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Los nuevos legionarios de Perasovic

Este Baskonia forma un grupo que es el vivo retrato del Leicester, el campeón de la Premier. Quizás ninguno de sus jugadores por separado sean mucho, pero juntos lo son

Pepe Laso

Viernes, 13 de mayo 2016, 10:50

El Baskonia reaparece en el gran festejo del baloncesto europeo contra pronóstico. Cuando parecía que el azote de la crisis económica remitía al equipo vitoriano a la clase media de la máxima competición continental, el club muestra una vez más la fuerza y la sabiduría que da la tradición, conseguida a lo largo de los años.

Todo empezó en los noventa de la mano del malogrado Manel Comas. En aquella etapa se aprendió a perder finales. Recuerdo las derrotas de 1994 y 1995 en Lausana y Estambul y, por fin, el gran éxito en la primera final en Vitoria ante el PAOK que celebrábamos fechas atrás.

Ya estabilizados en el concierto europeo, el club se afianza tanto en lo deportivo como en lo económico. Cómo no recordar lo que fue para la ciudad el patrocinio tan comprometido de Taulell en sus diferentes denominaciones, casi quince años de compromiso que permitieron la consolidación del proyecto.

En 2001 se jugó la primera gran final, el Kinder Bolonia de Messina y Ginóbili tuvo que llegar a quinto parido para doblegar a un Baskonia que no tenía miedo a nadie. Allí comenzó la etapa dorada del baloncesto vitoriano. Estos momentos han coincidido siempre con la presencia de entrenadores carismáticos. Primero fue la larga etapa de Manel y después, en la más brillante del club, aparece la figura de Dusko Ivanovic. El montenegrino vino sin el sello de entrenador estrella. Un par de años en Suiza y otros tantos en Francia, con algunos resultados relevantes, pero en competiciones que no suelen llamar la atención. Sí despertó el olfato de Josean Querejeta, que se marcó uno de sus éxitos reclutándole.

Hazañas pasadas

Así, se inició el quinquenio más brillante del club. Cuatros años seguidos en la Final Four, hazaña solo reservada a los equipos con presupuestos elevadísimos, que no era el caso del Baskonia. Scola, Prigioni, Nocioni, Splitter, Teletovic Espectáculo. Dusko ovacionado al salir al campo; vuelos chárter para los desplazamientos, partidos en Atenas o Tel Aviv y a dormir a casa; miles de nuevos aficionados, emocionantes recibimientos, políticos montados en el carro del éxito facilitando todas las demandas del club. Y, de repente, la crisis desinfla la burbuja y llegamos al presente.

Vuelve a ser un entrenador responsable, Velimir Perasovic, el encargado de las riendas del nuevo Baskonia. Representa otra forma de ser, menos mediático. Parece un profesor universitario ensimismado en sus pensamientos, cabizbajo y sin frases ocurrentes, como pidiendo perdón por todo. Pero es él quien conduce con firmeza un equipo sin estrellas destacables.

Ioannis Bourousis es el único jugador de este equipo que ha pisado suelos de moqueta, y sus mejores años parecían haber pasado. El resto está, en principio, para crecer en el escalafón de jugadores de la Euroliga. Conforman un grupo que es el vivo retrato del Leicester, campeón de la liga inglesa de fútbol. Quizás ninguno de sus jugadores por separado sean mucho, pero juntos lo son. Cómo comparar a James con Prigioni, o Tillie con Nocioni. Pero están ahí.

Este grupo tiene muchas cosas buenas. Juega serio cuarenta minutos, dispone de una batería exterior joven y valiente y de un pícaro en la zona al que le apasionan los grandes días. Seguro que las apuestas no son favorables a los nuestros, pero qué orgullo tan grande deben sentir estos legionarios sabiendo que las estrellas del Barcelona y el Madrid se tienen que conformar con ver la Final Four por la tele. Lo dicho, el Baskonia se presenta a la fiesta final con algo que decir, seguro.

Mirar al futuro

Quizá una reflexión sea qué quedará de este equipo cuando termine la temporada. Los dos bases, con los dientes afilados esperando ofertas que no habían soñado. Pero no solo ellos. La gran diferencia del Baskonia de hoy al de ayer no es solo la falta de potencial económico sino la imposibilidad o mayor dificultad de encontrar jugadores solventes para mantener las prestaciones.

Otra posibilidad sería la mejora de los recursos económicos; desde luego no rascando los bolsillos de los socios sino consiguiendo un patrocinador potente como antes lo fue Taulell. La presencia en la Final Four puede ser un buen escaparate para esa gran empresa que diera el empujón económico que consolide el proyecto. De lo contrario, sospecho que la felicidad pueda ser efímera.

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