Una viajera se sube en Abando a un tren de Cercanías con destino Orduña. Luis Ángel Gómez

Los andenes de Abando y Orduña se elevarán para mejorar la accesibilidad a los Cercanías

El Gobierno vasco testará en ambas estaciones un proyecto piloto que podría ampliar después a otras paradas de la línea C-3

Martes, 7 de octubre 2025, 01:12

El Gobierno vasco trabaja desde hace unos meses en un proyecto para mejorar la accesibilidad en las estaciones de la línea C-3 de Cercanías, la que conecta Bilbao con los principales municipios del Alto Nervión. A diferencia de la C-1 y de la C-2, las rutas que llegan hasta la Zona Minera y la Margen Izquierda, se trata de un trazado en el que los trenes avanzan a nivel más alto que el de los andenes, con todos los quebraderos de cabeza que eso supone para los usuarios que se mueven en silla de ruedas, tienen problemas de movilidad o empujan carritos de bebé o de la compra.

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Tras analizar varias alternativas, el Departamento de Movilidad Sostenible que lidera la socialista Susana García Chueca ha optado por poner en marcha un proyecto piloto que va a consistir en elevar 30 centímetros la altura de una parte de las zonas de embarque de las estaciones para dejarlas a la altura de los vagones. Según ha podido saber EL CORREO, la prueba se realizará a lo largo del año que viene en las paradas de Abando y Orduña, los dos extremos de la C-3. Si el resultado de la experiencia es bueno la consejería se plantearía extender el recrecido a, al menos, las estaciones principales de la ruta.

La C-3 está compuesta por 22 estaciones y el año pasado acumuló 6,5 millones de viajeros. La mejora de la accesibilidad es una demanda histórica de usuarios y ayuntamientos. En 2018 María Luisa Goikoetxea, una vecina de Orduña que se desplaza en un carricoche tras sufrir un ictus, consiguió que Adif instalase en la estación de la localidad una rampa elevadora. Pese al avance, este mismo verano un hombre de 85 años que se mueve en silla de ruedas tuvo que ser bajado a pulso por otros viajeros en la misma parada porque los operarios no quisieron activar la rampa. La imagen fue portada de este periódico. Renfe nunca dio explicaciones.

En la prepandemia el Ararteko también publicó un informe sobre las Cercanías vascas en el que, entre otras cosas, denunciaba la situación de la C-3. La calificaba como «impracticable» para los usuarios con movilidad reducida, y advertía de que la distancia entre el andén y el vagón suponía además un problema grave de seguridad. Lo atestigua Yago Goitia, un vecino de Basauri que en 2012 sufrió la amputación de parte de su pierna derecha al quedar atrapado entre el tren y el suelo cuando intentaba subirse a un convoy en la parada de Bidebieta.

El pasado 1 de enero el Gobierno vasco asumió, tras años de negociaciones con el central, la gestión de las Cercanías ferroviarias. Esto deja en manos del Departamento de Movilidad Sostenible la organización de los servicios y sus horarios. La flota de trenes –su mantenimiento y mejora– sigue dependiendo de Renfe y la reforma de las estaciones es cosa de Adif, la sociedad pública dependiente del Ministerio de Transportes que construye todas las infraestructuras ferroviarias del país.

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En principio el problema de la accesibilidad debería quedar atajado con la sustitución de las unidades de tren, compromiso firmado por Renfe en el que se contempla la implantación en cada uno de los convoyes la C-3 de al menos un vagón rebajado a la altura de los andenes. Se trata de un plan que está sobre la mesa, pero que sigue sin fecha de ejecución así que el Gobierno vasco se ha puesto manos a la obra en busca de alternativas. En ese camino, comienzos de año trasladó a los responsables de Renfe y de Adif que iba a abrir un proceso de reflexión para buscar soluciones. Ambas dieron luz verde y comenzaron las deliberaciones.

Según ha podido saber este periódico el equipo que lidera la consejera García Chueca barajó inicialmente la posibilidad de actuar sobre los trenes que cubren la ruta C-3 para adaptarlos a las necesidades. La idea se descartó porque, por muy progresivo que fuera el proceso, requería sacarlos del servicio y eso hubiese acarreado recortes en los horarios. La segunda idea con la que se trabajó fue la de crear un «equipo de acompañamiento» en cada estación. Personal que atendiera las necesidades de los viajeros con problemas de movilidad para subir o bajar del ferrocarril. Tampoco se vio viable por cuestiones legales. ¿A quién había que ayudar y a quién no?

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En la «zona central»

Se puso entonces sobre la mesa la opción de recrecer parte de los andenes, y parece que ha convencido a todas las partes. Por mucho que sea Lakua quien lleva la iniciativa una actuación de este tipo es imposible de realizar sin el aval de la administración competente. Queda pendiente de saber quién asumirá las obras del proyecto piloto, que no tienen aún presupuesto porque sus pormenores se están definiendo pero que fuentes del Gobierno vasco califican como «poco costosas».

Lo que ya está decidido es que la experiencia se probará en Abando –la estación con mayor densidad de usiarios– y en Orduña, elegida por sus peculiaridades y los antecedentes. Teniendo en cuenta que todos los apeaderos de la C-3 tienen, aproximadamente, una longitud de 200 metros y los trenes 'solo' 70 la elevación se situará en la «zona central» de las estaciones. Abarcará todo el ancho del andén y ocupará un espacio –aún por determinar– suficiente como para que al menos uno de los vagones quede siempre situado delante. A imagen y semejanza de las obras que se hacen en cualquier portal, las rampas de subida al 'altillo' tendrán una pendiente menor al 5% y espacio suficiente para que se pueda maniobrar con sillas de ruedas.

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