Un viaje por la LEB para coger impulso

Lo cierto es que en un año han pasado muchas cosas hasta llegar a este ascenso. Agobiado por las estrecheces económicas que se incrementaron con el descenso, el club apostó por entregar la dirección deportiva a un mito entre los hombres de negro. Alex Mumbrú abandonaba el basket profesional para iniciar en su último club su carrera como entrenador. A su disposición, una plantilla muy renovada, y diseñada para pelear en la nueva categoría con una mezcla de veteranía -Javi Salgado, Schreiner- y jóvenes con talento -Brown, Lammers-.

A priori, los dos descendidos -Betis y Bilbao Basket- eran los señalados por todos como los principales candidatos al ascenso, aunque todos los consultados coincidían en un aspecto, que la LEB era una categoría imprevisible donde todo puede pasar. Y así lo fue comprobando el RETAbet, en una trayectoria donde, más allá de algunas derrotas inesperadas, se mantuvo una línea regular hasta llegar a la Final Four de Miribilla.

Quince años después de aquel histórico ascenso en León, el RETAbet volvió a competir en la segunda división. Y se estrenó en uno de los escenarios más clásicos, la primera lección de lo que se iba a encontrar este curso. El minúsculo pabellón de Pumarín en Oviedo complicó las cosas tanto que el Bilbao Basket sumó su primera victoria en la prórroga. Después llegarían otras dos, frente al TAU Castelló y Lleida, y la primera derrota. Sucedió en la cuarta jornada, al caer en Miribilla frente al Huesca por 69-76.

Con más o menos apuros, el club de Miribilla fue sacando sus encuentros adelante, y alcanzó la novena jornada con siete victorias y dos derrotas, la referida ante el Huesca y la que sufrió contra el Betis en el duelo directo de descendidos. Lo que nadie podía esperar es que en la décima jornada, el equipo de Mumbrú cayera en casa ante el modestísimo Araberri, en un partido que tenía dominado y que lo dejó escapar. Fue el primer gran aviso de que en esta categoría, cualquier error se iba a pagar muy caro.

Con el Betis marcando las primeras diferencias en la clasificación, el Bilbao Basket mantuvo una buena línea en el final de la primera vuelta que le dio el primer premio del curso, jugar la final de la Copa Princesa de Asturias, destinada a los dos primeros clasificados al término de los primeros 17 encuentros de liga. El gran obstáculo a salvar era un Betis en racha y encima con el plus de jugar en su pabellón. Y aunque los bilbaínos se esforzaron al máximo, el club sevillano impuso su profundidad de plantilla para ganar la final por 80-70.

Suena impensable que la mayor victoria de la temporada de los hombres de negro llegara ante el intratable líder de la categoría, que había puesto la directa hacia la ACB y que, sin embargo, perdió de 30 puntos en Miribilla. Más allá de que a nivel clasificatorio no tuviera demasiada trascendencia, sí que tuvo a nivel de motivación para los de Mumbrú, aunque a la siguiente jornada vivieran uno de los partidos más negros del curso en Palma, donde cayeron (67-45). Pero a partir de ahí, los hombres de negro cerraron filas, ajustaron sus ideas, y encadenaron seis victorias consecutivas que permitieron al Bilbao Basket hacerse con la segunda plaza de la fase regular, y por tanto, ventaja de campo en los cruces.

El play-off deparó un rival de lo más incómodo. El Chocolates Trapa era una de las formaciones diseñadas para estar arriba, y a la que sus últimos partidos condenaron a un cruce con el Bilbao Basket. Hubo que ir al quinto partido de la serie para resolverla, y ahí, al amparo de Miribilla, los hombres de negro solventaron el partido para certificar su presencia en la Final Four de Bilbao en busca del ascenso a la ACB