Marítimo por Olabeaga y llega a Zorroza. El de las Sirgueras que se mencionaba antes. «Se está tramitando la cesión gratuita, que será inminente». No va a cambiar nada porque, igual que pasó antes con la margen derecha, ya ha sido tomado por la ciudad y es lugar de paseo para la gente. Además, el mantenimiento corre a cargo del Ayuntamiento. En fin, una formalidad.
Un ancla en la villa
Luego están los rellenos en Zorrozaurre, esos suelos ganados al agua del canal que se le van a entregar a la UTE que ha ejecutado la obra (formada por Acciona y Altuna y Uria). «Ya se está tramitando la declaración de innecesidad» para transmitírselos a la empresa como pago por los trabajos y para que pueda levantar bloques de viviendas.
Por último, el Puerto mantiene la propiedad de su sede histórica, el Palacio Olabarri, en el Campo Volantín. «El plan es venderlo el año que viene o en 2023», avanza Ricardo Barkala. Se trata de un inmueble emblemático para el que el ánimo es atraer una actividad que interese a la ciudad. Desde hace tiempo varias firmas, sobre todo vinculadas con el sector hotelero, vienen mostrando interés por el sitio. Incluso se había apuntado la posibilidad de que se ubicase ahí un Parador de turismo. Pero todo está por ver.
¿Será el fin de la presencia del Puerto en Bilbao? Cuando eso ocurra, ¿ya sólo le quedará el nombre como único vestigio de la ciudad a la que vio nacer, a la que alimentó durante siete siglos? No será para tanto. Pero casi. El plan es mantener la sede social aquí. «No necesitamos un palacio como el que ahora tenemos, sino algo más modesto». Unas oficinas donde negociar relaciones comerciales sin necesidad de trasladarse a Santurtzi y, de paso, un ancla donde se fije el Puerto a su historia.
Cosa distinta es qué le queda a la ciudad de aquel carácter portuario tan enérgico, y qué fuerza vigorosa sustituirá al ir y venir de buques como combustible que la impulse.
En su contexto
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Más lejos, pero más grande En las últimas décadas el Puerto de Bilbao no ha dejado de crecer y sus terrenos se extienden por Santurtzi, Zierbena y Getxo (donde está la terminal de cruceros). Es el cuarto puerto más importante de España y el primero del norte.
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80% de las importaciones de Euskadi, y el 50% de las exportaciones, se hacen a través del Puerto.
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11.500 empleos genera la actividad portuaria. Aporta el 1,29% del PIB de Euskadi, y el 2,55% del vizcaíno.
La actividad portuaria más próxima está en Lutxana
Perdido el tráfico marítimo comercial en Bilbao desde el año 2006, el emplazamiento más próximo que mantiene este tipo de actividad es el barrio baracaldés de Lutxana. Hasta ahí, frente a la punta norte de Zorrozaurre, llegan buques atraídos por Bilbaína de Alquitranes y «alguno de desguace», dice Barkala. Son estos tráficos los que obligan a que el futuro puente peatonal que unirá Erando y Barakaldo sea levadizo.
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